Por eso, es que te lo
escribo...
No tengo una buena historia que
contar, la verdad. Nunca he sido bueno para expresar lo que siento en voz alta,
y mucho menos ahora, cuando temo volver a pasarlo tan mal, otra vez.
Ojalá tú nunca, sepas lo que es sentirse así; ojalá nunca sepas lo que se
siente cuando te echas de menos a ti mismo. Cuando intentas recordar quien eras
hace tiempo y lo único que se te viene a la mente es que ya no eres esa
persona. Te das cuenta de que has cambiado, y no precisamente poco; las
circunstancias hicieron que las cosas fueran así; y ahora, eres más fuerte, o
eso piensas, aunque ciertamente, no es así. No eres más fuerte, eres más
frágil. Has perdido la confianza en las personas, te cuesta creer que alguien
no quiera hablar contigo, que sencillamente alguien te quiera, te parece
prácticamente imposible. Pero tampoco te preocupa, porque no existe ese alguien
que te quiera, ni esa que quiera hablar contigo. Aunque bueno, en el fondo, sí
que te preocupa; no quieres estar sola/o, otra vez no.
Perder a alguien más. Eso sí que no. Una persona más que se vaya, será como una
perdida más en vida. Que mala es la vida, y más si los amigos fallan y se van. Y
pensamos que, quizás el problema sea yo. Quizás el que falla aquí soy yo.
No puedo más, mi cabeza da vueltas, mi vida da vueltas. Me mareo una y otra
vez. Quiero bajarme, pero es imposible. Nadie me dice que frene, que vaya más
despacio y que contemple a mi alrededor. Todo va demasiado deprisa. Las
imágenes pasan difusas como el paisaje, cuando viajas en el auto. Los recuerdos
son tan pequeños como parecen las casas, vistas desde un avión.
Y aquí nada tiene fin. Ojalá matara el monstruo que hay en mí.
Quiero una razón para levantarme en las mañanas, una excusa para salir los
domingos en las tardes, alguien que cuando me conecte, me esté esperando para
hablar y hablar, por horas por el simple hecho de disfrutar los pensamientos
del otro, un motivo para aguantar los días, algo en lo que ir pensando cuando
voy mirando en el auto, y mirando por la ventana.
Acumular dolor sin convertirlo en palabras, acumular amor sin convertirlo en
abrazos, acumular penas sin llorarlas.
“Soy un soñador”. Hay en mí tan poca vida real, los momentos como éste, como el
de ahora, son para mí tan raros, que me es imposible no repetirlos en mis
sueños. Voy a soñar con mis escritos toda la noche, toda la semana, todo el
año.
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