¿Sabes quien eres?
¿Sabes que tienes en tu “interior”?
¿Sabemos algo de nuestro “yo interior”?
Continuamente los telediarios nos sacuden con nuevos descubrimientos
respecto a un sinfín de temas diversos, llegando incluso a sospechar, cuál es
más útil en los tiempos que corren. Si un nuevo fármaco contra el cáncer de
colon metastásico, una dieta milagrosa para reducir peso o una nueva aplicación
para el iPhone.
Es cierto que todos estos descubrimientos nos hacen la vida más amena,
más fácil e incluso más feliz, pero quiero insistir en una cosa. Colón
descubrió América, un hecho importantísimo en nuestra historia que marca un
antes y un después, pero ¿Se descubrió a sí mismo?
¿Crees que puede aportarnos la misma recompensa ser los autores de algún
descubrimiento ajeno a nosotros que alguno sobre nosotros mismos?
¿Te has planteado alguna a vez si en tu yo interior podrían existir
sorprendentes y desconocidas tierras como lo fueron las Américas para los
occidentales?
Gracias no sé a qué Dios o qué Karma, o por qué no: a mí mismo, creo
haberme descubierto a mí mismo. No estoy hablando sobre mis gustos, mis
aficiones o mis intereses, sino sobre mi yo interior. Sobre las mil maneras en
las que soy yo mismo; mil maneras en las que me siento bien, mil maneras de
conocer nuevas realidades, mil maneras de encontrarme ensimismado en lo más
insignificante, mil maneras de observar estrellas, mil maneras de oír melodías,
mil maneras de saborear la victoria, mil maneras de olfatear, paseos nocturnos
y mil maneras de creer en cualquier cosa capaz de contaminar todo cuanto esté a
su alrededor, de buenas vibraciones.
Pero tranquila/o, esas infinitas maneras las hemos tenido que aprender
para, posteriormente, construirlas con una base de cemento y otra de valentía. Es
un camino largo en el que conoces el dolor, aquel como si te golpeaste muy
fuerte; conoces la pena, aquella como la de verte en una situación difícil; Y
en la que conoces el sufrimiento, aquel como el de perder a alguien muy querido.
¿Estamos preparados? ¿Estamos Listos? ¿Ya? Al igual que esos tres avisos,
a continuación, les voy a plantear los tres pasos que considero fieles al
compromiso con uno mismo, con su propio bienestar y con su propia autoestima. Estos
pasos tan fáciles de explicar, pero, a la vez, tan difíciles de ejecutar. Estos
pasos que llevan a un objetivo único y universal que todos compartimos.
Guíate por las buenas sensaciones, de tus propias experiencias.
Y es que todo en la vida gira en torno a las experiencias en las que cada
uno de nosotros ha sido protagonista a lo largo de su vida, aquello que ha
escrito en su diario, que se encuentra en el primer cajón de su mesita de noche
junto a la cama. Tengo que reconocer también que, al principio, yo también tuve
miedo, inseguridades, no quería salir de mi burbuja de hormigón, ni siquiera
sentía ganas, ni curiosidad. Como se suele decir, “los inicios siempre fueron
duros”. Pensar así me animaba en el principio de este aprendizaje, me empujaba
a seguir trazando las huellas de mis pasos y me daba fuerzas para seguir
descubrir mí, yo interior.
Algunos conocen este arte, virtud o don, como lo quieren llamar, por
casualidad; otros por necesidad y otros por placer. Yo, sin embargo, reunía
esas tres características. Casualidad porque llegó de una forma inesperada. Necesidad
porque se convirtió en una forma de sobrevivir. Y placer porque sabía que me
serviría de lección, y yo soy un gran coleccionista de ellas.
Pretende convertirte en una persona única y no ejemplar.
Más tarde, a mitad del camino en el que me encuentro hoy, cuando ya formó
parte de mí, de mi esencia y del prisma por el que observo el mundo y mi
alrededor; intenté contagiar a las personas de mi alrededor, a mis seres
queridos esta manera de vivir, esta filosofía de vida y esta manía tonta que a
mí me atrapo. No siempre conseguí convencerlos a todos, me temo que es cuestión
de gustos y otras tantas creencias. Por ejemplo, a mis hijas les resulta una
estupidez, una cosa innecesaria y un esfuerzo extra, ya que, como bien tenían
razón mis hijas en cuanto a este aspecto, el final a veces conlleva un
cansancio terrible. No obstante, yo aprendí también a disfrutar de ese
cansancio agotador más físico que mental. Así que ya ven, que todo se debe al
aprendizaje. Convirtámonos en aprendices para siempre.
Dedícale tiempo y empeño a tu “yo interior”.
Sin embargo, si eso es realmente lo que te hace convertirte en la mejor
versión de ti misma/o, olvida lo que opinen los demás sobre tus mil maneras. Es
importante que le dediques tiempo a tu yo interior, que te dediques tiempo, que
lo cuides, lo protejas, lo mimes y que lo acompañes cada vez que lo necesites.
Muchos dedican ese tiempo al aerobismo matutino, a un café bien cargado, a un
buen libro, al escándalo de los ciudadanos celebrando una fiesta, a una
guitarra que canta historias o a una inteligente conversación entre
desconocidos, entre otros tantos.
¿Aún no te imaginas de lo que estoy hablando? ¿No te haces, ni una mísera
idea? Aquí les desvelo mi mejor secreto a través de este escrito:
Si todavía tienes dudas, las mil maneras que había comentado se resumen
en una única, escribir, me aporta todo lo que necesito en mis peores momentos y
me hace creer en mí. Yo siempre he definido escribir como una fábrica de
descubrimientos, la cual nunca cierra por vacaciones, ni carece de material.
Podrás pensar que soy un hipócrita diciendo que escribiendo es la única
manera de sentirte mejor con tu yo interior o que cómo se me ocurre decir, esto
en la época que vivimos de crisis emocional. Ni mucho menos, en primer lugar, no
es necesario reservar un crucero o un avión en primera clase para escribir; ¿Por
qué no caminas hasta el pueblo contiguo al tuyo? Estoy seguro de que no te
llevará más de una hora, que descubrirás un sinfín de sensaciones y que, a
pesar de vivir siempre en el mismo sitio, nunca te has atrevido a hacerlo. Y,
en segundo lugar, he encontrado la tecla que encendía mi yo más interior, la
tuya puede ser cualquiera otra. Yo solo te doy una opción. ¿Por qué no te
atreves a probarlo?
Llegados a este punto, me gustaría haber trasmitido a los lectores a
través de este artículo la importancia de descubrir nuestro “yo interior”.
Aquello que activa nuestro motor interno para poder acabar el día con una
sonrisa y seguir alimentando esas ansias de vivir. Por ello, si es así, te invito
a tener una cita con tu futuro yo interior, aquel que sabrá sacarle partido al
tiempo, a la vida y a uno mismo a través de unos nuevos prismáticos. ¿Cuándo le
viene bien la cita? ¿Qué le parece ahora mismo?
Llegados a este punto, me gustaría haber trasmitido a los lectores a
través de este artículo la importancia de descubrir nuestro yo interior.
Aquello que activa nuestro motor interno para poder acabar el día con una
sonrisa y seguir alimentando esas ansias de vivir. Por ello, si es así, te
invito a tener una cita con tu futuro “yo interior”, aquel que sabrá sacarle
partido al tiempo, a la vida y a uno mismo a través de unos nuevos prismáticos.
¿Cuándo le viene bien la cita? ¿Qué le parece ahora mismo?