La Sabiduría del Silencio Interno, en el camino...
Hablo simplemente cuando es
necesario. Siempre pienso lo que voy a decir, antes de abrir la boca. Soy breve
y preciso, ya que cada vez que dejo salir una palabra, dejo salir al mismo tiempo
una parte de mi energía. De esta manera aprendo a desarrollar el arte de hablar
sin perder energía.
Hago solo las promesas que puedo cumplir. Evito quejarme y utilizo siempre
palabras y frases que proyecten imágenes positivas, porque se producirá
alrededor de mi todo lo que he fabricado con mis palabras cargadas de enseñanza.
Si no tengo nada bueno, verdadero y útil que decir, es mejor quedarse callado y
no decir nada. Aprendo a ser como un espejo. Escucho y reflejo la energía. El
Universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la naturaleza nos ha dado,
porque el Universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras
emociones, nuestras palabras, nuestras acciones, y nos envía de vuelta el
reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias
que se representan en nuestra vida.
Si me identifico con el éxito tendré éxito. Así podemos observar que las
circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del
contenido de nuestra habladuría interna. Aprendo a ser como el Universo,
escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios,
porque siendo como un espejo sin emociones, aprendemos a hablar de otra manera,
con el poder mental tranquilo y en silencio, sin darle oportunidad de imponerse
con sus opiniones personales y evitando que tenga reacciones emocionales
excesivas, simplemente permitiendo una comunicación sincera y fluida.
No me doy mucha importancia y soy humilde, pues cuanto más me muestre superior,
inteligente y prepotente, más me vuelvo prisionero de mi propia imagen y vivo
en un mundo de tensión e ilusiones.
Soy discreto, preservo mi vida íntima, de esta manera me libero de las
opiniones de los demás y llevaré una vida tranquila volviéndome invisible,
misterioso, indefinible, insondable como el camino.
No compito con los demás, me vuelvo como la tierra que nos nutre, que nos da lo
que necesitamos. Ayudo a todos a percibir sus cualidades, a percibir sus
virtudes, a brillar. El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea
conflictos inevitablemente. Tengo confianza en mí mismo, preservo mi Paz
interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los demás.
No me comprometo fácilmente. Si actúo de manera precipitada sin tomar
consciencia profunda de la situación, me voy a crear complicaciones. La gente
no tiene confianza en aquellos que muy fácilmente dicen “si”, porque saben que
ese “si” no es sólido y le falta valor. Tomo un momento de silencio interno
para considerar todo lo que se presenta para tomar mi decisión después. Así
desarrollaré la confianza en mí mismo y la sabiduría.
Si realmente hay algo que no se o no tengo la respuesta a la pregunta que me
han hecho, lo acepto. El hecho de no saber es muy incómodo para el ego, porque
le gusta saber todo, siempre tener razón y siempre dar su opinión muy personal.
En realidad, el ego no sabe nada, simplemente hace creer que sabe.
Evito el hecho de juzgar y criticar, el camino es imparcial y sin juicios, no
critica a la gente, tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad. Cada
vez que juzgo a alguien, lo único que hago es expresar mi opinión muy personal
y es una pérdida de energía, es puro ruido. Juzgar es una manera de esconder
las propias debilidades. El sabio tolera todo y no dirá ni una palabra.
Recuerdo que todo lo que me molesta de los demás es una proyección de todo lo
que todavía no he resuelto en mí mismo. Deja que cada quién resuelva sus
propios problemas y concentra tu energía en tu propia vida. Me ocupo de mí
mismo, no me defiendo. Cuando tratas de defenderte, en realidad estás dándole
demasiada importancia a las palabras de los demás y le das más fuerza a su
agresión. Si aceptas el no defenderte estás demostrando que las palabras de los
demás no te afectan, que son simplemente opiniones y que no necesitas convencer
a los demás para ser feliz. ¡De verdad!
Mi silencio interno me vuelve impasible. Haz regularmente un ayuno de la
palabra para reeducar el ego, que tiene la costumbre de hablar todo el tiempo.
Practico el arte de no hablar. Toma un día a la semana para abstenerte de
hablar, o por lo menos unas horas en el día, según lo permita tu organización
personal. Es un ejercicio excelente para conocer y aprender el universo
ilimitado del camino, en lugar de tratar de explicar con palabras lo que es el
camino.
Progresivamente desarrollaré el arte de hablar sin hablar y mi verdadera
naturaleza interna reemplazará mi personalidad artificial, dejando aparecer la
luz de mi corazón y el poder de la sabiduría del silencio. Gracias a esta
fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas para realizarte y liberarte
completamente. Pero hay que tener cuidado de que el ego no se inmiscuya. El
poder permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio. Si tu ego se
impone y abusa de este poder, el mismo poder se convertirá en un veneno y todo
tu ser se envenenará rápidamente, perdiendo la paz.
Me quedo en silencio, cultivo mi propio ser interno. Respeto la vida de los
demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y
controlar a los demás. Me convierto en mi propio maestro y dejo a los demás ser
lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser. Dicho en otras palabras, vivo
siguiendo la vida en mi propio camino.
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