miércoles, 21 de diciembre de 2016

El Síndrome de la Isla...

El Síndrome de la Isla...



El temor a involucrarse con el ser querido esconde un miedo sustancial, "el miedo a crecer". Eso nos hace vivir aislados, sin puentes afectivos con el otro, como si fuéramos una isla. El miedo a perder la individualidad se ha convertido en el mal por excelencia de nuestro tiempo.
El Síndrome de la Isla, se manifiesta de diversas maneras y pueden darse de manera simultánea, alternada o parcial.
Manifestándose en distintas circunstancias como reacción ante la posibilidad de quedar comprometido a una situación, laboral, de amistad o de pareja, siendo este último ámbito donde los síntomas son más agudos, ya que es imposible que una pareja crezca si sus integrantes no se involucran en ella, si no se comprometen con la relación.
El miedo a crecer, se pone de manifiesto cada vez que tenemos oportunidad de involucrarnos, de avanzar, dar pasos, abandonar lo cómodo y funcional (a veces) lugar de ser "hijos" para pasar a ser "personas mayores", "padres".
Involucrarse afectivamente con alguien nos hace más fuertes y felices, pero al mismo tiempo nos hace sentirnos frágiles porque establecemos relaciones de mutua dependencia afectiva.
Cuando somos emocionalmente inmaduros nunca toleramos esa frustración, la decepción nos resultaría intolerable, por lo que preferimos no ilusionarnos nunca, tanto como para llegar a renunciar, a nuestros sentimientos, evitando de manera simbólica, la frustración.
Es algo así como no salir a jugar un partido por miedo a perderlo, es decir, darlo por perdido antes de comenzar por miedo a perderlo.... loco, ¿no?
El miedo al abandono, a ser dejados, decepcionados, suele ser uno de los causantes más frecuentes para no involucrarse.
Como tenemos conciencia de tener un “yo” débil, no queremos ceder territorio por temor a perder nuestras "posesiones".
Cada uno de nosotros además llega a una relación de pareja con su propio álbum emocional, cuyas imágenes están determinadas por las experiencias familiares, por la forma en que se fue configurando desde la infancia nuestro mundo afectivo.
Este álbum implica haber internalizado de manera inconsciente, un determinado tipo de pareja, por lo que conocerla quizás nos permita no repetir la historia.
El cambio es posible, mantener el equilibrio entre lo individual y lo común es parte sustancial del arte de vivir en pareja de manera armónica.
Si se tiene seguridad en uno mismo, ninguna pareja nos invadirá,
Si nos cuesta compartir, habrá que planteárselo como un ejercicio personal, decidiéndose a compartir paulatinamente aquello que nos cuesta tanto.
Blanquear, nuestros miedos a nuestra pareja (pues poner nuestros conflictos en palabras, ayuda a resolverlos).
Revisar nuestra historia para determinar qué es lo que tratamos de preservar o rechazamos de nuestra infancia.
Reconocer el límite entre "compartir la vida" a "compartirlo todo". Amar a una persona no implica renunciar a toda nuestra vida anterior a ella.
Intentar ponerse en el lugar del otro, y recordar frases célebres, como; "no hagas a otro lo que no te gusta que te hagan a ti".
No es lógico pretender una relación afectiva sin plantearse espacios comunes, más allá de los individuales.

"Cosechamos lo que sembramos", si siembras indiferencia, falta de atención y compromiso, eso será lo que recibas...




¿Y qué hay, del amor?...

¿Y qué hay, del amor?...



El amor que damos a otros, aunque no nos demos cuenta es proporcional al amor que recibimos. Lo que le hacemos a otros nos lo estamos haciendo a nosotros mismos, yo soy la otra persona…
Cuando damos amor abiertamente, sin esperar nada a cambio, lo recibimos en abundancia. Ya sabemos que dar es igual a recibir. El otro es nuestro reflejo y dando nos estamos amando a nosotros mismos.
¿Cuánto amor te estás dando? O ¿Estas esperando recibirlo primero?
Únicamente cuando me amo es cuando puedo amar a otros, si no me amo entonces ese amor es condicional, está más relacionado con mi necesidad. Cuando estamos amándonos, estamos permitiendo que en nuestra realidad se manifieste cualquiera de las formas posibles del amor.
Lo que sale de mi invariablemente regresará a mí.
No necesitamos que nos den amor para poder darlo, no necesitamos escusas para sentir lo que realmente somos.
El amor es natural en todos nosotros y este fluye sin obstáculos como parte de nuestra esencia humana. En nuestra alma hay infinitas reservas de amor guardadas, pero las podemos tener bloqueadas, sin expresarlas, retenidas.
A veces bloqueamos el amor, nos negamos a recibir porque no lo permitimos, no nos sentimos merecedores de ser amados, de ser tomados en cuenta de ser admirados o no nos creemos valiosos.
Amar no tiene nada que ver con el otro, no tiene que ver con nadie, solo tiene que ver con nosotros y tiene que ver únicamente con lo que sentimos. No necesitamos a alguien para sentir fluir el amor en nosotros y a través nuestro. Luego que estamos sintiendo amor, este se refleja en el mundo exterior manifestándose, pero primero tiene que ser un estado interno.
Aunque estemos bloqueados por nuestras creencias, traumas o miedos aun así podemos dar porque el amor es una fuente inagotable, no es una sustancia perecedera, es la sustancia elemental de la cual estamos hechos.
El cambio radica en nuestra actitud, no esperando que el afuera cambie sino creando el cambio interno, aunque el afuera permanezca igual.
Solo aceptando lo que somos, permitiendo y alineándonos con ello, en vez de fingir ser algo extraño e incoherente, fabricado absurdamente para protegernos; es entonces cuándo podremos disfrutar de todo cuanto somos.
Para desbloquearnos es más sencillo de lo que parece, no tenemos que cambiar nuestras creencias, ellas cambiarán cuando cambiamos nuestras acciones, simplemente tenemos que comenzar a dar… sin mirar a, quien, desde decirle lo importante que es una persona para uno, hasta darle un caluroso abrazo…y decirle “te amo”. Solo fluimos pasando a la acción.
Una vez que lo hacemos una y otra vez, nuestras creencias desaparecen, porque estamos soltando aquello que no somos. Dejamos de alimentar aquello que nos hace sufrir.
Somos amor, aunque lo tratemos de bloquear, eso es lo que somos, y se requiere mucho esfuerzo y sufrimiento el tratar de esconder nuestra verdadera naturaleza.
Lo que llamamos divinidad es la vibración que traducimos, como amor incondicional, y cuando lo sentimos en nuestro interior, somos uno, con nosotros mismos.
Cuando sentimos amor incondicional, nada nos puede dañar, el afuera es solo un espejo que nos muestra lo que llevamos dentro. No necesitamos a nadie para ser lo que somos y poderlo expresar.
Permite que tus relaciones sean lo que son y no lo que esperas que ellas sean; comienza a sentir el amor incondicional. Si necesitas que alguien te amé incondicionalmente, el amor que sientes por ti no es incondicional.
Cuando te des amor incondicional, recibirás amor incondicional del afuera, aunque ya eso no sea importante para ti.
Lo único que tienes que hacer es sentirte en el estado del amor, eso es todo. Estar en el estado de amor, permite, posibilita, potencia a la realidad de manifestar el amor en cualquiera de sus múltiples formas.
Recuerda:

La relación más importante que tienes en la vida, es la relación contigo, cuando te atiendes amorosamente, el resto fluye por sí mismo. Y tú eres amor, no otra cosa. Si lo bloqueas, eres tu quien sufre.




lunes, 19 de diciembre de 2016

¿Por qué siempre me pasa lo mismo con mis parejas?...

¿Por qué siempre me pasa lo mismo con mis parejas?...



Tras varios fracasos en las relaciones de pareja llega un momento en la vida en la que te puedes permitir el lujo de preguntarte el por qué siempre te pasa lo mismo en el amor, por qué siempre te sale mal, por qué no encuentras esa persona con la que compartir tu risa, tu llanto, tus caricias, esos momentos en los que necesitamos apoyarnos en alguien, el por qué siempre parece que todo marcha genial y de repente se acaba el amor, el por qué parecía la persona con la que pasar el resto de tu vida y de repente cambia…
Todas esas cuestiones deberían conducirnos a una única pregunta.
¿Puede que el problema no sean mi pareja, si no yo?
Cuando empezamos una relación todo es maravilloso, creyendo ciegamente que hemos encontrado el amor ideal que combina la pasión, el deseo por lo desconocido, las ganas de poseer a la otra persona… y es en esta etapa donde no somos sinceros con nosotros mismos ya que tendemos a idealizar a la otra persona construyendo en ella lo que querríamos que fuera y no es, y es ahí donde radica el mayor problema, que estamos viviendo una relación idílica y fantasiosa pero no real, y por lo tanto la probabilidad de que vaya a funcionar podría cuestionarse.
En esta primera etapa, el enamoramiento nos absorbe de tal manera que, aunque alguien nos intentase abrir los ojos, sería muy complicado, ya que no queremos escuchar, porque el momento que vivimos es un sueño del que no queremos despertar, aunque desgraciadamente eso vaya a ocurrir más pronto que tarde. Podríamos llamarlo un tiempo de irracionalidad cognitiva o desenfreno emocional en el que sólo deseamos amar, pasar toda una vida a su lado y que el tiempo no se agote.
Uno de los motivos por los que el enamoramiento disminuye su intensidad, a parte de todos los ya conocidos a nivel físico, es debido a que no podemos vivir eternamente con esa máscara puesta, en la que queremos mostrar lo mejor de nosotros mismos, e incluso mostrar una persona que realmente no somos, y por ello poco a poco vamos bajando la guardia y sobretodo, vamos disminuyendo toda la fantasía que teníamos proyectada hacia nuestra pareja y verla como la persona perfecta, para empezar a conocer a la persona real, con la que hemos compartido esta luna de miel.
Es en este momento cuando dejamos atrás el enamoramiento para pasar a un amor más racional, aceptando aquello que nos disgusta, negociando aquello que queremos modificar, presentándonos oficialmente a una nueva persona que desconocemos porque ahora, la vemos sin la venda en los ojos, y es en ese instante y no en otro donde decidiremos si seguir adelante en un camino de crecimiento personal y de la pareja, o bien renunciaremos a todo ello y entraremos en una etapa de “reproches y culpabilizar”.
Y aquí es donde quería llegar, ¿en algún momento nos paramos a pensar en cómo somos nosotros en el marco de una relación, en vez de hablar y criticar al otro? Si empezamos a analizar todas nuestras relaciones pasadas es muy probable que encontremos un patrón común en todas ellas, pudiendo ser los motivos por los que nos enfadamos con nuestra pareja, como reaccionamos cuando algo nos disgusta, que nos molesta de la otra persona, por qué decidimos acabar con una relación que pensamos que no funciona…
Entonces, si observamos que la historia se repite, ¿es casualidad que siempre encontremos personas con las mismas características para hacernos enfadar de la misma manera o es que tenemos un problema todavía no resuelto y del que no éramos conscientes?
Es evidente que todos podemos sufrir un desamor o que una relación no funcione como pensábamos, pero si nuestro caso es de los que se repite una y otra vez con diferentes personas, deberíamos plantearnos, escuchar más lo que dice nuestro interior y porqué lo dice, allí podrás encontrar muchas respuestas.
Por último, me gustaría invitarlos a todos aquellos que están pasando un momento difícil con su pareja, a tomar conciencia de ustedes mismos en su relación para poder comprender a la persona que les acompaña en este camino que nadie dijo; que fuera fácil y crecer juntos hacia un amor, “sereno y consciente”.






Cuando en el amor, haz fallado, entonces, ¿Por qué eliges, al mismo tipo de persona?

Cuando en el amor, haz fallado, entonces, ¿Por qué eliges, al mismo tipo de persona?



Si haces una retrospectiva de tu vida amorosa, te sorprenderás al darte cuenta que todas tus ex-parejas tenían algún tipo de comportamiento similar (tu actual pareja también). No es casualidad, ni por el destino, que eliges los mismos patrones de hombres.
Algunas mujeres pasan su vida lamentándose y culpándose de cuán infelices son, llevan intentando muchas relaciones sin tener un éxito amoroso, creyendo que todos los hombres son iguales. Pero, existen otras mujeres que viven plenamente su relación por haber elegido al hombre perfecto.
No importa en qué relación te encuentres, puesto que puedes cambiar tu forma de pensar y actuar, después de conocer el porqué de tus elecciones. Además, que, al aprender de ello, podrás enseñar a tus hijos para que en su futuro elijan a la pareja correcta.
¿Por qué se elige al mismo tipo de hombre?
1. Se aprende desde la infancia: Desde niños se absorbe mucha información, con respecto a la convivencia de los padres, ellos son el modelo de enseñanza para nosotros, la forma de ser de tu padre y madre son el patrón de conocimiento para ti, así como ellos actúan y se comportan dentro de su matrimonio, tú te formaras una idea de cómo deben ser las relaciones matrimoniales.
Por ejemplo: Si en tu niñez observaste que tu padre era caballeroso, amable y respetaba a tu madre, posiblemente tu pareja actual tendrá el mismo comportamiento.
Así que, es muy importante, la manera como convives con tu pareja y lo que tus hijos observan. Puesto que ellos aprenderán de ti.
¿Cuál es tu relación matrimonial?
¿Qué les quieres enseñar a tus hijos con respecto a las relaciones?
2. Tus hábitos, inseguridades y miedos: Algunas ocasiones las malas experiencias que se viven, son las causas de tener miedos e inseguridades. ¿Observa cómo eres?, ¿Te has convertido en una persona celosa, posesiva o agresiva?, esto hace que tu pareja se comporte como no te gusta.
En algunas ocasiones la falta de autoestima y amor propio, hacen que la pareja cambie su comportamiento.
¿Recuerdas como era tu esposo?
¿Qué ha hecho que cambie su actitud?
Tus comportamientos y actitudes atraen a las personas, así que por ello las parejas que eliges siempre van a resultar que son iguales, simplemente porque tú haces que cambien.
3. Idealizas relaciones imaginarias: Algunas personas no tuvieron la bendición de vivir con sus padres en la niñez, así que lo único que aprendieron de las relaciones matrimoniales es lo que las personas a su alrededor, los medios de comunicación y personas cercanas, le han formado la idea de cómo deben ser las parejas.
Se guían por instinto, fantasía, creencias e idealizan una relación, así que, al elegir a la pareja, por lo común, tienen los mismos patrones de conducta.
¿Cómo ser felices en una relación y elegir correctamente?
Lo más importante es trabajar en ti misma, tu autoestima, miedos, inseguridades y dolores del pasado, para que puedas formarte tu propia creencia de cómo deben ser las relaciones matrimoniales. Buscar ayuda de un especialista, te ayudará con el proceso de sanación, así lograrás ser feliz, con lo que tienes en tu vida.

Recuerda; que tus hijos son vulnerables y aprenden fácilmente lo que ven en casa. Habla con tu pareja al respecto y reflexionen juntos sobre lo que quieren que sus hijos aprendan. Así lograrás que ellos se formen sus propias ideas de cómo deben comportarse, cuando en un futuro formen su propia familia.




domingo, 18 de diciembre de 2016

Del Temor, Al Amor…

Del Temor, Al Amor…



He sentido miedo, y a veces esta sensación ha sido vaga e imprecisa, pero sumamente incomoda y desagradable. Comienza con una sensación en la boca del estómago, o tal vez más arriba, en la parte alta del tórax. Es una molestia y me doy cuenta que es ansiedad. Pero allí está y comienzo a observarla. Tomé la decisión de conocer el proceso y cambiarlo.
Esto me ocurrió hace un par de días y me dije a mi misma, vamos Jocelyne, aplica lo que enseñas, al fin y al cabo, lo que enseñas es para ti, lo que escribes es tu propio aprendizaje.
Todo esto ocurrió con un disparador, un pensamiento, una situación y comenzó a un nivel mente-cuerpo con efectos fisiológicos. Me dejé llevar hasta alcanzar creencias antiguas, unas entrelazadas con otras que hasta ese momento no eran del todo conscientes.
Noté que indagando en la sensación que me atemorizaba y permitiendo sentirla plenamente, vivirla y dejarla ser, al rato surgió una nueva emoción que al principio no parecía estar allí o no era evidente; era una sensación que se fue transformando en tristeza, en ganas de llorar y desesperanza y al permitir correr las lágrimas… el miedo fue desapareciendo completamente. Surgió una especie de alivio, era un sentimiento de aceptación.
Fue en ese mismo instante, que una voz apareció para mi sorpresa. Salía de mi interior y me dijo dulcemente mientras me pasaba su cálida mano imaginaria por los hombros, “Todo va a estar bien, todo ya está bien, nunca fue de otra manera, te dejaste atrapar por tu mente y sus creencias, pero nada de esto es real, es algo que te has imaginado, no existe nada que te pueda dañar, aunque creas en ello” y luego me calmé y sentí paz. Respiré profundamente aliviada.
Los miedos vienen de películas que nos hacemos y estas películas surgen de creencias que tenemos que no desearíamos por nada del mundo que se vuelvan realidad. Surgen de imágenes que tememos y deseamos evitar. Todo esto nos sucede sin nuestro consentimiento; ni siquiera estamos conscientes de qué es lo que lo dispara ni del proceso en el que nos vemos inmersos. Tampoco sabemos cuál es la raíz de estas creencias, pero lo vivimos como una posibilidad muy real y el temor se apodera de nosotros.
Para vencer nuestros miedos y transformarlos tenemos que:
1) Sentirlos completamente, aceptarlos y permitirlos.
2) Preguntarnos ¿Que debo de estar creyendo para sentir este miedo? ¿Qué sucedería si ocurriera realmente? ¿Qué me sucedería a mí si mi creencia fuera real? ¿Qué pensamientos sustituirían estas creencias? (Puedes escribirlas si se te hace más fácil).
3) Contacta tu creencia, mírala y aprópiate de ella, respira profundo. Siente como tu creaste tu creencia o te apropiaste de ella. Es tuya.
4) Al conocer tu creencia más profunda, la puedes cambiar, la sueltas, la dejas ir y le envías amor. Vuelve a respirar profundamente y siente el amor. Agradece la oportunidad de que se ha manifestado para poder deshacerla y dile Gracias, Te Amo- Procede a permitir que sea sustituida por pensamientos de amor. Reconoce que solo es una creencia, no es verdadera, es una ilusión, que tú la has creado y ya no crees más en ella.
El miedo se evapora rápidamente.
Los pensamientos de temor aparecen cuando nos alejamos de vivir en el presente; esto no lo podemos evitar porque nuestra mente es muy saltarina. Pero podemos observarnos y observar el proceso, esto nos permite estar más en el ahora.
Tenemos que permitimos vivir el proceso de nuestros temores, ansiedades y miedos para descubrir las creencias que yacen ocultas y hacerlas nuestras poniéndolas a la luz para cambiarlas y sanarlas. Si no nos permitimos esto y lo que hacemos en vez, es resistirnos, evitando, reaccionando, huyendo o evadiéndonos, ellas no desaparecerán. Lo que hacen es mostrarse cada vez más a menudo en forma de ansiedades, fobias y/o crisis de pánico.
Si tu temor es muy fuerte, déjalo ser, acéptalo y abrázalo, tal vez es la puerta a tu despertar. No huyas de él.
Los temores son alarmas de que estamos desalineados con nuestro verdadero ser y debemos de prestar atención para corregirlo.
Hay algo que es importante mencionar y es que el amor es la píldora milagrosa que sana el miedo. Todo pensamiento de temor tiene su antídoto. El temor es una ilusión basada en la separación y la muerte. Nada de esto es real. Somos inmortales, el cuerpo es nuestro vehículo en esta realidad, pero existen muchas otras realidades a las que podemos acceder, inclusive en esta misma vida cambiando nuestra vibración.
Soltar las creencias es cambiar nuestra frecuencia vibratoria sintonizándonos a una nueva realidad. El amor es el pasaje a las estrellas.
Puedes ayudarte a disolver tus creencias repitiendo para tus adentros, Gracias, Te amo, o con preguntarte, ¿Qué hay en mí que estoy escogiendo sentir esta sensación? O ¿Qué hay en mí que escogí creer en esto? Y luego déjalo ir.

Tú eres el maestro y tu mente es tu sirviente, no al revés.




jueves, 15 de diciembre de 2016

¿Por qué es tan difícil, relacionarse?

¿Por qué es tan difícil, relacionarse?



Porque tú todavía no eres. Hay un vacío interior, y el miedo a que si te relacionas con alguien más tarde o más temprano se demostrará que estás vacío. Por eso parece más seguro mantener una distancia con la gente; por lo menos puedes simular que eres.
Tú no eres. No has nacido todavía, eres tan sólo una posibilidad. Pero todavía no eres su realización; y sólo dos personas que se hayan realizado pueden relacionarse. Relacionarse es una de las cosas más grandes de la vida; relacionarse significa amar, relacionarse significa compartir. Pero antes de poder compartir, tienes que tener. Y antes de poder amar tienes que estar lleno de amor, rebosante de amor.
Dos semillas no se pueden relacionar, están cerradas. Dos flores pueden relacionarse, están abiertas, pueden mandar su fragancia de una a otra, pueden danzar bajo el mismo sol y en el mismo viento, pueden tener un diálogo, pueden susurrarse. Pero esto no es posible para dos semillas. Las semillas están totalmente cerradas, no tienen ventanas; ¿cómo van a relacionarse?
Y esta es la situación. El hombre nace como una semilla; puede convertirse en una flor, o puede que no. Todo depende de ti, de lo que tú hagas contigo mismo; todo depende de si tú creces o no. Es tu elección; y la elección tiene que afrontarse cada momento; cada momento estás en un cruce de caminos.
Millones de personas prefieren no crecer. Permanecen como semillas, se quedan en potencialidades, nunca llegan a realizarse. No saben lo que es la autorrealización, no saben nada acerca de la existencia. Viven totalmente vacíos y mueren totalmente vacíos. ¿Cómo van a relacionarse?
Sería exponerte a ti mismo; tu desnudez, tu fealdad, tu vacío; parece más seguro mantener una distancia. Hasta los amantes mantienen cierta distancia; llegan hasta un punto, y permanecen alerta cuando se dan la espalda. Tienen sus límites; permanecen confinados en sus límites.
Sí, hay cierta clase de relación, pero no es la de relacionarse, es la de la posesión: El marido posee a la esposa, la esposa posee al marido, los padres poseen a los hijos, y así sucesivamente. Pero poseer no es relacionarse; de hecho, poseer es destruir toda posibilidad de relacionarse. Si te relacionas, respetas; no puedes poseer. Si te relacionas, se crea una gran reverencia. Si te relacionas te vas acercando y llegas muy, muy cerca, en profunda intimidad, superponiendo, sin interferir en la intimidad del otro, y a su vez el otro sigue siendo un individuo independiente.
Es la relación del "yo-tú", no la del "yo-ello", super poniéndose, interpretándose, y a la vez, en cierto sentido independiente. Kahlil Gibran dice: “Ser como dos pilares, que sostienen el mismo tejado, pero no se posean el uno al otro, dejar al otro independiente. Sostener el mismo tejado; ese tejado es el amor”.
Dos amantes sostienen algo invisible e inmensamente valioso: una poesía de ser, una música escuchada en el profundo seno de su existencia. Ambos sostienen una armonía, pero permanecen independientes. Pueden exponerse al otro, porque no tienen miedo. Saben quiénes son. Conocen su belleza interior, conocen su perfume interior; no tienen miedo.
Pero normalmente tienes miedo, porque tú no tienes ninguna fragancia. Si te expones a ti mismo simplemente estarás; estarás a los celos, odios, iras, lujuria. No tendrás el perfume del amor, la bondad, la compasión.
Millones de personas han preferido quedarse en semillas.
¿Por qué?
Cuando pueden convertirse en flores y danzar al viento, bajo el sol, bajo la luna, ¿por qué han decidido quedarse en semillas? Hay una razón para esta decisión: la semilla está más segura que la flor. La flor es frágil; la semilla no lo es, la semilla parece más fuerte. La flor puede ser destruida muy fácilmente; sólo un golpe de viento y sus pétalos volarán. La semilla no puede ser destruida por el viento tan fácilmente, la semilla está muy protegida, segura. La flor estará expuesta; una cosa tan delicada, y expuesta a tantos riesgos: puede soplar un viento fuerte, puede llover tormentosamente, el sol puede calentar demasiado, cualquier tonto puede arrancar la flor. Cualquier cosa puede ocurrirle a la flor, le puede pasar de todo; la flor está constantemente en peligro. Pero la semilla está segura; por eso millones de personas han decidido permanecer como semillas. Pero quedarse en semilla es quedarse muerto, quedarse en semilla no es en absoluto vivir. Es seguro, ciertamente, pero no tiene vida. La muerte es segura, la vida es inseguridad. El que realmente quiere vivir tiene que vivir en peligro, en constante peligro. El que quiere alcanzar la cima tiene que arriesgarse a perderse. El que quiere escalar las más altas cimas tiene que arriesgarse a caerse, escurrirse.
Cuanto mayor es el anhelo de crecer, más y más riesgo se tiene que aceptar. El verdadero hombre acepta el peligro como su propio estilo de vida, como el verdadero clímax del crecimiento.
Me preguntaras: “¿Por qué es tan difícil relacionarse?”.
Es difícil porque tú todavía no eres. Primero sé. Sólo después todo lo demás es posible: primero sé. Jesús dice a su manera: «Primero, busca tu paz, todo lo demás te será dado». Esto es sólo una vieja expresión que quiere decir lo mismo que yo estoy diciendo: primero sé, todo lo demás te será dado. Pero ser es el requerimiento básico. Si eres, el coraje viene como consecuencia. Si eres, surge un gran anhelo por la aventura; y cuando estás listo para explorar, puedes relacionarte. Relacionarse es explorar; explorar la consciencia del otro, explorar el territorio del otro. Pero cuando explores el territorio del otro, tienes que darle la bienvenida y permitir que él te explore a ti; no puede ir en una sola dirección. Y puedes permitir que el otro te explore sólo cuando tienes algo, algún tesoro dentro de ti. Entonces no hay miedo. De hecho, invitas al huésped, abrazas al huésped, le llamas, le quieres dentro. Quieres que vea lo que has descubierto en ti mismo, quieres compartirlo.
Primero sé, luego puedes relacionarte; y recuerda, relacionarse es muy bello. La relación en pareja es un fenómeno completamente diferente; es algo muerto, fijo, ha llegado a un punto final. Te casas con una mujer; ha llegado un punto final. Desde aquí las cosas sólo declinarán. Has llegado al límite, ya no crece nada. El río se estanca y se convierte en un pantano. La relación en pareja es algo que ya está acabado; relacionarse es un proceso. Elude las relaciones y profundiza más y más en el relacionarte.
Mi énfasis está en los verbos no en los nombres; evita los nombres tanto como te sea posible. En el lenguaje no los puedes evitar, lo sé; pero en la vida, evítalos; porque la vida es un verbo. La vida no es un nombre, es un verbo; en realidad es “vivir” no “vida”. No es amor, es amar. No es la relación, es relacionarse. No es la canción, es cantar. No es la danza, es danzar.
Observa la diferencia, saboréala. Una danza es algo completo; se han dado los últimos toques, ya no queda nada por hacer. Algo acabado es algo muerto. La vida no tiene puntos finales, las comas están bien, pero no los puntos finales. Los lugares de descanso están bien, pero no los destinos.
En vez de pensar cómo relacionarte, cumple el primer requisito: medita, sé, y después relacionarse llegará por sí mismo. El que se hace silencioso, feliz, el que empieza a rebosar energía, a convertirse en una flor, tiene que relacionarse. Se relaciona con gente, se relaciona con los animales, se relaciona con los árboles, se relaciona hasta con las rocas. No es algo que tenga que aprender, es algo que ocurre.
De hecho, se relaciona las veinticuatro horas del día. Si camina sobre la tierra, se relaciona con la tierra; al tocar sus pies la tierra, se relaciona. Si se baña en el río, se relaciona con el río, y si mira a las estrellas se relaciona con las estrellas.
No es cuestión de relacionarse con alguien en particular. El hecho básico es que, si tú eres, toda tu vida se vuelve un relacionarse. Es una canción constante, una danza constante; es una continuidad, como el fluir de un río.

Medita, primero encuentra tu centro. Antes de relacionarte con alguien más, relaciónate contigo mismo: este es el requisito básico que hay que cumplir. Sin él, nada es posible.




El vacío...

El vacío...




El vacío interior se manifiesta como depresión, con síntomas como falta de motivación, desesperanza, carencia de proyectos, sensación de extrañamiento, desasosiego, sentimiento de inseguridad y de temor a la vida y ausencia de sentido de la existencia. Este estado invade el pensamiento y lleva a una persona a pensar que en la vida todo es negativo y que la realidad está al borde del colapso.
La realidad tiene dos aspectos, el negativo que es la nada, y lo positivo que es todo. Sin embargo, en la nada se encuentra el germen potencial del todo, porque se necesita llegar a tocar fondo para animarse a volver a empezar. Lo positivo es la vida misma que nos impulsa a unir los contrarios, encontrarnos con nosotros mismos y ver todo como una unidad con significado.
El vacío surge cuando se pone el empeño en vivir para afuera, creyendo que la felicidad es algo que se puede comprar. Pero todos sabemos que aun teniéndolo todo, la vida puede resultar vacía y sin sentido.
Lo único que nos reconcilia con la vida es ser nosotros mismos, hacer realidad la persona que somos y apasionarnos con nuestros propios proyectos. Solo podremos sentirnos bien cuando estemos haciendo lo que nos corresponde, que es aquello para lo que hemos nacido...Cuando la vida de una persona se convierte solamente en un trabajo bien remunerado, esa actitud puede llevarla a sentirse alienada y vacía por dentro; y si llegara a perder ese trabajo también podría sentirse perdida ella misma como persona. A veces, perder el trabajo o la pareja, es la oportunidad que algunos necesitan para animarse a arriesgarse a ser ellos mismos. Porque la necesidad de seguridad nos hace vivir anestesiados y puede ocurrir que sólo un suceso traumático nos despierte y nos lleve a aprovechar el impulso del cambio...Pero mientras permanezcamos sujetos a situaciones mutilan tés, no estaremos en paz con nosotros mismos porque al permitir tales situaciones.
Lo único que llena el vacío interior es sentirse bien con uno mismo, hacer las cosas lo mejor posible, comprometiéndose, relacionarse con amor, con verdad, desinteresadamente, porque el otro es otro y no se le puede responsabilizar de nuestra vida que es única y distinta...
La diferencia que más distingue a las personas es la actitud positiva hacia la vida, de absoluta entrega y aceptación, y la disposición necesaria para elegir el propio destino...Se puede lograr desarrollar esta actitud buceando en el interior de uno mismo, tratando de despojarse de modelos ya hechos e impuestos por una sociedad enajenante. Se puede ser independiente emocionalmente sin necesidad de hacer sufrir a nadie...
Tener tiempo para uno mismo es necesario, porque cuando permanecemos siempre conectados a algo, nos alienamos y perdemos la conciencia de nosotros mismos, nos confundimos con los otros, con los proyectos de otros, con la vida de los otros...Tenemos que rescatar lo esencial de nosotros mismos, porque es lo que permanece siempre y no cambia y lo que nos permite reconocernos a través del tiempo.
Analizar con valentía y tomar conciencia de la importancia de las cosas que hacemos automáticamente, con el piloto automático, nos evitará que la vida pase a nuestro lado sin que nos demos cuenta hasta que ya seamos viejos y sea demasiado tarde.
Nuestros estados de conciencia positivos se contagian, producen el mismo efecto que una piedra al caer al agua: ondas positivas que se esparcen en todas direcciones hasta inimaginables distancias. La forma personal de pensar puede cambiar al mundo, porque volverse hacia adentro significa poder conectarse con el inconsciente colectivo y nos da la oportunidad de compartir lo más genuino que llevamos dentro con los demás, relacionarnos mejor y trabajar en común uniendo esfuerzos.
Y por todo ello, el vacío interior de la depresión, es un abismo muy profundo que sólo se llena con amor...




Enfrentar La Soledad, y El Vacío Interior…

Enfrentar La Soledad, y El Vacío Interior…



Ese sentimiento de soledad que aprieta el corazón, que cierra la garganta, ese vacío, esa angustia, es un estado muy generalizado, cualquiera sea la causa personal. Esa sensación es producto de la insatisfacción, como si todo se convirtiera en instantáneo y descartable, y nos quedáramos con un “¡¿Y ahora qué?!”, sintiéndonos víctimas del desamor.
Muchas veces experimentamos este sentimiento, aunque estemos rodeados de personas, condicionados por las protecciones que utilizamos para no sufrir. Entonces, ¿qué podemos hacer?
Pues, el único camino que yo conozco y que realmente llenó ese vacío y eliminó para siempre esa sensación de soledad en mí, fue el conocerme profundamente y expandir el amor-conciencia en mi interior. Es por eso que lo comparto, porque sé que funciona para quien está buscando más.
Es muy difícil para los seres humanos confiar y abrirse a recibir el amor. En lo profundo, no nos sentimos ni dignos ni merecedores, y aunque digamos que sí, que queremos recibirlo, automáticamente actúan esos patrones y bloqueos de los que hablaba.
Yo sugiero que cada uno elija un camino para llegar a conocerse, a amarse. Por mi parte, yo enseño el mío; lo tienes en un libro si lo quieres. El punto es que te abras a experimentar lo que te puede acercar a ese maravilloso territorio único y desconocido para el que no existe más mapa que el propio sentimiento, y es el camino a uno mismo, al corazón.
Por otro lado, si no podemos recibir, no podemos detectar lo que viene hacia nosotros. Otras veces nos mantenemos aferrados al pasado, nos castigamos por lo que no hicimos o por lo que hicimos. Hemos acumulado tanto resentimiento que es como una coraza de acero que no nos permite acercarnos, y entonces sólo existe eso: el viejo sentimiento de reproche, de rencor. No nos damos cuenta de que a los únicos a los que el resentimiento realmente lastima es a nosotros mismos.
Estos rumores subterráneos nos quitan fuerzas. Es un enfoque de nuestra mente que repite el pasado, que sólo ve lo mismo que ya fue. Mi invitación es a abrazar el presente, nuevo, fresco, con inocencia, dicha y amor. Esto es lo que tuve que descubrir yo para salir de mi propio sentimiento de soledad y abandono en el que estaba inmersa, ahogándome en los miedos, hasta que finalmente toqué fondo. Es bueno tocar fondo, ya que sólo hay una dirección hacia la cual ir, y es saliendo de ahí, haciendo lo opuesto a lo que hemos hecho hasta ahora, y sobre todo, amando ese lugar en el que nos sentimos víctimas tan sólo por vivir.
Tenemos una tendencia automática que a veces se transforma en adicción: sufrir. Mi invitación es a que descubras algo que está esperando ser despertado en ti, está en tu corazón: el amor-conciencia. Cuando expandimos el amor incondicional en nosotros, la soledad es un sentimiento que ya no existe. Comienzas a abrirte a recibir, pues te estás diciendo SI a ti mismo, a la vida, estando presente en cada momento con lo que es.
La conciencia jamás está sola. Observa a los niños: ellos juegan solitos, imaginando cosas, sintiéndose completos en cada momento. Todo lo que necesitas está dentro de ti. La conciencia jamás está sola porque se está amando a sí misma, disfruta de sí misma y vive completa dentro de ella. Puedes estar en un salón rodeado de cien personas y sentirte solo, porque la verdad es que el estar contigo te resulta insoportable. Pero si estás anclado en el amor-conciencia, puedes estar solo pero nunca sentirte solo, puedes elegir estar con alguien, pero en realidad no necesitas de nadie.
¿Qué sucedería – y esta es mi propuesta en este encuentro – si cada vez que sientes que te falta algo y que diriges la mirada hacia afuera buscándolo, en su lugar te enfocaras en apreciar las cositas más pequeñas que te rodean, la florecita diminuta que casi pisaste y que en su pequeñez goza de una perfección que es de maravillarse? ¿Y si aprecias al niño jugando, al perro custodiando su hueso, a la mamá que toma a su pequeñita, a la pareja que camina sosteniéndose en un abrazo como si no existiera nada más en el mundo, a la nube que está por tapar el sol, al sonido del tráfico tan ruidoso, y así, todo lo miras con apreciación? Notarías que algo en tu pecho, en lugar de apretarse, se empieza a abrir, y hasta en algún momento, tal vez te encuentres con una sonrisa que se esboza desde dentro hacia afuera.
Apreciar, es como decir SI a todo. Aprecia tu hoy, y escucha. Escúchate profundo y verás cómo la soledad ha quedado atrás y has encontrado ya a tu mejor amigo. Y así, sanando la separación de ti mismo, tampoco te sentirás separado del resto. Cuando el amor está fluyendo desde dentro puedes dar a los otros, y también encontrar lo que estabas buscando en tantas partes: tu mejor amigo.

Estuvo siempre allí, en tu corazón.




domingo, 11 de diciembre de 2016

Vivo, desde el alma...

Vivo, desde el alma...



De una carta de amor…
Todos somos aprendices del alma y tenemos toda la vida para obtener la maestría, que no es más que la vida plena que llega con la muerte. Estoy aprendiendo a vivir según el alma, seguramente como tú haces, cada día. Quizás por eso no tengo miedo a la vida ni la muerte. Tal vez por eso, vivo bien vivo y moriré viviendo.
Pero en el largo o corto camino, vivo como se, ciento y puedo, oyendo cada día más lo que la vida me dicta y mi mente me inspira. Pero ya son vida y muerte internas ambas, sutiles, las que guían mis pasos y me hablan en susurridos al oído del corazón que todos tenemos, pero pocos utilizamos. La vida me habla de vivir la intensamente y compartir la con amor, y la muerte, de vivir cada día como si fuera el ultimo de mi vida. Nos han enseñado a mirar la vida y la muerte sólo con los ojos y claro, nos vemos más que vida y muerte, sólo humanas, rutinarias y protocolizadas, carentes de sentido y de autenticidad.
Pero ahora lamento si en mi camino por la vida hacia mi muerte te incómoda mi presencia, porque la sientes demasiado cercana y, a ratos, quizás dolorosa, porque no sientes su alma cerca o suficientemente despierta para reencontrarse a la mía. No es mi intención herirte ni que te sientas mal, conmigo. Sólo dame tiempo para qué tan bien aprenda a no hablarte de alma, queriéndote en silencio, sin que mi alma se manifieste por mi boca, diciéndote esa verdad que a veces nos duele, otra nos incomoda y, espero que alguna vez, también te provoque la felicidad que ahora desde mi alma estoy sintiendo.
Algún día tal vez aprender que mi alma llega a tu alma sin palabra y que, para ello, ambos sólo tenemos que tener nuestra alma bien despierta, para compartirla con amor, cómo deberíamos hacer todos en este mundo, que sin ella se hace duro, desalmado y, por ello, demasiado inhumano.
Mi alma me hace sentir pleno, presente y no entiende de sólo ausencias, ni de sólo heridas, ni de sólo miedo, porque comprende que todo eso forma parte de una vida ya llena de alma. Cuando llegas a entender que el luz y sombra son hermanas en una misma vida y que juntas conforman el todo que debemos aprender a vivir, desde el alma, para integrar las. Porque ella entiende de modo y de miedo, y juntos los envuelve en una misma aureola de magia que es la vida misma, la tuya y la mía, la de todos los que nos rodean. Aunque cada uno la viva como suya y pueda elegir si es el amor o el miedo quien nos domina, quien ilumina nuestra breve existencia en esta vida.

Pero es mi alma desbocada quien a veces se resiste a callar, a guardar silencio para respetarte, aunque eso sea una manera de quererte, de amarte de verdad, como mereces. Pero eso que sólo tu alma entiende, es difícil que lo entienda tu mente a través sólo de mis palabras vacías. La palabra es una creación humana y, por tanto, relacionan y limitada. Quizás algún día aprenderé que mi alma, como la tuya, no necesita palabras para amarse de verdad y para siempre. Y ese día cambiare mi forma de ser, por una mirada a distancia y desde el corazón, ya nunca más, mudo ni distante. Mientras, día a día, aprender a no decirte nada al oído y, en cambio, si hacerlo a tu corazón, ese que ya se. Junto a tu alma y a la mía, siempre presentes, aunque hoy silenciosas.




Fluir o Perseverar...

Fluir o Perseverar...



No hay nada mejor que ser perseverantes a la hora de perseguir nuestros propósitos en la vida. A más energía invertimos en ello, más nos ayudara a conseguirlo. No obstante, también es verdad que dependerá del sentido que tengan nuestro propósito. Si es algo motivado por el amor (confianza, bien común, etc.) será más fácil que llegue a cumplirse. Si en cambio se fundamenta en el miedo (odio, temor, etc.), menos probabilidades. Pero, como alguien dijo, la suerte no es más que la conjunción entre la preparación y el momento. La preparación significa haber invertido en energía para conseguir nuestro propósito. El momento, en este contexto, es que la vida nos ofrezca la oportunidad, y, evidentemente, que seamos capaces de ver la ir de aprovecharla.
Sobre el papel, es fácil de entender. Empuja tu vida hacia tu propósito, y luego deja que la vida te traiga la oportunidad de conseguirlo. Pero no siempre es fácil empujar y luego dejar que la vida haga el resto, acostumbrados como estamos a luchar con ahínco hasta conseguir algo. Seguramente nos cuesta confiar en los demás, tanto como en la vida. Confiar es amar, al fin y al cabo. Y no siempre somos capaces de amar y de ser amados, aunque nos lo creamos.
Las personas, como yo mismo, que fuimos educados para aprender y hacer cosas, tenemos la mala costumbre de pensar que sin nosotros el mundo no gira.
¿Es que no saldrá el sol, si yo no pongo mi despertador cada día?
Y no, el mundo gira cada día, con o sin nosotros, así como la vida fluye, nos guste o no. Resistirse a ello es inútil, como lo es intentar hacer prevalecer nuestros planes y deseos, sobre la realidad de la vida en constante cambio. La vida puede tener otros planes para nosotros y para nuestra vida, y quizás debamos creer no lo y dejar que ella se manifieste. Siendo honesto con nosotros mismos.
¿Cuántas veces hicimos planes y nunca se cumplieron?
¿Cuántas veces la vida superó con creces nuestros deseos y sueños, mientras nos lamenta vamos de no haber obtenido lo que esperábamos exactamente que ella?
De ahí tal vez la necesaria atención que debemos tener siempre a lo nuevo que llega.
Alguna vez me gusta recrearme en el pasado y reflexionar sobre mi vida. La más de las veces, no sólo no se cumplieron mis expectativas, sino que lo vivido no tuvo nada que ver con lo deseado, tanto en el aspecto positivo, como en el negativo. Deberíamos perder el mal hábito de juzgar las cosas en cuanto llegan y, simplemente, estar dispuestos a vivir las, sin ni tan siquiera buscarle su sentido o significado. Simple y llanamente, confiando en que, si están aquí, es por algo. Luego, la propia vida nos mostrará su profundo sentido y entonces seremos verdaderamente capaces de entender el porqué de todo lo que ocurre en nuestra vida. Mirando hacia atrás en nuestra propia historia, todo lo que ha sucedido en ella tiene su "¿para qué?", Aunque a menudo nuestra mente nos cuestione su significado. Tal vez lo único que deberíamos extraer como conclusión es que el que aprender a confiar en la propia vida.
Hace ya tiempo que no intento buscar el sentido de las circunstancias cuando llegan, como muchos presuntos iluminados hacen. Como tampoco juzgar las, aunque eso a veces cuesta, pues es humano tienen mis propios planes. Simplemente, cada día más intento sentir las en mi interior, donde todo tiene ya su propio sentido, y vivirlas. Pero he de reconocer que, día a día, por fin entiendo más y mejor las reglas de la vida, como se comporta. Antes, durante demasiados años, siempre tuve una idea concreta de mi vida, incluso en los pequeños detalles. Hoy, años después y viendo los resultados en mi propia vida y en la de los demás, sólo sé que no sé nada, aunque eso es precisamente lo que ha dejado, por fin, de asustarme. Las cosas son como son, y yo lo único que puedo en mi propia vida es enfocarme a lo que quiero o no en ella, y aceptar sin miedo lo que venga.

Esto último, aunque parezca mentira o una obvie dad, es un gran logro. Pongo toda mi energía en lo que quiero, y luego dejo que la vida diga la suya. Cuando empiezas a entender de qué va la vida, miras de sacarle el máximo provecho, a disfrutar en ella cada nuevo instante, como si siempre fuera el último o el primero. Y eso invita a ser agradecido con ella, aunque la razón no siempre lo entienda. Aprendes a no perder un solo instante, así como a respetar el momento de los que te rodean y su libertad de aprovecharlo o no. Así, sin darte cuenta, deja de lamentarte, de dar lecciones sobre la vida a los demás y aprendes a vivir tu vida con responsabilidad, sin perder un solo momento. Yo pongo la tasa de café vacía y la vida la llena, gota a gota.