La Edad de nuestra Alma…
Todos nosotros no sabemos cómo se nos entrega un alma para
que nos acompañe y sea parte nuestra de por vida.
Nadie pregunta por qué, pero, está.
Sin darnos cuenta, al comienzo de nuestros primeros pasos,
podríamos decir que no la notamos, que ignoramos, como si no la tuviésemos,
pero sigue estando, y sin que lo sepamos, va creciendo junto a nuestro lado, al
mismo tiempo; aún está en plena formación, es muy joven todavía para que pueda
y sepa transmitirnos lo que necesitamos saber para vivir, pero con el correr
del tiempo, ya en plena madurez, actúa acompañándonos y nos guía lo suficiente
para conducirnos por el camino correcto que aún nos queda por andar.
Nos damos cuenta que tiene vida propia, ya que no actúa por
órdenes que le podamos dar; al contrario, ella nos dice cuál debe ser el andar
correcto, en que debemos ubicarnos.
Nos la fue entregada limpia, sin fallas, en estado puro, no
tiene defectos, de forma que, al estar a nuestro lado, acompañándonos, nos
indica nuestros pasos para que podamos ser como el modelo a seguir.
No nos pide nada; al contrario, nos fue entregada para
darnos lo mejor de sí, y el tratamiento que tenemos la obligación de darle,
debe ser el mejor.
Se nos la entrega sin manchas, de ningún tipo, y cuando al
final de nuestro camino la que tengamos que devolver, no tiene que tener nada
que la opaque. Es nuestra obligación.
¿Su mejor virtud? Tener la experiencia que tiene todo aquel
que ha vivido lo suficiente y sabe mantener la frescura y juventud que supo
transmitirnos.
Siempre nos a cuidado, pero debemos ser nosotros los que nos
ocuparemos de que siga a nuestro lado sin necesidad de ninguna clase de
reprimendas.
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