Vivo, desde el alma...
De una carta de amor…
Todos somos aprendices del alma y tenemos toda la vida para
obtener la maestría, que no es más que la vida plena que llega con la muerte.
Estoy aprendiendo a vivir según el alma, seguramente como tú haces, cada día.
Quizás por eso no tengo miedo a la vida ni la muerte. Tal vez por eso, vivo
bien vivo y moriré viviendo.
Pero en el largo o corto camino, vivo como se, ciento y
puedo, oyendo cada día más lo que la vida me dicta y mi mente me inspira. Pero
ya son vida y muerte internas ambas, sutiles, las que guían mis pasos y me
hablan en susurridos al oído del corazón que todos tenemos, pero pocos utilizamos.
La vida me habla de vivir la intensamente y compartir la con amor, y la muerte,
de vivir cada día como si fuera el ultimo de mi vida. Nos han enseñado a mirar
la vida y la muerte sólo con los ojos y claro, nos vemos más que vida y muerte,
sólo humanas, rutinarias y protocolizadas, carentes de sentido y de
autenticidad.
Pero ahora lamento si en mi camino por la vida hacia mi
muerte te incómoda mi presencia, porque la sientes demasiado cercana y, a
ratos, quizás dolorosa, porque no sientes su alma cerca o suficientemente
despierta para reencontrarse a la mía. No es mi intención herirte ni que te
sientas mal, conmigo. Sólo dame tiempo para qué tan bien aprenda a no hablarte
de alma, queriéndote en silencio, sin que mi alma se manifieste por mi boca, diciéndote
esa verdad que a veces nos duele, otra nos incomoda y, espero que alguna vez,
también te provoque la felicidad que ahora desde mi alma estoy sintiendo.
Algún día tal vez aprender que mi alma llega a tu alma sin
palabra y que, para ello, ambos sólo tenemos que tener nuestra alma bien
despierta, para compartirla con amor, cómo deberíamos hacer todos en este
mundo, que sin ella se hace duro, desalmado y, por ello, demasiado inhumano.
Mi alma me hace sentir pleno, presente y no entiende de sólo
ausencias, ni de sólo heridas, ni de sólo miedo, porque comprende que todo eso
forma parte de una vida ya llena de alma. Cuando llegas a entender que el luz y
sombra son hermanas en una misma vida y que juntas conforman el todo que
debemos aprender a vivir, desde el alma, para integrar las. Porque ella
entiende de modo y de miedo, y juntos los envuelve en una misma aureola de
magia que es la vida misma, la tuya y la mía, la de todos los que nos rodean.
Aunque cada uno la viva como suya y pueda elegir si es el amor o el miedo quien
nos domina, quien ilumina nuestra breve existencia en esta vida.
Pero es mi alma desbocada quien a veces se resiste a callar,
a guardar silencio para respetarte, aunque eso sea una manera de quererte, de
amarte de verdad, como mereces. Pero eso que sólo tu alma entiende, es difícil
que lo entienda tu mente a través sólo de mis palabras vacías. La palabra es
una creación humana y, por tanto, relacionan y limitada. Quizás algún día
aprenderé que mi alma, como la tuya, no necesita palabras para amarse de verdad
y para siempre. Y ese día cambiare mi forma de ser, por una mirada a distancia
y desde el corazón, ya nunca más, mudo ni distante. Mientras, día a día,
aprender a no decirte nada al oído y, en cambio, si hacerlo a tu corazón, ese
que ya se. Junto a tu alma y a la mía, siempre presentes, aunque hoy
silenciosas.
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