¿Y qué hay, del
amor?...
El amor que damos a otros, aunque no nos demos
cuenta es proporcional al amor que recibimos. Lo que le hacemos a otros nos lo
estamos haciendo a nosotros mismos, yo soy la otra persona…
Cuando damos amor abiertamente, sin esperar nada a
cambio, lo recibimos en abundancia. Ya sabemos que dar es igual a recibir. El
otro es nuestro reflejo y dando nos estamos amando a nosotros mismos.
¿Cuánto amor te estás dando? O ¿Estas esperando
recibirlo primero?
Únicamente cuando me amo es cuando puedo amar a
otros, si no me amo entonces ese amor es condicional, está más relacionado con
mi necesidad. Cuando estamos amándonos, estamos permitiendo que en nuestra
realidad se manifieste cualquiera de las formas posibles del amor.
Lo que sale de mi invariablemente regresará a mí.
No necesitamos que nos den amor para poder darlo, no
necesitamos escusas para sentir lo que realmente somos.
El amor es natural en todos nosotros y este fluye
sin obstáculos como parte de nuestra esencia humana. En nuestra alma hay
infinitas reservas de amor guardadas, pero las podemos tener bloqueadas, sin
expresarlas, retenidas.
A veces bloqueamos el amor, nos negamos a recibir
porque no lo permitimos, no nos sentimos merecedores de ser amados, de ser
tomados en cuenta de ser admirados o no nos creemos valiosos.
Amar no tiene nada que ver con el otro, no tiene que
ver con nadie, solo tiene que ver con nosotros y tiene que ver únicamente con
lo que sentimos. No necesitamos a alguien para sentir fluir el amor en nosotros
y a través nuestro. Luego que estamos sintiendo amor, este se refleja en el
mundo exterior manifestándose, pero primero tiene que ser un estado interno.
Aunque estemos bloqueados por nuestras creencias,
traumas o miedos aun así podemos dar porque el amor es una fuente inagotable,
no es una sustancia perecedera, es la sustancia elemental de la cual estamos
hechos.
El cambio radica en nuestra actitud, no esperando
que el afuera cambie sino creando el cambio interno, aunque el afuera
permanezca igual.
Solo aceptando lo que somos, permitiendo y
alineándonos con ello, en vez de fingir ser algo extraño e incoherente,
fabricado absurdamente para protegernos; es entonces cuándo podremos disfrutar
de todo cuanto somos.
Para desbloquearnos es más sencillo de lo que
parece, no tenemos que cambiar nuestras creencias, ellas cambiarán cuando
cambiamos nuestras acciones, simplemente tenemos que comenzar a dar… sin mirar
a, quien, desde decirle lo importante que es una persona para uno, hasta darle
un caluroso abrazo…y decirle “te amo”. Solo fluimos pasando a la acción.
Una vez que lo hacemos una y otra vez, nuestras
creencias desaparecen, porque estamos soltando aquello que no somos. Dejamos de
alimentar aquello que nos hace sufrir.
Somos amor, aunque lo tratemos de bloquear, eso es
lo que somos, y se requiere mucho esfuerzo y sufrimiento el tratar de esconder
nuestra verdadera naturaleza.
Lo que llamamos divinidad es la vibración que
traducimos, como amor incondicional, y cuando lo sentimos en nuestro interior,
somos uno, con nosotros mismos.
Cuando sentimos amor incondicional, nada nos puede
dañar, el afuera es solo un espejo que nos muestra lo que llevamos dentro. No
necesitamos a nadie para ser lo que somos y poderlo expresar.
Permite que tus relaciones sean lo que son y no lo
que esperas que ellas sean; comienza a sentir el amor incondicional. Si
necesitas que alguien te amé incondicionalmente, el amor que sientes por ti no
es incondicional.
Cuando te des amor incondicional, recibirás amor
incondicional del afuera, aunque ya eso no sea importante para ti.
Lo único que tienes que hacer es sentirte en el
estado del amor, eso es todo. Estar en el estado de amor, permite, posibilita,
potencia a la realidad de manifestar el amor en cualquiera de sus múltiples
formas.
Recuerda:
La relación más importante que tienes en la vida, es
la relación contigo, cuando te atiendes amorosamente, el resto fluye por sí
mismo. Y tú eres amor, no otra cosa. Si lo bloqueas, eres tu quien sufre.
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