Cuál es el sentido de la vida o propósitos…
La explicación que intentan dar la filosofía o la religión al porqué de
la existencia, respondiendo a interrogantes como la finalidad del ser humano,
el valor de la vida o su dirección. Constituye la pregunta básica de estas dos
disciplinas y se aplica usualmente sólo en la vida del hombre, ya que es la
única especie que parece tener conciencia y un autoconcepto suficientemente
desarrollado como para querer encontrar un sentido a la propia presencia en el
mundo, ligado a una teleología.
Las respuestas han sido muy variadas históricamente y han aparecido en el
arte, los mitos, los cultos religiosos y en el pensamiento racional y
comprenden desde la ausencia de sentido hasta la búsqueda de la felicidad,
pasando por la trascendencia u otros intentos de encontrar un significado a la
vida.
El contenido de este escrito:
Sentido o propósito de la vida.
Propósito o sentido en otra vida.
Sentido en los demás.
Sentido en la propia felicidad.
Ausencia de sentido.
Otras explicaciones
Sentido o propósito de la vida
Las preguntas por el sentido o el propósito de la vida surgen ante la
evidencia de la muerte: si todo se acaba y la muerte es inevitable, ¿tiene
algún significado la vida? Buscar un sentido a la existencia aleja el miedo a
la muerte y da más valor a los años vividos, porque no solamente son para ellos
mismos sino como símbolo; el sentido de la vida es ella misma, el propio acto
de vivir es un valor positivo para la negación de la muerte que supone. Esta
respuesta ha sido usada por el ateísmo para explicar el surgimiento de la
religión o la creencia en un más allá, que sería entonces sólo una sublimación,
un consuelo ante el terror de la finitud de la vida.
Esta respuesta, sin embargo, también se ha usado en la filosofía
defensora del hedonismo: como que la vida es breve, el sentido es ella misma,
aprovechar al máximo disfrutando tanto como se pueda. El tópico
literario carpe diem invita a la exaltación del presente, que agota el
sentido, ya que no hay que preguntarse por el significado de un futuro que es
breve y con final.
Las personas religiosas dan sentido y un propósito a la vida por sí misma
justamente por ser un don de Dios, la vida tiene valor y sentido como ofrenda,
es el ser humano al que la divinidad ha otorgado una existencia consciente para
disfrutarla. Saberse mortales refuerza pues el valor de la existencia, como el
regalo más valioso que uno puede tener. Determinadas corrientes contra el
aborto o la eutanasia usan este argumento para apoyar sus demandas: la vida
tiene sentido por sí misma y como que no pertenece al hombre, sino que es un
regalo divino, es un pecado acabar con ella. Por idéntico motivo se condenaba a
los que habían cometido suicidio a no poder ser enterrados en tierra bendita.
La vida puede considerarse como un valor intrínseco, es decir,
incuestionable o tomado como premisa para la especulación posterior. Las
concepciones que defienden esta postura otorgan al ser humano una posición
central en el universo y pueden ser racionales o apelar a un misterio
constitutivo de la existencia. Se pueden encontrar muestras de esta concepción
en el argumento ontológico para defender la existencia de Dios, ya que
presupone que existir es mejor o más perfecto que no existió y por tanto otorga
un valor intrínseco a la vida.
Algunos biólogos también ven un sentido intrínseco a la vida en el
instinto de conservación de todos los seres: el ADN busca no desaparecer y
reproducirse en cualquier forma viva, desde las menos desarrolladas hasta las
más complejas, pero el hombre es el único que puede racionalizarlo. La vida,
por definición, busca seguir siendo vida (de donde deriva el afán de
inmortalidad que se encuentra en tantos relatos).
Propósito o sentido en otra vida.
La mayoría de las religiones ligan el sentido de la vida en otras vidas
(escatología). Para los judíos, por ejemplo, el objetivo de los hombres es
servir y adorar a Dios, ser fieles a su pacto, iniciado con Abraham. En el
Corán se afirma igualmente que el único propósito con que Dios creó a los seres
humanos es que lo adoraran. Todo buen musulmán debe comprender y actuar según
los cinco pilares del islam para no condenarse.
Para el cristianismo obedecer los preceptos divinos también es la única
vía para obtener la salvación, que da significado a toda la existencia porque
en el Paraíso o el Cielo la persona alcanza la máxima felicidad posible que es
la posesión del mismo Dios. El sentido de la vida, entonces, es preparar la
otra vida, obrando correctamente. La vida terrenal, del cuerpo, es finita pero
la del alma es eterna (donde se observa una fuerte influencia del idealismo).
Las religiones orientales preparan otra vida, pero entendida también como
física. La persona posee un aman o alma que puede progresar si se actúa bien,
reencarnando en un ser superior, o bien volver a nacer como un ser inferior. El
objetivo final es liberarse del ciclo de reencarnaciones eternas. A menudo la
progresión del alma se ata a la superación del deseo, por lo cual da infelicidad.
El hinduismo considera que el sentido de la vida es el autoconocimiento,
por entender que la propia alma forma parte de Braman, que todo es uno,
doctrina que fue adoptada por los griegos y partidarios del gnosticismo.
El propósito de la vida no puede explicarse desde la propia vida por lo
tanto la pregunta es absurda porque es imposible de responder, postulan algunos
pensadores.
Cada teoría necesita un marco más amplio que la justifique y en
consecuencia para poder entender el sentido de la vida debería poder salir de
ella. Aceptar esta afirmación no implica pensar que efectivamente existan otras
vidas, como piensan los religiosos, sino simplemente delimitar un marco de
razonamiento. Esta concepción es compartida por filósofos como Kant o
Wittgenstein y psicólogos como David Chalmers, entre otros.
Sentido en los demás.
Epicuro y el utilitarismo afirmaron que el sentido de la vida está en los
demás, hay que intentar vivir proporcionando el máximo placer al prójimo y así
la propia existencia tiene un valor porque mejora la sociedad y asegura la
convivencia. El gozo intelectual (para Stuart Mill), la amistad y el orden que
perseguían los ilustrados devienen entonces garantes de sentido.
El voluntariado o el sentimiento positivo que se deriva de hacer el bien
serían pruebas de que el sentido de la vida está en los demás. El ser humano es
por naturaleza un animal social, que no puede vivir plenamente aislado. La
máxima expresión de vida llena de sentido estaría en el amor, entendido o bien
como una relación de pareja perfecta (como el romanticismo y sus derivaciones)
o como el amor universal. Los otros sustentarían los ideales que darían sentido
a la vida.
La sociedad evoluciona para alcanzar cada vez una mayor unión respetando
la libertad personal. Esta evolución se puede guiar con la voluntad de cada uno
(teleseries), mediante la educación y el control de las emociones y conductas
negativas que causen dolor en otros. El sentido de la vida, pues, puede ser
contemplado en una dimensión individual pero también colectiva, en el progreso
de la civilización.
Sentido en la propia felicidad.
La felicidad es, para muchas personas, lo que da sentido a la vida; una
vida vale la pena cuando se es feliz. Las diferencias están en la definición de
felicidad y en las maneras de conseguirla. Platón, por ejemplo, la ataba al
conocimiento, la vida tenía sentido como una constante búsqueda del
conocimiento verdadero, un acercamiento a la idea, que proporcionaba a la vez
felicidad y sabiduría (el sij ismo también considera la vida como un eterno
aprendizaje que proporciona sentido). Conseguir la virtud ha sido sinónimo de
auténtica felicidad (eudaimonia) y de sentido de la vida para la mayoría de
pensadores en ética (sólo varía la concepción de lo que es bueno).
En el siglo XX, con el auge del relativismo, se abandonaron gran parte de
las concepciones comunes, para afirmar que la vida sólo tiene sentido para cada
persona. La búsqueda de la propia felicidad es un camino individual, diferente
en cada uno, ligado a la libertad y a la autorrealización (Abraham Maslow).
Sólo los propios actos y de la consideración de que estos merezcan, así como el
número y calidad de objetivos alcanzados (o sueños), puede dar sentido a la
existencia y una misma situación puede ser percibida como carente de
significado o como muy llena por diferentes personas.
El humanismo y las filosofías afines recogen esta concepción personal del
sentido y propósito de la vida y subrayan su carácter inmanente, racional y
humano, frente autoridades externas o metafísicas.
Para Viktor Frankl la voluntad de sentido, pero del propio sentido, es lo
que caracteriza al ser humano incluso en situaciones extremas (su logoterapia
nace de los campos de concentración del nazismo). Así la construcción del
sentido de la vida es la principal motivación de la persona, frente al deseo de
placer de Freud o de poder de Nietzsche, y esta construcción de sentido es
justamente la que da sentido a la existencia.
Ausencia de sentido.
La vida no tiene sentido para los defensores del nihilismo, y buscarlo es
sólo una señal de debilidad ante la muerte. No hay valores absolutos y toda
vida acabará, no solamente la propia sino la de todos los seres humanos y,
probablemente, la del universo (Big Crunch). Afirmar que la vida tiene un valor
o un sentido es sostener implícitamente que la vida es mejor que la no vida, y
con este juicio se cae en la falacia naturalista, ya que se mezclan términos
éticos y valorativos que pertenecen a esferas culturales humanas (como “mejor”)
a fenómenos estrictamente naturales y por lo tanto fuera del alcance de estos
juicios. La vida ha dado por evolución, donde interviene mayoritariamente al
azar, en un momento y un espacio dado, sin que haga falta buscar una
explicación o ley rectora. Puede volverse a dar (eterno retorno) o no, sin que
tenga ningún sentido.
La filosofía del absurdo, muy ligada al existencialismo, proclama que
todo intento por encontrar sentido a la vida está condenado al fracaso. Albert
Camus afirmaba que a pesar de esta ausencia de sentido hay que vivir como si
tuviera y aceptar la realidad al mismo tiempo, una tarea que tildaba de heroica
por su dificultad.
Tanto el nihilismo como la filosofía del absurdo han sido acusados, por
sus detractores de hacer caer al hombre en un pesimismo constante. El
pragmatismo reacciona de una manera positiva: la vida probablemente no tiene
sentido, pero lo que no tiene sentido es justamente la pregunta, hay que ser
prácticos e intentar vivir de la mejor manera posible.
Otras explicaciones.
Para la posmodernidad la pregunta sobre el sentido de la vida es una
cuestión semántica, como tantas otras. Hay que ser consciente de los límites
del lenguaje, de la ambigüedad del significado en sí y deconstruir los sentidos
de la vida históricamente aceptados, por nacer de una estructura social y
lingüística determinada.
El destino puede explicar el sentido de la vida, que estaría escrito
desde antes de nacer (determinismo). El significado de la existencia de cada
persona es único, pero se relaciona con un guion previo que no puede alterar
sustancialmente. Conocer el destino y aceptarlo llena los días de la persona
consciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario