Fluir o Perseverar...
No hay nada mejor que ser perseverantes a la hora de
perseguir nuestros propósitos en la vida. A más energía invertimos en ello, más
nos ayudara a conseguirlo. No obstante, también es verdad que dependerá del
sentido que tengan nuestro propósito. Si es algo motivado por el amor
(confianza, bien común, etc.) será más fácil que llegue a cumplirse. Si en
cambio se fundamenta en el miedo (odio, temor, etc.), menos probabilidades.
Pero, como alguien dijo, la suerte no es más que la conjunción entre la
preparación y el momento. La preparación significa haber invertido en energía
para conseguir nuestro propósito. El momento, en este contexto, es que la vida nos
ofrezca la oportunidad, y, evidentemente, que seamos capaces de ver la ir de
aprovecharla.
Sobre el papel, es fácil de entender. Empuja tu vida hacia
tu propósito, y luego deja que la vida te traiga la oportunidad de conseguirlo.
Pero no siempre es fácil empujar y luego dejar que la vida haga el resto,
acostumbrados como estamos a luchar con ahínco hasta conseguir algo.
Seguramente nos cuesta confiar en los demás, tanto como en la vida. Confiar es
amar, al fin y al cabo. Y no siempre somos capaces de amar y de ser amados,
aunque nos lo creamos.
Las personas, como yo mismo, que fuimos educados para
aprender y hacer cosas, tenemos la mala costumbre de pensar que sin nosotros el
mundo no gira.
¿Es que no saldrá el sol, si yo no pongo mi despertador cada
día?
Y no, el mundo gira cada día, con o sin nosotros, así como
la vida fluye, nos guste o no. Resistirse a ello es inútil, como lo es intentar
hacer prevalecer nuestros planes y deseos, sobre la realidad de la vida en
constante cambio. La vida puede tener otros planes para nosotros y para nuestra
vida, y quizás debamos creer no lo y dejar que ella se manifieste. Siendo
honesto con nosotros mismos.
¿Cuántas veces hicimos planes y nunca se cumplieron?
¿Cuántas veces la vida superó con creces nuestros deseos y
sueños, mientras nos lamenta vamos de no haber obtenido lo que esperábamos
exactamente que ella?
De ahí tal vez la necesaria atención que debemos tener
siempre a lo nuevo que llega.
Alguna vez me gusta recrearme en el pasado y reflexionar
sobre mi vida. La más de las veces, no sólo no se cumplieron mis expectativas,
sino que lo vivido no tuvo nada que ver con lo deseado, tanto en el aspecto
positivo, como en el negativo. Deberíamos perder el mal hábito de juzgar las
cosas en cuanto llegan y, simplemente, estar dispuestos a vivir las, sin ni tan
siquiera buscarle su sentido o significado. Simple y llanamente, confiando en
que, si están aquí, es por algo. Luego, la propia vida nos mostrará su profundo
sentido y entonces seremos verdaderamente capaces de entender el porqué de todo
lo que ocurre en nuestra vida. Mirando hacia atrás en nuestra propia historia,
todo lo que ha sucedido en ella tiene su "¿para qué?", Aunque a
menudo nuestra mente nos cuestione su significado. Tal vez lo único que
deberíamos extraer como conclusión es que el que aprender a confiar en la
propia vida.
Hace ya tiempo que no intento buscar el sentido de las
circunstancias cuando llegan, como muchos presuntos iluminados hacen. Como
tampoco juzgar las, aunque eso a veces cuesta, pues es humano tienen mis
propios planes. Simplemente, cada día más intento sentir las en mi interior,
donde todo tiene ya su propio sentido, y vivirlas. Pero he de reconocer que,
día a día, por fin entiendo más y mejor las reglas de la vida, como se
comporta. Antes, durante demasiados años, siempre tuve una idea concreta de mi
vida, incluso en los pequeños detalles. Hoy, años después y viendo los
resultados en mi propia vida y en la de los demás, sólo sé que no sé nada,
aunque eso es precisamente lo que ha dejado, por fin, de asustarme. Las cosas
son como son, y yo lo único que puedo en mi propia vida es enfocarme a lo que
quiero o no en ella, y aceptar sin miedo lo que venga.
Esto último, aunque parezca mentira o una obvie dad, es un
gran logro. Pongo toda mi energía en lo que quiero, y luego dejo que la vida
diga la suya. Cuando empiezas a entender de qué va la vida, miras de sacarle el
máximo provecho, a disfrutar en ella cada nuevo instante, como si siempre fuera
el último o el primero. Y eso invita a ser agradecido con ella, aunque la razón
no siempre lo entienda. Aprendes a no perder un solo instante, así como a
respetar el momento de los que te rodean y su libertad de aprovecharlo o no.
Así, sin darte cuenta, deja de lamentarte, de dar lecciones sobre la vida a los
demás y aprendes a vivir tu vida con responsabilidad, sin perder un solo
momento. Yo pongo la tasa de café vacía y la vida la llena, gota a gota.
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