lunes, 5 de diciembre de 2016

Los pensamientos negativos… ¿tú también los tienes?

Los pensamientos negativos… ¿tú también los tienes?



En ocasiones parece que los pensamientos negativos se convierten en algo así como un viejo amigo que habita cómodamente en nuestra mente. Es como si alguien se hubiese infiltrado y secuestrado nuestra mente, obligándonos a tener los mismos repetitivos pensamientos y las mismas conversaciones de cada día; alguien realmente muy pesado que no sabe hablar de otra cosa más que de las preocupaciones y los problemas.
Esa voz es como una emisora de radio y no deja de emitir pensamientos como si fuesen las noticias de un telediario. Esos pensamientos negativos generalmente acaban enfocándose siempre en los mismos problemas y terminan arrastrándonos al mismo lugar emocional de siempre, a la preocupación y a la ansiedad, sacándonos del presente y llevándonos mentalmente, a distorsionadas situaciones futuras que nos hacen sufrir innecesariamente en el presente.
Para aprender a frenar a ese enemigo, que a veces parece tomar control de nuestra mente, distorsionando y magnificando muchas situaciones de manera desproporcionada, tenemos que aprender algunas claves, así que aquí van algunas.
Lo primero es “darte cuenta” de que tu viejo amigo ha vuelto a aparecer, que ha comenzado su discurso de siempre, enfocándose en todo lo que está o puede ir mal, en vez de poner la atención en lo que sí puedes hacer. Esa voz que sigilosamente te susurra al oído, quiere arrastrarte al lado del pesimismo, robándote la energía, las posibilidades e incluso frenándote en tus aspiraciones para acabar robándote la oportunidad de lograr tus sueños. Por ello, no puedes permitir que esos pensamientos sigan campando a sus anchas por tu cabeza.
Atente a los hechos, no a las suposiciones de lo que podría ocurrir. En una gran parte, el miedo nace de la increíble capacidad que tiene nuestra mente para ser creativa en sentido negativo, imaginando todos los peores escenarios posibles… Así que deja de imaginar e irte a los extremos para dejar de sufrir sin sentido, y vuelve aquí, ahora, al presente y a lo que sí puedes hacer hoy.
Ponle un nombre a esa voz negativa como si fuese un personaje muy pesado. Le puedes llamar “Manolito”, “Juana”, “Fortunata” … escoge un nombre y cuando comiences a sentir que los pensamientos y las emociones negativas te invaden, ese es el momento de “darte cuenta” y decir ¡¡Hombre!! ya está de visita “Manolito” fulana o fulano, con su rollo y su historia de siempre…
Ese es el instante para cambiar de emisora mental, a una más positiva. Se trata de dirigir el enfoque a un objetivo concreto, para desviar, recuperar y centrar nuestra atención hacia lo que sí queremos y podemos hacer.
Ni el pasado, ni el presente determinan el futuro. La situación actual que estés viviendo no es el reflejo garantizado de lo que será el futuro. Todo cambia, porque el futuro no está escrito; lo escribes tú y lo forjas cada día con tus decisiones y tus acciones. Si lo que ves a tu alrededor no te gusta, es el momento de tomar decisiones y cambiar, de aprender y crecer; es hora de dejar de mirar dónde estás y comenzar a ver a dónde quieres ir, es hora de dejar de pensar y hablar de cómo están las cosas y comenzar a pensar y hablar de cómo las cosas pueden llegar a ser.
Es hora de crear una nueva visión ilusionante, de esperanza y repleta de posibilidades, porque esa visión de futuro es la que nos carga de energía en el presente y nos empuja a pasar a la acción con más confianza. Cuando crees, creas.
En esta parte del escrito veremos; sobre cómo librarse o reducir los pensamientos negativos, por lo que, si no has leído la primera parte o quieres recordarla, lo puedes hacer aquí.
Inevitablemente por momentos todos tenemos pensamientos y emociones negativas que no deseamos y de los que queremos librarnos, por lo que son necesarias estrategias y herramientas para librarnos de esas malas hierbas, que a veces nacen en el jardín de la mente.
A lo largo de nuestra vida, todos vamos adquiriendo, todo tipo de hábitos y algunos de ellos, de pensamientos, de enfoque, de comportamiento, de lo que hacemos, se convierten en repetitivas rutinas que nos llevan al mismo lugar emocional de siempre. Si nos abandonamos, aunque sea de manera inconsciente, tenemos la tendencia de absorber todo lo que ocurre a nuestro alrededor… y ya sabemos que lo que solemos recibir del entorno no siempre es lo mejor y más inspirador…
Todo eso nos afecta, en mayor o menor medida y tiende a aumentar la cantidad de pensamientos negativos, afectando a nuestras expectativas de futuro y a nuestra confianza. Por ello, si queremos mejorar la calidad de nuestros pensamientos y nuestras emociones, tenemos que tomar decisiones sobre la cantidad y calidad de información a la que nos exponemos, porque cuanta más información de calidad y nuevos conocimientos constructivos recibamos, más mejorará la calidad de nuestros pensamientos, de nuestras expectativas y de nuestras emociones.
Esa decisión a la que te expones es absoluta y totalmente tu responsabilidad, así que escoge bien.
Estos son los puntos que tratamos al principio de escrito:
Lo primero es “darte cuenta” que tu viejo amigo ha vuelto a aparecer…
Ponle un nombre a esa voz negativa.
Atente a los hechos, no a las suposiciones de lo que podría ocurrir.
Cambiar el estado mental dirigiendo el enfoque a un objetivo concreto.
Y ahora, pon atención a los siguientes puntos:
Reconoce lo bueno a tu alrededor y sé agradecida/o. Deja de pensar en todo lo que te falta por hacer, lograr o demostrar y sé más agradecida/o por lo que sí tienes: por estar vivo, por otro día que es una oportunidad, por la familia, amigos, personas queridas, por el aire, el sol… Si no eres agradecida/o por las pequeñas cosas, que al final son las grandes, jamás tendrás suficiente y todo te parecerá poco.
Escribe qué es lo que te preocupa y/o la causa o enfoque de los pensamientos negativos. En muchas ocasiones no sucede nada realmente grave y concreto que sea una verdadera amenaza en nuestra vida, sino que son pequeñas situaciones y sucesos que se van acumulando y que nos hacen sentir que la situación nos sobrepasa. Nuestra mente cada vez se dispersa más en infinidad de cosas, nos agobiamos, aumenta el problema y parece que todo nos supera.
Lo que tenemos que hacer es definir y concretar qué es lo que más nos agobia y nos preocupa, para dejar de preocuparnos y ocuparnos de ello. Nuestro cerebro, a veces, huye y evita esas situaciones que nos crean tensión; es un mecanismo defensivo, pero “el evitar” también nos debilita y nos genera aún más tensión. En cambio, cuando las afrontamos, nos sentimos más fuertes, responsables y capaces, y es entonces cuando tomamos el mando y el control de nuestra voluntad, nuestra mente y nuestra vida.
Deja de generalizar. ¿Te has encontrado alguna vez diciendo?, “Nunca me sale bien”, “siempre pasa lo mismo”, “todos son iguales”, “ya sé lo que va a pasar”. Si eso es lo que crees, siento mucho decirte que es así, pero lo es para ti porque eso es lo que dices y es lo que crees, por lo que termina siendo como una auto profecía.
Son tus propios pensamientos y tu lenguaje los que te colocan en ese estado mental. De algún modo, ya estás esperando que eso suceda y tu propia actitud y expectativa la provoca. Obviamente, al final sucede lo que esperabas, te das la razón a ti mismo y se confirma tu teoría… Así que abandona el hábito de generalizar, deja de hacer de fatídica pitonisa/o y comienza a ver las cosas como sí pueden llegar a ser.
Muchas personas viven su vida al son que dicta la tecnología y todo el ruido externo que les rodea en vez de estar dirigidos por su música interior. Aprende a desconectar y conectar con la naturaleza o simplemente desconectar. Pon en tu agenda un merecido tiempo de calidad para ti. Para, frena, respira, conecta y se agradecida/o.

La idea es crear un estilo de vida que no esté dirigido por todo lo que sucede fuera, sino crear unas rutinas, una disciplina y unas prioridades que sean el centro de nuestra vida, en donde somos más creativos, más productivos y estamos en control.




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