Una luz en la oscuridad...
Una persona me dijo, hace un tiempo atrás, que no buscara la serenidad
fuera de mí, en estos momentos de incertidumbre general.
Tenía mucha razón, es difícil encontrarla, en unos momentos en que el
caos parece haberse adueñado de nuestro mundo.
Todo salta por los aires, dejando en evidencia nuestro imperfecto
sistema, cuestionando nuestra historia en la manera de proceder y creando una
cierta inquietud ante los cambios que, día a día, llegan a nuestras vidas.
Seguramente para mejor, pues peor no puede ser...
Sujetarse de lo viejo y caduco, a lo conocido y previsible, aunque sea a
todas luces un poco mejorable, es de humano. Nos da miedo lo desconocido,
aunque sea mejor. Intentamos evitar las sorpresas y con ellas lo que aún está
por llegar. Pero deberíamos dejar de lado, el miedo para poder aprovechar las
oportunidades, que se nos presentan.
Cada cambio es una oportunidad... para mejorar o, simplemente, aprender
algo que debemos aprender. Así se hace la vida, cada día. Como alguien dijo; si
haces siempre lo mismo, nunca cambiarás tu vida. Y a estas alturas, creo que
hay ya pocas personas que se conformen con su vida actual...
Pero no vale engañarse, pensar que la situación actual es algo coyuntural
o temporal... y que pronto volverá lo que antes fue, a nuestras vidas. Las
cosas están cambiando a pasos agigantados... y pronto nada volver a ser igual,
en beneficio de todos. Pero para ello, sólo debemos dejar de resistirnos al
cambio. Cualquier resistencia no nos provoca más que el sufrimiento, además de
dilatar el proceso del cambio. Por cierto, un cambio ya inevitable y, por qué
no admitirlo, seguramente positivo y esperanzador...
Pero, ante cualquier novedad o cambio en nuestra vida, sólo tenemos dos
opciones. Tener miedo o confiar. Si nos dejamos vencer por el miedo, este nos
bloqueará e impedirá que estemos atentos a lo que llega nuevo y a verlo como
una oportunidad. Si, en cambio confiamos, sabremos aprovechar la singular
oportunidad que se nos ofrece. En cualquier caso, lo único que deberíamos de
ser capaces de admitir, es que el mundo no está bien y que, si seguimos
haciendo lo mismo que hasta ahora, nunca mejorara.
Podemos expresar nuestro miedo en un primer momento, lamentándonos por lo
que dejamos atrás, compadeciéndonos de nosotros mismos o simplemente mirando
hacia atrás, pero el siguiente paso necesario es, empezar a andar hacia lo
nuevo, aprendiendo a confiar...
Y la confianza es lo que nos falta a todos. Confianza en nosotros mismos
y en nuestra capacidad de enfrentar los nuevos retos, que nos ayuden a mejorar
y a vivir lo que merecemos. Si no la adquirimos o la recuperamos, sólo nos
queda confiar en los demás, para que nos saquen del atolladero en que estamos
todos metidos. Pero, permitirme ser un poco más duro y recordarte que los que
nos han traído hasta este caos y han vivido de él y de tu miedo, no serán
quienes nos saquen de él. Muchas personas, empresas e instituciones de todo
tipo les interesa el caos y el miedo, pues viven de él. Como se dice
popularmente; a río revuelto ganancia de pescadores...
Quizás el primer cambio necesario sea admitir el cambio en sí mismo. El
segundo, aceptar que los resultados del cambio dependerán de nuestra actitud
frente a él. Y el tercero, que el verdadero cambio empieza y acaba por uno
mismo, sin esperar a que alguien haga por ti, lo que tú no eres capaz de
hacer...
Sólo hay que dejar el miedo atrás para ser libres y atrevernos a
cambiar... para mejorar...
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