martes, 30 de mayo de 2017

Mi vida, en busca de nuevas experiencias…

Mi vida, en busca de nuevas experiencias…



Poco tiempo antes de iniciar este blog Trazos de mis Escritos y Lecturas, me limitaba mucho el placer de vivir experiencias importantes en mi vida, digamos que por ciertas cuestiones personales me mantenía como una persona sumamente prudente y reservada en muchas de las actividades que realizaba, incluso puedo asegurar que era hasta aburrido.
Justamente el cambio de mentalidad que he ido asumiendo con la llegada del Minimalismo a mi vida y el enfoque en una vida mejor, esta faceta de mi vida cambió radicalmente, hoy por hoy soy un impulsor, de aumentar nuestras experiencias de vida para lograr una mayor acumulación de momentos y, entonces ser mucho mejor persona y más feliz.
La cuestión es que precisamente esta nueva mentalidad me hace pensar en cosas que en su momento, evité, por considerarlas disparatadas o que no era lo suficiente intrépido, para hacerlas.
Durante muchos años me dediqué a ser lo que se conoce como un “ratón de biblioteca”, “exploré” muchos lugares desde el monitor de una computadora y me dediqué a sembrar, lo que yo creía que eran las semillas de una vida adulta madura y responsable.
Hay una frase de la película Gemelos (Twins) protagonizada por Arnold Schwarzenegger y Danny Devito que siempre he recordado y se da en una escena en la que el personaje de Julius le dice a su hermano: “He vivido toda mi vida en la teoría, pero nunca en la práctica”.
Pues bien, sin el desarrollo físico de un Schwarzenegger, muy buena parte de mi vida así fue.
Ahora a mis 69 años de edad me doy cuenta que he dejado pasar muchos momentos importantes por temores infundados, ese pensamiento limitante que me hacía creer que “algo” podía pasarme.
En ocasiones me desespero, porque siento que mi cuerpo hoy no reacciona como hubiera reaccionado hace 10 años ante alguna gran experiencia que requiere de mi desarrollo físico, nuevamente “mea culpa”, entonces ¿Qué es lo que queda por hacer?
Estoy claro en que no quiero dejar pasar tantas cosas importantes que ahora me atrevo a hacer, también tengo muy presente en que nunca es tarde para comenzar con aquello que realmente te importa, así que estoy en un punto de quiebra en mi vida, en la cual quiero comerme el mundo, que ignoré por mucho tiempo a mordidas.
Hoy comparto esta reflexión con todos ustedes porque aunque he logrado hacer muchas cosas, que me han parecido interesantes en los últimos años, cosas que nunca me imaginé poder hacer, hoy estoy comprometiéndome a realizar, otra tantas, que considero imprescindibles para el sentido que quiero darle a mi vida.
En este sentido, este año quiero lograr algunas metas, un poco fuera del contexto en el que siempre me he desarrollado y para darles mayor formalidad, las tengo en esta lista a continuación:
Saltar en paracaídas.
Correr una carrera de cuando menos 10 kms.
Descenso en unos ríos rápidos (rafting).
Acampar.
Hacer rapel.
Escalar en roca.
Hacer un viaje de “mochilero”.
Subir una montaña.
Practicar buceo profundo.
Aprender a andar en motocicleta.
Recordando siempre mi edad.
Mi lema de batalla será: “Si puedo, yo quiero”, esto porque me conozco y sé que en ciertos momentos trataré de excusarme de algo, por esa vocecita interior que me dirá mejor eso no, pero ¡No! Se acabó es ahora o nunca…
Quiero hacer una aclaración importante, desde que inició el año 2014 empecé una serie de cambios en mis hábitos, para lograr recuperar algo del físico que requiero para cumplir con estas tareas, todavía me queda mucho trabajo por hacer, pero ya estoy en camino.
A escasos días de que este blog cumpla años de existencia el compromiso es que para el quinto aniversario (28 de febrero de 2017) haya cubierto con todas estas metas, es un reto complicado porque me estaré confrontando a mí mismo, pero con dedicación y empeño tengo mucha fe en conseguirlo.
Poco a poco iré posteando el cumplimiento de cada uno de los compromisos aquí plasmados, obviamente espero tener fotografías de cada cosa para avalarlo y pues nada, que así sea dicho.

Mi Análisis Realista del día de hoy es: Romper tus propios paradigmas, es la mejor forma de crecer como ser humano, buscar y superar tus temores es, retarte a hacer cualquier cosa que te imagines y actuar en consecuencia.




Vive tu vida... No te conformes con soñarla…

Vive tu vida... No te conformes con soñarla…



Vive sin medidas, sin limitaciones, sin contratos, sin suposiciones. Deseamos ser muchas cosas. Deseamos tener otras tantas. Deseamos enamorarnos hasta lo más profundo de nuestro corazón, pero no nos permitimos sentir, ni sentirnos.
Nos da miedo perder el control, como si en algún momento lo tuviéramos. Nos da miedo que nos abandonen, como si alguien nos perteneciera. Nos da miedo estar solos, como si nunca lo estuviéramos. Y así vamos saltando, de miedo en miedo, evitando esas oportunidades que disfrazamos con obstáculos.
La Vida surge, de la vida, de tu vida, no de la del que tienes a tu lado. Si yo nací flor tengo que oler como una flor, no como un capullo, porque, si no corro el peligro de identificarme con él, creer que soy él y comportarme como si lo fuera.

Queremos encontrar tantas respuestas, que acabamos convirtiéndonos en un interrogante. Y mientras, nuestra vida nos pasa de largo, porque no hemos sido capaces de verla, de gozarla y de admirarla.
Perdemos el tiempo buscando nuestra misión, quién somos, de dónde venimos y a dónde vamos, en lugar de disfrutar de donde estamos, del aquí y ahora, el instante presente que el Hoy nos regala. No somos capaces de pararnos un momento a respirar todo aquello que nos rodea, a escuchar nuestros propios latidos, a acariciar nuestras tristezas, a lamer nuestras heridas, a sonreír a nuestra alegría. Detenernos nos da vértigo, porque creemos que vamos a saltar a un vacío, que no vamos a lograr llenar.

Corremos, corremos y corremos tras unas metas que nos imponemos para “ser alguien”, tras unos objetivos que “tenemos que” cumplir, tras un destino que no podemos conocer. Y de tanto correr nos ahogamos en nuestras frustraciones porque nunca llegamos, porque no hay ningún lugar al que llegar, más que en el que ya estamos. Pero no lo sabemos, y si somos conscientes, lo ignoramos, no vaya a ser que ya no pueda esforzarme y luchar, por nada, ni nadie más, y a ver qué hago yo después, con todos esos “planes” que tan concienzudamente he planeado.
¿Qué Sentido tendría entonces nuestra vida? ¿A qué dedicaríamos nuestro día a día entonces? ¿A vivir sólo…?
“¡Qué pequeñas son mis manos en relación con todo lo que la vida ha querido darme!”
Tenemos tanto miedo de mirarnos al Espejo que levantamos fronteras, muros, rencores, barreras entre nosotros (y con nosotros) para que nadie pueda “tocarnos”, para que nadie pueda “vernos”, para que nadie pueda “traspapelarnos”, para que nadie pueda Amarnos, para así no volver a Ser Uno, para así no volver a separarnos.
La vida está justo ahí, donde estás sentada/o, y un poquito más allá, donde los pájaros vuelan en libertad, los niños juegan sin juzgar y las estrellas iluminan su oscuridad. Cierra los ojos. Escucha atentamente ese Silencio, que hay tras todo el ruido de tu mente. No se va a ir. Siempre ha estado y estará en ti, deseando que le hagas caso, que le hables en su idioma: el del Corazón.
¿Pues sentir tus latidos? ¿Alguna vez has conversado con ellos? Están continuamente enviándote mensajes. ¿No los oyes? Detente, aunque solo sea un momento y sabrás por qué y para qué, callas tantas cosas.

Hace pocos años me dedicaba a hacer “sonambulismo”. Trabajaba, comía y dormía. Trabajaba, comía y dormía. No me enteraba de nada. Estaba tan dormido…Pero el precio que pagaba (me había contratado, yo mismo) era demasiado alto así que lo dejé. Me aburría mucho, tanto que me perdí entre mis personajes inventados y tuve que retirarme de mi drama, para que se me cayeran todos los disfraces. De vez en cuando, aún me cuelo alguno para recordarme, que no necesito ser otra persona para ser perfecto, que no hay nada fuera que no corra por mis venas, que a quien no le guste que no mire y que si el que no se gusta soy yo, que me espabile.

La Vida, esa gran desconocida, esa belleza tan ignorada con la que cada vez más me deleito. Nada nos reclama, de nada nos culpa, a nada nos ata. Es tan libre, tan “ella”, que respeta hasta al más desconsiderado. Y nosotros, caminando por nuestro mundo único, sin hacerle caso, dibujando nubes en el aire, que nos llueven en esas noches oscuras del alma.
¡¡¡Despierta!!! Fantasea todo lo que quieras, pero haz algo Real. Levántate y anda, como si hubieras recuperado la visión, como si fuera el último día del resto de tu vida, como si esos miedos que te llevan al pasado y al futuro, no existieran de verdad…
Vive la vida. No te conformes con soñarla otra vez…




¡Reconcíliate! Te lo mereces…

¡Reconcíliate! Te lo mereces…



¡Reconcíliate! Te lo mereces...
Algo que es imperativo, uno de tantos, de esos varios que acompañan nuestra vida. ¡Es Reconciliarse!
Y mira, que me gustan poco los imperativos… y mira que llevo ya bastante tiempo, evitándolos a toda costa, pues no llevan a nada bueno, especialmente para quien los recibe. Y hoy tomo un imperativo como título; paradojas de la vida.
¡Motívate!, le decimos al desmotivado. ¡Anímate!, al caído o triste. Con la mejor intención del mundo, sin duda. Lo que no deja de ser, en cierto modo, un “bofetón emocional” para el receptor del mensaje. ¡Qué más quisiera el triste, que no estarlo, el desmotivado, que tener motivación!
Reconciliar sugiere volver a conciliar (re-conciliar). Una bonita palabra que, en definición del (Diccionario de la Real Academia Española) significa “Poner de acuerdo a dos o más personas o cosas” en su primera acepción y “Hacer compatibles dos o más cosas” en su segunda.
Además de las definiciones del DRAE, habitualmente entendemos por reconciliar la paz, perdida, tras algún tipo de pelea o enfrentamiento: de pareja, familiar, con amigos o socios… con el mundo… ¡con nosotros mismos!
Significa eso que existe, o ha existido, algún tipo de animadversión, que ha podido degenerar o no en enfrentamiento, que provoca un alejamiento de esa/s persona/s.
En muchas ocasiones esa animadversión no es explícita, no la formulamos en palabras o hechos, sino en simples pensamientos. Pensamientos de rechazo, de odio en ocasiones. De, incluso, llegar a desear que le ocurra algo malo a la otra persona. Pensamientos que solo están en nuestra cabeza y que no afectan, para nada, a dicha persona.
Pensamientos que sí nos afectan a nosotros. Pues somos, dueños de nuestra vida, y de la expresión de todo aquello que pensamos, de todo aquello que “vive” en nuestra mente, tanto en lo consciente, como en lo inconsciente.
De forma que esos pensamientos negativos, esa animadversión, nos “come” por dentro, lo queramos o no, y se manifiesta en nuestros actos, en nuestra vida cotidiana. Y se vuelve contra nosotros.
Dicen que la cara es el espejo del alma; y yo lo creo, expresa todo lo que hay dentro de uno. Y ¿te has fijado cuántas caras llenas de odio, de animadversión, hay en nuestro entorno? En tu entorno, en el mío, en el de todos… No hace falta señalar con el dedo a nadie; basta con mirar las fotos de los periódicos para encontrar a algunas personas así.
¡Qué almas más vacías, cuánto odio, cuánto sufrimiento debe haber en su interior! En el fondo me dan mucha pena. ¡Necesitan urgentemente reconciliarse!
Pues sí… para una vida más feliz, más humana, es necesario reconciliarse con todos los fantasmas que habitan en el interior de nuestra mente. El sentir animadversión, incluso odio, por una persona no le hace ningún mal a ella, no le afecta en lo más mínimo. Pero sí nos afecta a nosotros, pues nuestro interior no está en paz, impidiéndonos una vida, más plena y feliz.
Así que… ¿para qué tener esos sentimientos, que no nos aportan nada positivo en nuestra vida?
De vuelta al DRAE, reconciliar se define como “Volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos”. Aún entendido así, no digo que haya que “volver a las amistades” en sentido estricto; para mí la reconciliación empieza y probablemente sea el paso más importante, por eliminar esos pensamientos que tenemos o, cuando menos, sustituirlos por otros, que no nos afecten negativamente.
Puesto que la reconciliación es un acto puramente personal que nos libera de fantasmas, de pensamientos y emociones negativas, que nos ayuda a vivir mejor… deberíamos hacerlo, ¿verdad?
En ocasiones, aunque quisiéramos, esa reconciliación ya no es posible, pues esa persona ya no está entre nosotros. En otras, lo reconozco, el coste emocional de una reconciliación cara a cara, puede ser demasiado alto, y no estamos dispuestos a asumirlo.
Todo tiene solución, para todo hay un camino… Y en este caso un buen camino es la escritura. Escribe una carta de perdón a esa persona, no para mandarla, sino para ti mismo. Perdónale de forma sincera y clara, intentando ponerte en su lugar, y tratando de entender, por qué hizo lo que hizo, que tanto daño nos causó. Aunque quieras que nunca más esté en tu vida, aunque no quieras volver a verla/o. O porque ya no está en tu vida y nunca más la verás.
Y, sobre todo y por encima de todo, perdónate a ti mismo. Escríbete una carta perdonándote, uno a uno, todos los “errores” cometidos, todo aquello de lo que te arrepientes haber hecho en tu vida. Coge papel y lápiz y saca fuera de ti todos los fantasmas que pueblan en tu interior, que todos los tenemos. Con valentía total, recordando en todos sus detalles, todos esos momentos, esos hechos, esas palabras…
Sal de ti mismo y escríbelo como si estuvieras dirigiéndose a una tercera persona, como si estuvieras viendo y analizando el comportamiento, las palabras, de otro. Perdónale a ese tu otro yo, desde fuera. Escríbele / Escríbete como si lo hicieras a un amigo querido con el que hace tiempo que no tienes contacto. Inicia cada frase con “Te perdono por… “. Asústate, emociónate, llora si es necesario… porque recordar errores nos lleva a ello, en ocasiones.
Lo hecho, hecho está. Lo ya dicho, dicho está. No hay vuelta atrás. Y cada vez que hiciste o dijiste algo de lo que hoy te arrepientes, hubo alguna razón, algo que te movió a ello. Aunque ahora estés arrepentido.

Perdónate. Te mereces reconciliarte contigo mismo. Te mereces la paz interior. Te mereces ser un poco más feliz contigo misma/o.




Date cinco minutos…

Date cinco minutos…



Más de una vez me pregunto si conducimos nuestra vida o es la vida la que “nos lleva”. ¿Nos paramos a pensarlo?
Déjame compartir contigo algo: no sé si eres médico, ama de casa, empresario, panadero, abogada del Estado, docente, periodista… ¡Qué más da! Hoy tenemos tú y yo, todos, una sencilla propuesta.
Una propuesta que viene… de un amigo.
Quiero hablarte de la buena idea de un libro: Los secretos del amor.
La que ha sido uno de los ganadores de la III Edición de los Premios Grandes Profes, Grandes Iniciativas’, que concede la Fundación Entremedia en su propósito de impulsar la excelencia educativa. Lo hace reconociendo y poniendo “el foco” en proyectos inspiradores, innovadores y de impacto llevados a cabo por profesores o centros educativos.
En este caso, se trata de uno de los enmarcados en la categoría Grandes iniciativas en valores’: la propuesta ganadora ha sido ‘5 minutos que suman’.
¡Qué sencillo es a veces lo importante! O viceversa. La actividad que han puesto en práctica en ese libro y que puedes trasladar a tu vida, pero también a tu negocio o a otros ámbitos… Consiste en implantar un espacio de 5 minutos al comienzo del día (¿quién no puede encontrar 5 minutos, aunque sea en otro horario?) para exponer un tema relacionado con los valores, apoyado en una charla o en algún contenido de medios audiovisuales.
Sabes que creo un poco en las píldoras de “tres minutos”. Y no está nada mal si además van acompañadas, al menos inicialmente, por similar dosis de análisis. A modo de “aperitivo”. No te digo nada, si luego te toca el corazón y te anda rondando y rondando el tema…
Esos espacios breves, como el que propone este libro, los mueve a llevarles y mayores a la reflexión sobre asuntos muy diversos (no solo por sus contenidos, sino por sus valores), para fomentar una mayor interiorización de los mismos y, cómo no, intensifican la relación entre su pareja y sus familiares.
Como puedes constatar, la idea, es sencilla: se trata de una “buena práctica” accesible, imitable y que nos puede ser de utilidad a todos.
Porque antes de echar a correr cada día, conviene que nos hayamos parado a pensar cuál es el camino y, más, si sabes cual es la meta.
Suelen decir, eso de que la dirección es más importante que la velocidad. Pero no parece que siempre, lo tengamos tan claro: hay muchas personas que van muy rápido a ningún lado… Como pollos sin cabeza. ¿Quizás recuerdes el post Quo vados? Sí, ese que empezaba con una divertida anécdota.
Sabes la importancia que, en Trazos de mis Escritos y Lecturas, le damos a la difusión de valores, para tratar de animar a que cada uno, y yo el primero, mirar hacia adelante y que de nosotros mismos salgan los valores. ¡Adelante!
Escribía el estadounidense Robert Collier que “inspirar a otros a crear su propia oportunidad, es el regalo más grande que se pueda dar”.
Seguro que tenía en mente a su compatriota B. Franklin cuando dijo eso de que el maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender, está tratando de forjar, un hierro frío.
En Trazos de mis Escritos y Lecturas nos hemos puesto las pilas: queremos inspirar y… educar integralmente; y lo trabajamos de forma sencilla y acorde a los medios que se nos ofrecen, al día de hoy. Montan una especie de pausa, un “kit kat” inicial: para calentar motores. ¡Qué buena idea!
Te aporto un ejemplo escrito, sobre el que reflexionar.
Hoy lo he escogido yo. Los demás, corren de tu cuenta. Aquí va:
Lo de analizar antes de actuar es imprescindible. Pero, hacer, hay que hacer. Lo comento no solo porque cuando te escribo esto sea, lunes o martes… También, porque algunos tienen el problema inverso. No es, que no se paren a pensar. Es que se pasan pensando. Es lo que algunos dicen “por el análisis a la parálisis”. Y tampoco es eso.

Te recuerdo la anécdota que ya traje en su día a colación, en un escrito “Mujeres y hombres: Educación en y para la igualdad”.




miércoles, 24 de mayo de 2017

Cómo buscar o restablecer la felicidad...

Cómo buscar o restablecer la felicidad...



Una teoría acerca de la felicidad, sugiere que nuestro nivel de bienestar subjetivo, está determinado principalmente, por la herencia y por los rasgos de la personalidad, arraigados en nuestros primeros días de vida, (Estos fueron inculcados por medio de La domesticación del ser Humano) y como resultado se mantiene relativamente constante a lo largo, de nuestra vida.
Nuestro nivel de felicidad puede cambiar de forma transitoria en respuesta a eventos de la vida, pero entonces y casi siempre vuelve a su nivel de línea de base, a medida que nos habituamos a esos acontecimientos y sus consecuencias en el tiempo.
La habilitación, un creciente cuerpo de evidencia que nos dice ahora, y que se produce incluso, con una promoción profesional, el dinero y el matrimonio.
Por otro lado, otras investigaciones sugieren una serie de eventos, el principal de ellos la muerte inesperada de un ser querido, la ruptura de pareja, la distancia obligada, la noticia de algún padecimiento grave, todos parecen detener nuestra capacidad de ser felices. Sin embargo, algunos estudios también sugieren que también podemos arreglar nuestro punto de felicidad permanente superior, al ayudar a otros.
Según uno de esos estudios que analizaron con datos socio económicos, un conjunto de estadísticas que representa la serie más grande y más antigua de las observaciones sobre la felicidad en el mundo, el rasgo más fuertemente asociado con el aumento a largo plazo en la satisfacción con la vida es, de hecho, un compromiso permanente a la consecución de objetivos altruistas. Es decir, cuanto más nos centramos en la acción compasiva, en ayudar a los demás, la felicidad se convierte en algo a largo plazo.
Es más, según otro estudio, el altruismo no sólo se co-relaciona con un aumento en la felicidad, sino que en realidad hace que, al menos en el corto plazo. Una profesora de psicología les pidió a sus estudiantes que realizaran cinco actos de la amabilidad, de su elección a la semana, a lo largo de seis semanas, se informó un aumento significativo de sus niveles de felicidad, en relación con un grupo control de estudiante, que no lo hicieron.
Pero, ¿Por qué la creación de valores para los demás, aumentar nuestra felicidad, se consigna más allá del punto en el que nuestra herencia ha establecido que cuando y como, adelanto en la carrera, el dinero, y el matrimonio no?
Una posibilidad es, que en mayor valor que creamos para los demás, más valor se nos asigna a nosotros mismo. Ayudar a los demás, es decir, esto aumenta nuestra autoestima. Por otro lado, si la razón de que la creación de valor aumenta la felicidad a largo plazo, es sólo porque mejora nuestra autoestima, la continuación, la promoción profesional y la acumulación de riqueza (que a menudo mejora, nuestra autoestima), debe aumentar nuestro punto de felicidad, a largo plazo, también.
Pero no lo hacen, así que tal vez la creación de valores para los demás no aumenta nuestra felicidad a largo plazo, tanto porque aumenta nuestra autoestima, como lo hace nuestro sentido de propósito.
Si nuestra autoestima determina el valor que nos otorgamos a nosotros mismos (es decir, cuánto nos gustamos, y nos sentimos satisfechos de nosotros mismos), nuestro sentido determina, el valor que le asignamos a nuestras vidas (es decir, la forma significativa o importante, que le encontramos a nuestras vidas).
Y mientras que una autoestima saludable es bien importante, por ser necesaria para la felicidad, lo que la aumenta más allá de lo que se considera "saludable" y no se relaciona, por ser necesaria para la felicidad (tal vez porque, cualquier nivel de amor propio van más allá de lo "saludables", casi por definición, en casi todos los ámbitos). Por el contrario, cuanto mayor sea el sentimiento y el propósito del sentimiento que sentimos, y más felices podríamos ser.
Es importante destacar, sin embargo, la prestación de ayuda a los demás que parece aumentar nuestro bienestar, sólo cuando nos proveemos de nuestra propia voluntad. Si nos sentimos obligados a ayudar, ya sea por otra persona o por la presión interna autor generada como la vergüenza o el orgullo, ayudar a los demás, no va a aumentar nuestro bienestar, ni la autoestima.
Nuestro sentido de bienestar puede, de hecho, aumentar en proporción a la ayuda que prestamos, por sí sólo, si nuestro deseo de proporcionar ayuda, es algo autónomo. Cualquier acción que tomamos para ayudar a los demás, en otras palabras, debe sentirse como si fuera nuestra idea y que viene del corazón.
Lo que crea un deseo tan autónomo, para ayudar a los demás. Irónicamente, a menudo la misma acción de ayudar a los demás, se producen:
Buenos sentimientos.
Lo que nos lleva a una verdad irónica: Es que somos los menos propensos a ayudar a otros, a la hora de ayudar a los demás y es lo más probable que la ayuda está con nosotros, que, cuando nos sentimos derrotados por problemas, o por alguna tragedia o pérdida. En esos momentos, la búsqueda de la energía emocional y el deseo de autonomía, para centrarse en los problemas de otras personas nos parece, no sólo imposible sino también ilógico. Después de todo, no necesitamos esa energía para nosotros mismos.
Aunque esto parece razonable a primera vista, esta actitud resulta en realidad, más que los pequeños pensamientos que nos acompañan, con el desánimo que nos produce una evaluación sombría, y la mejor manera de recuperarse para ser más feliz, más capaz. Porque, así como el ejercicio en realidad nos puede proporcionar la energía, al obligarnos a sentirnos cansados, para ayudar a los demás, nos puede ofrecer un entusiasmo, con más ánimo, e incluso más alegría, y nos obliga a no sentirnos desanimados.

"Si uno enciende un fuego para los demás, y va a iluminar nuestro propio camino". Por lo tanto, los momentos en que nos sentimos más felices, no son momentos sólo para disfrutar. También son oportunidades para aumentar la frecuencia y la intensidad con la que nos vamos a sentir, en el futuro....




Siempre, hay un motivo…

Siempre, hay un motivo…



Hace un par de semanas escuche a Marilú López Garrido en una entrevista de un programa de televisión española. En sus comentarios acerca del crecimiento personal.
Me animé a tomar nota de sus expresiones, pues me parece una gran comunicadora y transmite serenidad, además de buena enseñanza. Me di a la tarea de buscar la entrevista por Internet.
Esto que a continuación, escribo son destellos de lo que ella comunicó.
Tal vez los haga reflexionar, tanto como a mí:
Ella decía, observa los lirios del campo. No piensan, no se esfuerzan; y sin embargo son bellos y están llenos de vida.
Siempre hay un motivo para "no estar bien" y para no ser feliz. La mayoría de nosotros postergamos la sensación presente. La postergamos como cuando éramos adolescentes y teníamos que arreglar nuestra habitación. Después nos lamentamos del tiempo que hemos perdido.
Normalmente los seres humanos miramos nuestro desplazamiento con cierta desidia. Parece que lo futuro siempre será mejor que lo presente. Nos falta ese andar de los fotógrafos, de los pintores que buscan un interés, en todo lo que se encuentra.
Herman Hesse decía: "Arte es ver el mundo en estado de gracia".
Siempre entendemos que finalmente se resolverán los problemas que tengamos. ¿Se resolverán tus problemas? No sé si del modo en que tú quieres que se resuelvan, pero acabará, terminará, morirá, dará paso a otro espacio, a otro estado de la vida. Se resolverá. Y más que sentirte orgulloso porque hayas encontrado al fin la solución, podríamos sentir satisfacción porque obramos en estos momentos tan críticos del modo más correcto; mucho más que por la solución y el resultado, porque como obramos dentro y sumergidos en el problema, sumergidos y dentro del estado en que nos encontramos o de la soledad espantosa que todos vivimos casi a diario y que nos lleva hacernos una pregunta:
¿Sabemos amar porque no amarnos a nosotros mismos?...
¿Cuándo estamos acompañados sabemos decir "Te Quiero", "Quiero estar a tu lado"
¿Lo hacemos por amor o lo estamos diciendo por necesidad, para llenar un hueco?
¿Qué es la vida? No podemos responder a eso. Lo que sí sabemos es que la vida, es una escuela para aprender a amar, y hasta que no sepamos amar, aquí estaremos, regresaremos y volveremos a nacer una y otra vez. "Repetiremos el curso".
Llegará un momento, en el que uno se dé cuenta y piense "Ya no quiero repetir más, quiero enfrentar y confrontar al amor y la vida".

Y el amor "de frente" no empieza precisamente "en frente", si no dentro. Y eso, es lo que hay que aprender, el amor hacia uno mismo, un principio que está relacionado con la autoestima y no con el egoísmo, y es una sutil diferencia que tenemos que tener muy presente...




Tu esencia, como ser humano es…

Tu esencia, como ser humano es…



La comunicación no violenta, viene de un escrito que pude recoger y compartirlo, para un buen entendimiento. Me da mucho gusto poder pasarlo a ustedes, y todo aquel que quiera tomar nota.
La orientación comienza con, tu esencia como ser humano, el comunicar y recibir comunicación. Ya desde que nacemos, lo primero que hacemos es llorar y eso significa que reclamamos algo: Calor, afecto, alimento, caricias o atención.
Recordando lo que significa la comunicación: Esta no es solo verbal, incluye actitudes y gestos. Se puede comunicar con la cercanía, la lejanía, la ausencia o la presencia; incluso, el silencio es comunicación.
Nos comunicamos como somos, así que si tenemos un sistema de comunicación que no funciona bien, las personas más cercanas, no van a poder ser felices a nuestro lado.
Así que todo es comunicación. A veces nos comunicamos sin darnos cuenta. La comunicación es continua y se da en todos los niveles de la vida. Pero paradójica mente la sociedad no sabe comunicarse. Apenas existe una buena comunicación.
El problema es que no sabemos interconectar.
Cada vez hay más conflictos familiares, más separaciones. Hay familias que hasta tiene más de un hogar, apenas se ven y apenas se comunican, o se comunican de forma violenta.
Podemos comunicarnos de forma positiva.
Nos comunicamos a través del cuerpo, de los valores que tenemos y llevamos dentro y trasmitimos, con las experiencias vitales, con los órganos sensoriales, con nuestro modo de pensar, nuestro mundo cognitivo. Todo eso son herramientas que ayudan y son fundamentales para podernos comunicar, ya que nos comunicamos permanentemente, las 24 horas del día, hasta cuando dormimos.
Un psicólogo, el Doctor Marshall Rosenberg, investigó qué sucede cuando entramos en conflicto. Aportó técnicas para poder comunicarse de forma tranquila y sosegada, enfocada para enriquecer la vida de las personas de forma razonable incluyendo la rabia.
El Doctor explica que la violencia es la expresión física de las necesidades insatisfechas de una persona. Cuando no conseguimos lo que queremos o no sabemos cómo expresarlo, entonces lo pedimos a veces de esta forma. Tenemos que saber dar y al mismo tiempo saber recibir.
La comunicación no violenta nos ayuda a conectarnos con uno mismo y con los demás y de que fluya la compasión, la ternura y la empatía.
Tenemos que comunicarnos de forma simpática. Todos tenemos esta necesidad y necesitamos armonía, para realizarla.
A veces ocurre que tenemos miedo, sino sabemos pedir, nos callamos, si queremos tener el poder, utilizamos la fuerza.
La comunicación no violenta proporciona relaciones sanas, resolver conflictos pacíficamente, romper con efecto de la experiencia pasada, descubrir que las personas pueden hacer feliz al otro. Desarrollar capacidades de escuchar y comprensión. Si no sabemos escuchar, no habrá comunicación pacífica.
Primero tenemos que comunicarnos con nosotros mismos de forma compasiva porque si no nos queremos o si somos egoístas, no podemos cambiar, ser felices, ni comunicarnos bien con los demás.
Los demás, al ver que cambiamos la forma de decir las cosas, al principio puede que se rían. Necesitaremos paciencia y auto comprensión para darnos la oportunidad de cambiar las pautas que teníamos, por otras más sanas, y con el tiempo todos se acostumbrarán, y quedarán establecidas.
Necesitamos herramientas para poder defendernos, en un plan pacífico, y eso si no lo hacemos bien, puede llevarnos al enfrentamiento, con nuestra personalidad.
Dos puntos importantes a tener en cuenta serían:
Saber expresar de forma honesta, lo que necesitamos.
Saber escuchar de forma simpática. (Sonriente y con atención).
Para ello primero hay que observar: Si necesitas armonía, busca un buen clímax.
En segundo lugar, sentir: Pregúntate qué es lo que sientes, (rabia, impotencia, agresividad, angustia, tensión, alegría, euforia…).
Después hay que ver qué es lo que necesitamos.
Y, por último: Tranquilamente lo pedimos. (Con toda la paz interior).
Cuando alguien responde con agresividad significa que está pidiendo algo. Hay que observar porque esa persona, se porta de esa manera, porque “maltrata”.
Podemos pedir, pero no exigir. Podemos desear que nuestras familias sean mejores, pero no lo podemos exigir.
Los conflictos vienen cuando mezclamos los comportamientos con los juicios.
Por ejemplo; no es lo mismo decir: “¿Me puedes ayudar?”, Que decir “¡Eres un gran inservible!”. Porque si decimos lo último entonces, no obtendremos nada positivo.
Los obstáculos para comunicar simpática mente son:
Juicio: “Tú eres…”.
Consejos: “Yo que tú…”.
Explicaciones: Ante ciertas conductas, no hay que dar explicaciones.
Corregir: Hay personas que se pasan la vida corrigiendo a los demás. Eso da angustia.
Contar “cuentos”: “Pues a mí ayer me pasó…”. “Eso no es nada, espera que te cuente que me ocurrió a mí…”.
Simpatizar: Tampoco es bueno porque no es simpatizar, no es ponerse en el lugar del otro, sino llorar con él, y eso no le ayuda.
Investigar: Hay personas que cuando les contamos algo, enseguida dicen “¿qué, has dicho?”, “A ver, a ver… Cuéntame, si cuéntame…”. Eso parece más no creer, que ayudar.
Todas estas formas de responder, las hacemos a diario.
La forma de simpatizar es la que conseguimos cuando nuestro interlocutor nos responde: “Eso es exactamente lo que quiero decirte”.
Sienten que se les escucha realmente, por ejemplo:
“Me conmovió lo que dijiste… ¿Te gustaría que te diera mi punto de vista?”.
“¿Puedo hacerte una sugerencia?”. “¿Puedo hacerte una pregunta?”. “Tengo una experiencia similar, ¿quieres escucharla?
Si alguien lo hace de esa manera, nadie le responderá nunca mal. Cuando escuchamos simpática mente nos metemos dentro de esa persona. (Con atención).
Por eso se dice que nos dará vergüenza cambiar la forma de decir las cosas, porque pareceremos cursis o pedantes, pero no será así, y ahí donde reside realmente la buena comunicación y, por eso mismo hay que tener compasión con nosotros mismos, incluso aunque los demás se reían, para auto convencernos de que lo estamos haciendo bien y que es así como los demás, en el fondo, van a necesitar que nos comuniquemos, porque nadie se sentirá ofendido.
El resultado que se obtiene, es que nos damos cuenta de que no es problema del otro, sino una necesidad nuestra. Es necesaria mucha superación para poder realizarlo.
Las ventajas: Saber expresar necesidades, entrar en contacto con uno mismo y con los demás, simpática mente, manejar situaciones difíciles. Los otros se van a abrir mucho más.
Y comunicaremos de forma sana, y sacaremos nuestra ternura y empezarán a surgir los valores de cada persona. Así daremos un giro a la comunicación de forma adecuada.
Si cambiamos “exigencias” por “deseos” las cosas cambian porque yo no puedo decirle a mi hijo que es un sinvergüenza, porque llego tarde. No arreglare nada así. Sin embargo, conseguiré comunicación adecuada si le digo, como me siento.

La ira es necesaria, el problema es cuando se desboca, cuando no se canaliza de la forma adecuada. Pero si lo intentamos y lo practicamos podremos comunicarnos de forma positiva. Y el adelanto es mucho más, que superior…




El Arte de La Paciencia…

El Arte de La Paciencia…



Tener paciencia es disponer de la pericia para realizar labores o trabajos minuciosos o complicados; también supone poseer la habilidad para sobrellevar algo sin alterarse súbitamente.
Cuando poseemos ese don o habilidad de esperar inteligentemente el momento oportuno cuando un anhelo es muy pretendido.
¿Cómo se llega a ese estado?

Cuenta la leyenda que un viejo y un joven se dirigieron al bosque a cortar leña.
El joven trabajó sin descanso, en cambio el viejo cortaba leña por un período de tiempo y paraba unos minutos.
Al finalizar la tarea el viejo había juntado más leños que el joven.
El joven desconcertado ante tal situación le preguntó al viejo.
¿Cómo es posible que hayas cortado más leña que yo, si paraste a descansar varias veces?
A lo que el viejo le contestó:
No paraba a descansar, paraba para afilar el hacha.

La paciencia es una virtud y por lo mismo un arte.
Varias de las más preciadas virtudes que poseemos las personas: la voluntad, la generosidad, la tolerancia, la esperanza o el equilibrio están relacionadas con la paciencia.
Para poseerla, es necesario empezar a ejercitarla y trabajarla, puesto que en los tiempos que corren, nuestro modelo de vida cotidiana se encamina a potenciar la inmediatez, el "Ahora mismo", "Lo quiero ya", sin valorar el tiempo y el esfuerzo que se necesiten para obtenerlo.

La paciencia es disponer de la lentitud justa y adecuada para superar lo que se hace con normalidad y transformarlo en sobresaliente. La paz para poder soportar momentos difíciles y salir ilesos, eso también indica paciencia, al igual que cuando se ejerce el autocontrol sobre uno mismo.

Prácticamente todos los días nos enfrentamos a situaciones que ponen a prueba nuestra paciencia y nuestro poder de autocontrolarnos.

Practicar esto nos ayuda a ejercitar la reflexión y evitar tomar decisiones irreversibles o erróneas, cuando en momentos puntuales estamos preocupados y nos movemos con vehemencia y sin detenimiento.

Un viejo proverbio dice que una persona paciente es un malabarista de sentimientos.
El equilibrio de nuestro carácter

Un componente esencial de la paciencia es el equilibrio, ya que modera nuestra personalidad ayudándonos a tolerar contratiempos con mayor entereza y a soportar un momento de tristeza, siendo más realistas, puesto que la serenidad neutraliza la ansiedad y genera en nosotros la firmeza adecuada para hacerle frente a circunstancias o momentos de profundo dolor o gran desesperación.

Paciencia es saber esperar el momento y entender que las circunstancias no dependen solamente de nosotros, entender que es necesario darles tiempo y que ocurrirán cuando llegue el momento, es un ejercicio que indica una aptitud de individuos maduros.

La paciencia es ante todo experiencia, ya que ésta desarrolla aptitudes para identificar los problemas y solucionarlos de forma armónica, con una justa y correcta interpretación, con la flexibilidad suficiente, como para no producir daños a terceras personas, y con la certeza de que la paciencia es una meta posible de alcanzar, si la trabajamos.

Tómese su tiempo para reflexionar ante la idea de cómo resultarían algunas situaciones cotidianas: los problemas personales, los problemas laborales, las enfermedades propias o de seres queridos, las discusiones, en caso de afrontarlas con paciencia.




La paciencia, es toda un arte…

La paciencia, es toda un arte…



La paciencia no es precisamente uno de los cultivos que más cuide esta sociedad. Sin embargo, ser impacientes nos trae sufrimiento e insatisfacciones, ya que no nos permite disfrutar, porque estamos siempre pensando en el futuro y, cuando éste llega, rara vez es suficiente, porque seguimos pensando en el siguiente futuro.
La paciencia es una actitud necesaria para vivir en el aquí y ahora, disfrutando del momento presente, viviéndolo, sintiéndolo y siendo conscientes del mismo. Para ello, es necesario, potenciar las actitudes que nos centran en cada momento que vivimos.
La vida a ritmo frenético.
“El tiempo es oro”, es un lema que nos indica que no hay tiempo que perder. Parece que hemos sido programados para hacer y hacer, sin permitirnos parar, porque perdemos tiempo, y quizás dinero. Esto nos hace vivir a ritmo frenético, sobrepasando los límites de la salud.
Esta dinámica se está convirtiendo en algo que nos está destruyendo, ya que, no podemos acelerar el ritmo de la vida y sus tiempos. Aunque queramos ir más deprisa, todo tiene su ritmo y, por ello, viviremos frustrados y sufriendo por lo que aún no hemos conseguido, en vez de disfrutar, de lo que sí está a nuestro alcance.
No sabemos esperar, nos han enseñado a correr, a vivir con estrés y con los plazos de fechas al límite en nuestros talones. Por eso, no tenemos tiempo para esperar a meditar una decisión, ni un resultado, queremos que todo sea rápido, aunque eso signifique perder una gran oportunidad, para nuestra vida o equivocarnos.
“La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte.”
“Lo quiero Ya”
Hemos convertido nuestra sociedad en el mundo del “Ya” y para rápido. No podemos esperar a mañana, ni a llegar a casa, ni a ver a una persona…Todo nos va indicando que tenemos que resolverlo ahora y acabamos haciendo cosas “Ya”, de forma poco premeditada, como una manera de liberarnos de la ansiedad.
Hablamos o enviamos mensajes cuando caminamos, conducimos o incluso cuando estamos tomando un café con alguien, porque no nos han enseñado a esperar y la tecnología nos facilita que sea “Ya”. En todo momento estamos comunicados, localizados, sin tiempos en los que simplemente no estamos para el mundo y sí para nosotros. Creemos que podemos adelantarnos al mañana, y lo que ocurre es que perdemos el presente.
La sociedad cultiva la impaciencia, el ritmo frenético, el estrés y nos dejamos llevar, sin plantearnos las consecuencias de esto, hasta que llega. Piensa que, En algún momento, nos inundará el sentimiento de no haber vivido para nosotros, porque quizás lo hemos hecho para “otros”, para el “sistema” o la “empresa”.
Además, viviremos las consecuencias físicas y mentales, de no saber esperar. Aparecerán la enfermedad y los conflictos personales e interpersonales, ya que no todo es como queremos y los demás, no podrán facilitarnos siempre las cosas “Ya”.
Vivir desde la sala de espera.
Sin embargo, podemos vivir desde la paciencia, sabiendo esperar a que las cosas ocurran de forma natural, sin forzarlas, sin presiones, y en muchas ocasiones, sin buscarlas. Cada día va a amanecer, para ello no tenemos nada que hacer, salvo disfrutar de ese momento y, mientras esperamos que ocurra, disfrutaremos del resto de cosas que ya encargamos y de las que nos hemos olvidado rápido en post del siguiente deseo.
Para cultivar la paciencia, es necesario, bajar el ritmo, centrarnos en el presente y vivirlo conscientemente. Manteniendo la seguridad y tranquilidad, de que habrá un futuro, siempre que lo acompañemos de buenas prácticas saludables y buenas actitudes.
La paciencia nos permite vivir la vida desde la actividad paciente. Nos ponemos en marcha, seguimos avanzando, y acompañamos la vida, ajustándonos al momento, y al ritmo de la misma. Se trata de no pretender que sea de otra manera, sino de saber esperar y mantener la calma, para que las cosas ocurran cuando tengan que ocurrir.
“La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces.”

Por lo tanto, la paciencia es toda un arte…