Me Quiero…
Reflexión
Me quiero y cuando me quiero, puedo quererte a ti, a
él, a ella y al resto…
Aquí estoy, frente al espejo, observándome y
sintiéndome. Forzando esta situación, que, de otra manera, me cuesta tanto…
En silencio, me observo a través de la imagen que me
devuelve y me veo. Una combinación de lo mismo y lo diferente de cada ser
humano, pero siempre auténtica e irrepetible, así eres tú, así soy yo.
Me dispongo a viajar hacia lo más recóndito de mi
ser, para sincerarme conmigo y darme todo el amor que tantas veces se me olvida
y espero que sean otros los que me lo ofrezcan en mi lugar, decepcionándome
porque no sucede de la manera y la forma que yo pretendo.
Y es que, ya lo decía Oscar Wilde “La mejor historia
de amor es la que se tiene con uno mismo”
Por ello, he buscado este momento a solas conmigo,
para decirme lo que nunca me he dicho y comienzo:
Me quiero… me suena raro e indescriptible, pero
continúo, será la falta de costumbre y habrá que ponerle más entusiasmo.
¡Me quiero!
Me quiero porque soy una persona única e
irrepetible, no hay nadie como yo, al igual que no hay nadie como tú; podremos
tener algunas cosas en común, pero no somos iguales entre nosotros.
Me quiero, al igual que quiero todo aquello que sale
de mí y lo que contengo, aunque haya veces que sea, poco consciente.
Me quiero como soy, con mis virtudes y mis defectos,
mis cualidades potenciales y aquellas, que aún tengo que pulir.
Me quiero a mí, y con ello van implícito, que quiero
a todo mi cuerpo, como es y lo que puedo hacer con él. Lo que percibo, lo que
escucho, lo que siento, lo que saboreo y lo que huelo.
También quiero a mi mente, a todos los pensamientos
que se originan en ella y los sentimientos que nacen, cual quiera que sean.
Me quiero y me acepto, para así poder dar paso a
conocerme de la forma más sincera y sutil que puedo. Y así, poder buscar las
soluciones con esperanza y valor, para cada una de mis dificultades, si es que
se puede, sino acepto las posibilidades infinitas que la vida me quiera
presentar.
Al quererme, he aprendido a ver las crisis y los problemas,
como oportunidades y no como estancamientos. Observo lo que sucede, lo que
pienso y cómo me siento, y luego, me gusta hallar el aprendizaje que contienen,
responsabilizándome de ello.
Me quiero, y por ello sé, que, dentro de mí, se
encuentran todos los recursos e instrumentos que necesito para sobrevivir, tan
solo tengo que descubrirlos, más allá de mis resistencias, y si no los
encuentro, los aprendo.
Me quiero y quiero a mis emociones. A la alegría, la
culpa, la tristeza, el miedo, a todas las que experimento porque sé que cada
una de ellas me está indicando algo para seguir conociéndome, para seguir
trabajándome y experimentado la vida.
Me quiero, no solo a mí, sino también a mis sueños,
ilusiones, esperanzas y retos. Soy consciente de que todo forma parte de mi
ser. Mis aciertos, pero también mis errores; quizás no podía hacerlo de otra
manera debido a mis circunstancias, pero siempre puedo buscar alternativas si
la situación lo requiere.
Me quiero y por ello no me comparo, porque no me
sirve de nada. Comparar personas o situaciones resulta inservible, ya que, ni
yo he pasado por lo que tú has vivido, ni tú por lo mío, y desde ahí puedo
decir que las situaciones, por lo tanto, son diferentes. Cada uno las vive
desde sus experiencias.
Me quiero, aún sé que hay aspectos que no conozco de
mí mismo, pero estoy dispuesto a descubrirlos y a construirlos.
Me quiero, de la forma más sincera y real que
existe, incondicionalmente, y por ello, me cuido, me perdono y me permito
disfrutar de mí mismo.
Me quiero y cuando me quiero, puedo quererte a ti, a
él, a ella y al resto…
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