jueves, 15 de diciembre de 2016

El vacío...

El vacío...




El vacío interior se manifiesta como depresión, con síntomas como falta de motivación, desesperanza, carencia de proyectos, sensación de extrañamiento, desasosiego, sentimiento de inseguridad y de temor a la vida y ausencia de sentido de la existencia. Este estado invade el pensamiento y lleva a una persona a pensar que en la vida todo es negativo y que la realidad está al borde del colapso.
La realidad tiene dos aspectos, el negativo que es la nada, y lo positivo que es todo. Sin embargo, en la nada se encuentra el germen potencial del todo, porque se necesita llegar a tocar fondo para animarse a volver a empezar. Lo positivo es la vida misma que nos impulsa a unir los contrarios, encontrarnos con nosotros mismos y ver todo como una unidad con significado.
El vacío surge cuando se pone el empeño en vivir para afuera, creyendo que la felicidad es algo que se puede comprar. Pero todos sabemos que aun teniéndolo todo, la vida puede resultar vacía y sin sentido.
Lo único que nos reconcilia con la vida es ser nosotros mismos, hacer realidad la persona que somos y apasionarnos con nuestros propios proyectos. Solo podremos sentirnos bien cuando estemos haciendo lo que nos corresponde, que es aquello para lo que hemos nacido...Cuando la vida de una persona se convierte solamente en un trabajo bien remunerado, esa actitud puede llevarla a sentirse alienada y vacía por dentro; y si llegara a perder ese trabajo también podría sentirse perdida ella misma como persona. A veces, perder el trabajo o la pareja, es la oportunidad que algunos necesitan para animarse a arriesgarse a ser ellos mismos. Porque la necesidad de seguridad nos hace vivir anestesiados y puede ocurrir que sólo un suceso traumático nos despierte y nos lleve a aprovechar el impulso del cambio...Pero mientras permanezcamos sujetos a situaciones mutilan tés, no estaremos en paz con nosotros mismos porque al permitir tales situaciones.
Lo único que llena el vacío interior es sentirse bien con uno mismo, hacer las cosas lo mejor posible, comprometiéndose, relacionarse con amor, con verdad, desinteresadamente, porque el otro es otro y no se le puede responsabilizar de nuestra vida que es única y distinta...
La diferencia que más distingue a las personas es la actitud positiva hacia la vida, de absoluta entrega y aceptación, y la disposición necesaria para elegir el propio destino...Se puede lograr desarrollar esta actitud buceando en el interior de uno mismo, tratando de despojarse de modelos ya hechos e impuestos por una sociedad enajenante. Se puede ser independiente emocionalmente sin necesidad de hacer sufrir a nadie...
Tener tiempo para uno mismo es necesario, porque cuando permanecemos siempre conectados a algo, nos alienamos y perdemos la conciencia de nosotros mismos, nos confundimos con los otros, con los proyectos de otros, con la vida de los otros...Tenemos que rescatar lo esencial de nosotros mismos, porque es lo que permanece siempre y no cambia y lo que nos permite reconocernos a través del tiempo.
Analizar con valentía y tomar conciencia de la importancia de las cosas que hacemos automáticamente, con el piloto automático, nos evitará que la vida pase a nuestro lado sin que nos demos cuenta hasta que ya seamos viejos y sea demasiado tarde.
Nuestros estados de conciencia positivos se contagian, producen el mismo efecto que una piedra al caer al agua: ondas positivas que se esparcen en todas direcciones hasta inimaginables distancias. La forma personal de pensar puede cambiar al mundo, porque volverse hacia adentro significa poder conectarse con el inconsciente colectivo y nos da la oportunidad de compartir lo más genuino que llevamos dentro con los demás, relacionarnos mejor y trabajar en común uniendo esfuerzos.
Y por todo ello, el vacío interior de la depresión, es un abismo muy profundo que sólo se llena con amor...




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