Vive tu tristeza...
Sabes que es la tristeza, "Una mano gigante que aprieta
el corazón".
En el diccionario de los diccionarios, de la real academia,
dice: La tristeza se vincula a la cualidad de triste y esa cualidad a la
pesadumbre, dolor, melancolía o aflicción. Incluso, en según qué las
expresiones, algo funesto e insignificante.
Para el común de los mortales, la tristeza es una emoción
que sentimos cuando hemos perdido algo importante, nos ha decepcionado algo o
ha ocurrido una desgracia propia o ajena, que nos afecta.
Lo bueno y lo malo, de la tristeza es que, antes o después,
nos embarga a todos. En ocasiones se manifiesta abiertamente, y otras transita
en silencio, aunque esa tristeza larvada sea a mi modo de ver, más un producto
social que una reacción fisiológica.
Es fácil que la tristeza sea vivida con más intensidad en la
adolescencia. Aunque las estadísticas pongan de manifiesto que afecta en
proporciones parecidas a adolescentes y adultos y, en menor medida, a los
niños, igualmente concluyen que los primeros experimentan esta emoción con
mayor vehemencia por la inseguridad personal que les genera el reto de formar
su identidad. Los adolescentes viven la pérdida de su cuerpo infantil, la
renuncia a la dependencia, la pérdida de los padres como protección y las
rupturas que tienen que afrontar, en la búsqueda de su autonomía con especial
abatimiento.
Como cualquier otra emoción, la tristeza cumple una función
muy importante en nuestro cuerpo y en nuestra vida. El hecho de que asistamos a
una conclusión, de la psicología positiva y podamos beneficiarnos de numerosos
consejos y técnicas acerca de cómo superar nuestros problemas, no debería
llevarnos a una huida u oculta miedo de las emociones, sino más bien a su
comprensión.
A muchas personas les cuesta analizar y comprender sus
emociones y sentimientos. Centran su atención, en describir hechos y
acontecimientos del día a día y rara vez hablan de sí mismos en términos de
interioridad. De hecho, puedes encontrarte con alguien que habla de la
intimidad de otras personas, mientras no se atreve a hablarte de la suya.
Conocer nuestras emociones nos ayuda a comprenderlas y a gestionarlas.
Parece que últimamente, la tristeza no estuviera bien vista.
En más de una ocasión, he oído decir, que le hemos perdido el respeto a la
tristeza. Cuando alguien está triste hacemos lo posible por sacarlo de esta
emoción, entretenerle, cambiarle de tema o incluso nos enfadamos con él. Cuando
nosotros estamos tristes, a menudo sentimos miedo y nos evadimos.
Lo cierto es que la tristeza tiene su razón de ser. Es un
mecanismo de autodefensa para responder frente a una situación que nos provoca
dolor. Una reacción natural que nos impulsa hacia un cambio totalmente
renovador y nos exige aceptar y superar aquello que ya pasó. Es duelo y
regeneración al mismo tiempo.
Si has perdido a un ser querido o a una amiga/o, si te has
separado, si te sientes sola/o, si has sufrido un desengaño amoroso, si no has
logrado lo que anhelabas, y tienes una enfermedad que te impide hacer lo que
deseas o te hace sentirte diferente al resto, no le encuentras sentido a tu
vida o has pasado por un cambio o una discusión difícil, experimentarás
tristeza.
Bajo el influjo de esta emoción nuestro cuerpo interpretará
que la alegría no es conveniente, socavará nuestra energía para comenzar cosas
nuevas y nos conducirá a dejar de hacer, ahorrándonos esfuerzos inútiles. La tristeza
actúa sobre nosotros, reduciendo nuestro interés por la diversión y el placer y
fijando nuestra atención en aquello que hemos perdido o que nos duele. Lo que
realmente hace es provocar una retirada reflexiva de las actividades de la vida
para colocarnos en un estado suspensivo desde el llorar la pérdida y
profundizar en su significado. Un estado óptimo para realizar los ajustes
mentales y planes necesarios que nos permitan continuar con nuestra vida.
Cuando estamos tristes sentimos ganas de llorar y el llanto
nos ayuda a sacar fuera el dolor. También es frecuente que busquemos la
compañía de una amiga/o o de un ser querido, que nos escuche y apoye. Sin
embargo, algunas personas intentan combatir erróneamente la tristeza con
medicamentos. Puede que estas sustancias químicas hagan desaparecer los
síntomas e inhiban y la exteriorizan de la pena, pero esta seguirá latente,
esperando su momento para emerger, porque la tristeza es un duelo que necesita
ser vivido. No siempre es una opción.
Mientras que la tristeza puede considerarse un sentimiento
normal que concluye con un reajuste de ideas, su prolongación crónica en el
tiempo constituye una enfermedad conocida con el nombre, de depresión.
Por lo tanto, es importante que dejes fluir tu tristeza y
que la vivas plenamente, pero sin habitar en ella. La tristeza debe ser un
puente, nunca el camino...
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