¿Por qué siempre me pasa lo mismo con mis parejas?...
Tras varios fracasos en las relaciones de pareja
llega un momento en la vida en la que te puedes permitir el lujo de preguntarte
el por qué siempre te pasa lo mismo en el amor, por qué siempre te sale mal,
por qué no encuentras esa persona con la que compartir tu risa, tu llanto, tus
caricias, esos momentos en los que necesitamos apoyarnos en alguien, el por qué
siempre parece que todo marcha genial y de repente se acaba el amor, el por qué
parecía la persona con la que pasar el resto de tu vida y de repente cambia…
Todas esas cuestiones deberían conducirnos a una
única pregunta.
¿Puede que el problema no sean mi pareja, si no yo?
Cuando empezamos una relación todo es maravilloso,
creyendo ciegamente que hemos encontrado el amor ideal que combina la pasión,
el deseo por lo desconocido, las ganas de poseer a la otra persona… y es en
esta etapa donde no somos sinceros con nosotros mismos ya que tendemos a
idealizar a la otra persona construyendo en ella lo que querríamos que fuera y
no es, y es ahí donde radica el mayor problema, que estamos viviendo una
relación idílica y fantasiosa pero no real, y por lo tanto la probabilidad de
que vaya a funcionar podría cuestionarse.
En esta primera etapa, el enamoramiento nos absorbe
de tal manera que, aunque alguien nos intentase abrir los ojos, sería muy
complicado, ya que no queremos escuchar, porque el momento que vivimos es un
sueño del que no queremos despertar, aunque desgraciadamente eso vaya a ocurrir
más pronto que tarde. Podríamos llamarlo un tiempo de irracionalidad cognitiva
o desenfreno emocional en el que sólo deseamos amar, pasar toda una vida a su
lado y que el tiempo no se agote.
Uno de los motivos por los que el enamoramiento
disminuye su intensidad, a parte de todos los ya conocidos a nivel físico, es
debido a que no podemos vivir eternamente con esa máscara puesta, en la que
queremos mostrar lo mejor de nosotros mismos, e incluso mostrar una persona que
realmente no somos, y por ello poco a poco vamos bajando la guardia y
sobretodo, vamos disminuyendo toda la fantasía que teníamos proyectada hacia
nuestra pareja y verla como la persona perfecta, para empezar a conocer a la
persona real, con la que hemos compartido esta luna de miel.
Es en este momento cuando dejamos atrás el
enamoramiento para pasar a un amor más racional, aceptando aquello que nos
disgusta, negociando aquello que queremos modificar, presentándonos
oficialmente a una nueva persona que desconocemos porque ahora, la vemos sin la
venda en los ojos, y es en ese instante y no en otro donde decidiremos si
seguir adelante en un camino de crecimiento personal y de la pareja, o bien
renunciaremos a todo ello y entraremos en una etapa de “reproches y
culpabilizar”.
Y aquí es donde quería llegar, ¿en algún momento nos
paramos a pensar en cómo somos nosotros en el marco de una relación, en vez de
hablar y criticar al otro? Si empezamos a analizar todas nuestras relaciones
pasadas es muy probable que encontremos un patrón común en todas ellas,
pudiendo ser los motivos por los que nos enfadamos con nuestra pareja, como
reaccionamos cuando algo nos disgusta, que nos molesta de la otra persona, por
qué decidimos acabar con una relación que pensamos que no funciona…
Entonces, si observamos que la historia se repite,
¿es casualidad que siempre encontremos personas con las mismas características
para hacernos enfadar de la misma manera o es que tenemos un problema todavía
no resuelto y del que no éramos conscientes?
Es evidente que todos podemos sufrir un desamor o que
una relación no funcione como pensábamos, pero si nuestro caso es de los que se
repite una y otra vez con diferentes personas, deberíamos plantearnos, escuchar
más lo que dice nuestro interior y porqué lo dice, allí podrás encontrar muchas
respuestas.
Por último, me gustaría invitarlos a todos aquellos
que están pasando un momento difícil con su pareja, a tomar conciencia de
ustedes mismos en su relación para poder comprender a la persona que les
acompaña en este camino que nadie dijo; que fuera fácil y crecer juntos hacia
un amor, “sereno y consciente”.
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