martes, 15 de mayo de 2018

¿Sabes quien eres?


¿Sabes quien eres?




¿Sabes que tienes en tu “interior”?
¿Sabemos algo de nuestro “yo interior”?
Continuamente los telediarios nos sacuden con nuevos descubrimientos respecto a un sinfín de temas diversos, llegando incluso a sospechar, cuál es más útil en los tiempos que corren. Si un nuevo fármaco contra el cáncer de colon metastásico, una dieta milagrosa para reducir peso o una nueva aplicación para el iPhone.

Es cierto que todos estos descubrimientos nos hacen la vida más amena, más fácil e incluso más feliz, pero quiero insistir en una cosa. Colón descubrió América, un hecho importantísimo en nuestra historia que marca un antes y un después, pero ¿Se descubrió a sí mismo?
¿Crees que puede aportarnos la misma recompensa ser los autores de algún descubrimiento ajeno a nosotros que alguno sobre nosotros mismos?
¿Te has planteado alguna a vez si en tu yo interior podrían existir sorprendentes y desconocidas tierras como lo fueron las Américas para los occidentales?
Gracias no sé a qué Dios o qué Karma, o por qué no: a mí mismo, creo haberme descubierto a mí mismo. No estoy hablando sobre mis gustos, mis aficiones o mis intereses, sino sobre mi yo interior. Sobre las mil maneras en las que soy yo mismo; mil maneras en las que me siento bien, mil maneras de conocer nuevas realidades, mil maneras de encontrarme ensimismado en lo más insignificante, mil maneras de observar estrellas, mil maneras de oír melodías, mil maneras de saborear la victoria, mil maneras de olfatear, paseos nocturnos y mil maneras de creer en cualquier cosa capaz de contaminar todo cuanto esté a su alrededor, de buenas vibraciones.
Pero tranquila/o, esas infinitas maneras las hemos tenido que aprender para, posteriormente, construirlas con una base de cemento y otra de valentía. Es un camino largo en el que conoces el dolor, aquel como si te golpeaste muy fuerte; conoces la pena, aquella como la de verte en una situación difícil; Y en la que conoces el sufrimiento, aquel como el de perder a alguien muy querido.

¿Estamos preparados? ¿Estamos Listos? ¿Ya? Al igual que esos tres avisos, a continuación, les voy a plantear los tres pasos que considero fieles al compromiso con uno mismo, con su propio bienestar y con su propia autoestima. Estos pasos tan fáciles de explicar, pero, a la vez, tan difíciles de ejecutar. Estos pasos que llevan a un objetivo único y universal que todos compartimos.
Guíate por las buenas sensaciones, de tus propias experiencias.
Y es que todo en la vida gira en torno a las experiencias en las que cada uno de nosotros ha sido protagonista a lo largo de su vida, aquello que ha escrito en su diario, que se encuentra en el primer cajón de su mesita de noche junto a la cama. Tengo que reconocer también que, al principio, yo también tuve miedo, inseguridades, no quería salir de mi burbuja de hormigón, ni siquiera sentía ganas, ni curiosidad. Como se suele decir, “los inicios siempre fueron duros”. Pensar así me animaba en el principio de este aprendizaje, me empujaba a seguir trazando las huellas de mis pasos y me daba fuerzas para seguir descubrir mí, yo interior.
Algunos conocen este arte, virtud o don, como lo quieren llamar, por casualidad; otros por necesidad y otros por placer. Yo, sin embargo, reunía esas tres características. Casualidad porque llegó de una forma inesperada. Necesidad porque se convirtió en una forma de sobrevivir. Y placer porque sabía que me serviría de lección, y yo soy un gran coleccionista de ellas.
Pretende convertirte en una persona única y no ejemplar.
Más tarde, a mitad del camino en el que me encuentro hoy, cuando ya formó parte de mí, de mi esencia y del prisma por el que observo el mundo y mi alrededor; intenté contagiar a las personas de mi alrededor, a mis seres queridos esta manera de vivir, esta filosofía de vida y esta manía tonta que a mí me atrapo. No siempre conseguí convencerlos a todos, me temo que es cuestión de gustos y otras tantas creencias. Por ejemplo, a mis hijas les resulta una estupidez, una cosa innecesaria y un esfuerzo extra, ya que, como bien tenían razón mis hijas en cuanto a este aspecto, el final a veces conlleva un cansancio terrible. No obstante, yo aprendí también a disfrutar de ese cansancio agotador más físico que mental. Así que ya ven, que todo se debe al aprendizaje. Convirtámonos en aprendices para siempre.
Dedícale tiempo y empeño a tu “yo interior”.
Sin embargo, si eso es realmente lo que te hace convertirte en la mejor versión de ti misma/o, olvida lo que opinen los demás sobre tus mil maneras. Es importante que le dediques tiempo a tu yo interior, que te dediques tiempo, que lo cuides, lo protejas, lo mimes y que lo acompañes cada vez que lo necesites. Muchos dedican ese tiempo al aerobismo matutino, a un café bien cargado, a un buen libro, al escándalo de los ciudadanos celebrando una fiesta, a una guitarra que canta historias o a una inteligente conversación entre desconocidos, entre otros tantos.
¿Aún no te imaginas de lo que estoy hablando? ¿No te haces, ni una mísera idea? Aquí les desvelo mi mejor secreto a través de este escrito:
Si todavía tienes dudas, las mil maneras que había comentado se resumen en una única, escribir, me aporta todo lo que necesito en mis peores momentos y me hace creer en mí. Yo siempre he definido escribir como una fábrica de descubrimientos, la cual nunca cierra por vacaciones, ni carece de material.
Podrás pensar que soy un hipócrita diciendo que escribiendo es la única manera de sentirte mejor con tu yo interior o que cómo se me ocurre decir, esto en la época que vivimos de crisis emocional. Ni mucho menos, en primer lugar, no es necesario reservar un crucero o un avión en primera clase para escribir; ¿Por qué no caminas hasta el pueblo contiguo al tuyo? Estoy seguro de que no te llevará más de una hora, que descubrirás un sinfín de sensaciones y que, a pesar de vivir siempre en el mismo sitio, nunca te has atrevido a hacerlo. Y, en segundo lugar, he encontrado la tecla que encendía mi yo más interior, la tuya puede ser cualquiera otra. Yo solo te doy una opción. ¿Por qué no te atreves a probarlo?
Llegados a este punto, me gustaría haber trasmitido a los lectores a través de este artículo la importancia de descubrir nuestro “yo interior”. Aquello que activa nuestro motor interno para poder acabar el día con una sonrisa y seguir alimentando esas ansias de vivir. Por ello, si es así, te invito a tener una cita con tu futuro yo interior, aquel que sabrá sacarle partido al tiempo, a la vida y a uno mismo a través de unos nuevos prismáticos. ¿Cuándo le viene bien la cita? ¿Qué le parece ahora mismo?
Llegados a este punto, me gustaría haber trasmitido a los lectores a través de este artículo la importancia de descubrir nuestro yo interior. Aquello que activa nuestro motor interno para poder acabar el día con una sonrisa y seguir alimentando esas ansias de vivir. Por ello, si es así, te invito a tener una cita con tu futuro “yo interior”, aquel que sabrá sacarle partido al tiempo, a la vida y a uno mismo a través de unos nuevos prismáticos. ¿Cuándo le viene bien la cita? ¿Qué le parece ahora mismo?





lunes, 14 de mayo de 2018

Tu esencia, como ser humano es…


Tu esencia, como ser humano es…



La comunicación no violenta, viene de un reportaje que pude recoger y compartirlo para un buen entendimiento. Me da mucho gusto poder pasarlo a ustedes, y todo aquel que quiera tomar nota de ello.
La orientación comienza con, y es tu esencia como ser humano, el comunicar y recibir comunicación. Ya desde que nacemos, lo primero que hacemos es llorar y eso significa que reclamamos algo: Calor, afecto, alimento, caricias o atención.
Recordando lo que significa la comunicación: Esta no es sólo verbal, incluye actitudes y gestos. Se puede comunicar con la cercanía, la lejanía, la ausencia o la presencia; incluso el silencio es comunicación.
Nos comunicamos por la forma de cómo somos, así que si tenemos un sistema de comunicación que no funciona bien, las personas mas cercanas no van a poder ser felices a nuestro lado.
Así que todo es comunicación. A veces nos comunicamos sin darnos cuenta. La comunicación es continua y se da en todos los niveles de la vida. Pero paradójicamente la sociedad, no sabe comunicarse. Apenas existe una buena comunicación.
El problema es que no sabemos interconectar.
Cada vez hay más conflictos familiares, más separaciones. Hay familias que hasta tiene más de un hogar, apenas se ven y apenas se comunican, o se comunican de forma violenta.
Podemos comunicarnos de forma positiva.
Nos comunicamos a través del cuerpo, de los valores que tenemos y llevamos dentro y transmitimos, con las experiencias vitales, con los órganos sensoriales, con nuestro modo de pensar, nuestro mundo cognitivo. Todo eso son herramientas que ayudan y son fundamentales para podernos comunicar, ya que nos comunicamos permanentemente, las 24 horas del día, hasta cuando dormimos.
Un psicólogo, el Doctor Marshall Rosenberg, investigó qué sucede cuando entramos en conflicto. Aportó técnicas para poder comunicarse de forma tranquila y sosegada, enfocada para enriquecer la vida de las personas de una forma razonable, incluyendo la rabia.
El Doctor explica que la violencia es la expresión física de las necesidades insatisfechas de una persona. Cuando no conseguimos lo que queremos o no sabemos cómo expresarlo, entonces lo pedimos a veces de esta forma. Tenemos que saber dar y al mismo tiempo saber recibir.
La comunicación no violenta nos ayuda a conectarnos con uno mismo y con los demás y de que fluya la compasión, la ternura y la empatía.
Tenemos que comunicarnos de forma simpática. Todos tenemos esta necesidad y necesitamos armonía para realizarla.
A veces ocurre que tenemos miedo, sino sabemos pedir, nos callamos, si queremos tener el poder utilizamos la fuerza.
La comunicación no violenta proporciona relaciones sanas, resolver conflictos pacíficamente, y esto romper con el efecto de las experiencias pasadas, descubrir que las personas pueden hacer feliz al otro. Desarrollar capacidades de escuchar y comprensión. Si no sabemos escuchar no habrá comunicación pacífica.
Primero tenemos que comunicarnos con nosotros mismos de forma compasiva porque, si no nos queremos o si somos egoístas, no podemos cambiar, ni ser felices, ni comunicarnos bien con los demás.
Los demás, al ver que cambiamos la forma de decir las cosas, al principio puede que se rían. Necesitaremos paciencia y auto comprensión para darnos la oportunidad de cambiar las pautas que teníamos, por otras más sanas, y con el tiempo todos se acostumbraron, y quedarán establecidas.
Necesitamos herramientas para poder defendernos en un plan pacífico, y eso si no lo hacemos bien, puede llevarnos al enfrentamiento de nuestra personalidad.
Dos puntos importantes para tener en cuenta serían:
Saber expresar de forma honesta lo que necesitamos.
Saber escuchar de forma simpática. (Sonriente y con atención).
Para ello primero hay que observar: Si necesitas armonía, busca un buen clima.
En segundo lugar, sentir: Pregúntate qué es lo que sientes, (rabia, impotencia, agresividad, angustia, tensión, alegría, euforia…).
Después hay que ver qué es lo que necesitamos.
Y, por último: Tranquilamente lo podemos pedimos. (Con toda la paz interior).
Cuando alguien responde con agresividad, significa que está pidiendo algo. Hay que observar porque esa persona se porta de esa manera, porque “maltrata a los demás”.
Podemos pedir, pero no exigir. Podemos desear que nuestras familias sean mejores, pero no lo podemos exigir.
Los conflictos vienen cuando mezclamos los comportamientos, con los juicios.
Por ejemplo; no es lo mismo decir: “¿Me puedes ayudar?”, Que decir “¡Eres un gran inservible!”. Porque si decimos lo último entonces, no tendremos nada positivo.
Los obstáculos para comunicar simpática mente son:
Juicio: “Tú eres…”.
Consejos: “Yo que tú…”.
Explicaciones: Ante ciertas conductas no hay que dar explicaciones.
Corregir: Hay gente que se pasa la vida corrigiendo a los demás. Eso da angustia.
Contar “cuentos o mentiras”: “Pues a mí ayer me pasó…”. “Eso no es nada, espera que te cuente que me ocurrió a mí…”.
Simpatizar: Tampoco es bueno porque no es simpatizar, no es ponerse en el lugar del otro, sino llorar con él, y eso no le ayuda.
Investigar: Hay personas que cuando les contamos algo, enseguida dicen “¿qué?, ¿qué?, ¿qué has dicho?”, “A ver, a ver… Cuéntame, si cuéntame…”. Eso parece más no creer, que ayudar.
Todas estas formas de responder las hacemos a diario.
La forma de simpatizar es la que conseguimos cuando nuestro interlocutor nos responde: “Eso es exactamente lo que quiero decirte”.
Sienten que se les escucha realmente, por ejemplo:
“Me conmovió lo que dijiste… ¿Te gustaría que te diera mi punto de vista?”.
“¿Puedo hacerte una sugerencia?”. “¿Puedo hacerte una pregunta?”. “Tengo una experiencia similar, ¿quieres escucharla?
Si alguien lo hace de esa manera nadie le responderá nunca mal. Cuando escuchamos simpática mente nos metemos dentro de esa persona. (Con atención).
Por eso se dice, que nos dará vergüenza cambiar la forma de decir las cosas, porque parecemos cursis o pedantes, pero no será así, y ahí donde reside realmente la buena comunicación y, por eso mismo hay que tener compasión con nosotros mismos, incluso aunque los demás se reían, para auto convencernos de que lo estamos haciendo bien y que es así como los demás lo quieren, en el fondo, van a necesitar que nos comuniquemos, porque nadie se sentirá ofendido.
Los resultados que se obtienen, es que nos damos cuenta de que no es problema del otro, sino una necesidad nuestra. Es necesaria mucha superación para poder realizarlo.
Las ventajas: Saber expresar las necesidades, entrar en contacto con uno mismo y con los demás simpáticamente, manejar situaciones difíciles. Los otros se van a abrir mucho más.
Y comunicaremos de forma sana, y sacaremos nuestra ternura y empezarán a surgir los valores de cada persona. Así daremos un giro a la comunicación de forma adecuada.
Si cambiamos “exigencias” por “deseos” las cosas cambian porque no podemos decirle a los demás, que es un sinvergüenza porque llego tarde. No arreglará nada así. Sin embargo, conseguiré comunicación adecuada si le digo como me siento.
La ira es necesaria, el problema es cuando se desboca, cuando no se canaliza de la forma adecuada. Pero si lo intentamos y lo practicamos, así podremos comunicarnos de forma positiva. Y el adelanto es mucho más, que superior…