sábado, 29 de abril de 2017

Aprenderás…

Aprenderás…



Después de algún tiempo aprenderás la diferencia entre dar la mano y socorrer a un alma, y aprenderás que amar no significa apoyarse, y que compañía no siempre significa seguridad.
Comenzarás a aprender que los besos no son contratos, ni regalos, ni promesas...
Comenzarás a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y la mirada al frente, con la gracia de un niño y no con la tristeza de un adulto y aprenderás a construir hoy todos tus caminos, porque el terreno de mañana es incierto para los proyectos y el futuro tiene la costumbre de caer en el vacío.
Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas.
Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma... descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla y que tú también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de la vida.
Aprenderás que las nuevas amistades continúan creciendo a pesar de las distancias, y que no importa que es lo que tienes, sino a quien tienes en la vida, y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir.
Aprenderás que no tenemos que cambiar de amigos, si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian.
Te darás cuenta que puedes pasar buenos momentos con tu mejor amigo haciendo cualquier cosa o simplemente nada, solo por el placer de disfrutar su compañía. Descubrirás que muchas veces tomas a la ligera a
las personas que más te importan y por eso siempre debemos decir a esas personas que las amamos, porque nunca estaremos seguros de cuándo será la última vez que las veamos.

Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea tienen influencia sobre nosotros, pero nosotros somos los únicos responsables de lo que hacemos. Comenzarás a aprender que no nos debemos comparar con los demás, salvo cuando queramos imitarlos para mejorar. Descubrirás que se lleva mucho tiempo para llegar a ser la persona que quieres ser, y que el tiempo es corto. Aprenderás que no importa a donde llegaste, sino a donde te diriges y si no lo sabes cualquier lugar sirve...
Aprenderás que si no controlas tus actos ellos te controlarán y que ser flexible no significa ser débil o no tener personalidad, porque no importa cuán delicada y frágil sea una situación: siempre existen dos lados.
Aprenderás que héroes son las personas que hicieron lo que era necesario, enfrentando las consecuencias...
Aprenderás que la paciencia requiere mucha práctica. Descubrirás que algunas veces, la persona que esperas que te patee cuando te caes, tal vez sea una de las pocas que te ayuden a levantarte. Madurar tiene más que ver con lo que has aprendido de las experiencias, que con los años vividos.
Aprenderás que hay mucho mas de tus padres en ti de lo que supones.
Aprenderás que nunca se debe decir a un niño que sus sueños son tonterías, porque pocas cosas son tan humillantes y sería una tragedia si lo creyese porque le estarás quitando la esperanza.
Aprenderás que cuando sientes rabia, tienes derecho a tenerla, pero eso no te da el derecho de ser cruel. Descubrirás que solo porque alguien no te ama de la forma que quieres, no significa que no te amé con todo lo que puede, porque hay personas que nos aman, pero que no saben cómo demostrarlo... No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tendrás que aprender a perdonarte a ti mismo.
Aprenderás que con la misma severidad conque juzgas, también serás juzgado y en algún momento condenado.
Aprenderás que no importa en cuantos pedazos tu corazón se partió, el mundo no se detiene para que lo arregles.
Aprenderás que el tiempo no es algo que pueda volver hacia atrás, por lo tanto, debes cultivar tu propio jardín y decorar tu alma, en vez de esperar que alguien te traiga flores. Entonces y solo entonces sabrás realmente lo que puedes soportar; que eres fuerte y que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas cuando, creías que no se podía más.


¡Es que realmente la vida vale cuando tienes el valor de enfrentarla!




Nuestra memoria puede ser fácilmente manipulada…

Nuestra memoria puede ser fácilmente manipulada…



Una de las normas principales de la ciencia moderna es: no te fíes nunca de las personas, ni de sus percepciones, ni de sus ideas, ni de sus testimonios. Los sentidos de las personas son imperfectos, la histeria colectiva es más común de lo que parece, las personas creen, lo que quiere creer (no lo que es) y… nuestra memoria no es tan perfecta como creemos.
Para demostrar cuán sugestionable es nuestra memoria cabe recordar, por ejemplo, el aluvión de casos de abusos sexuales de padres a hijos que apareció a raíz de que la gente acudía a sesiones de psicoterapia: los psicoterapeutas, sin quererlo, con sus preguntas y sugerencias, acababan induciendo a recordar falsamente al paciente que sus padres abusaron sexualmente de ellos.
Otra serie de estudios ponen de manifiesto cómo nuestros recuerdos se adaptan a nuestras circunstancias personales en una rueda de reconocimiento policial. En él, los sujetos visionaban una grabación (simulada) de un robo a un establecimiento de comida preparada. Luego, se les pidió que pasaran todos por una rueda de reconocimiento de sospechosos.
Los 6 sospechosos que aparecían no eran, en ningún caso, el ladrón del video. Algo que admitían todos los sujetos que asistían a la rueda de reconocimiento. Pero la cosa cambiaba si los 6 sospechosos eran presentados a la vez, simultáneamente. Entonces 4 de cada 10 sujetos escogía a un sospechoso (por lo general, el que se parecía más al autor del robo).
La cosa se ponía más interesante si, previamente, se comentaba al sujeto que los anteriores sujetos ya habían reconocido al sospechoso, y que sólo necesitaban que él lo confirmara o negara. Entonces, tachan, ¡7 de cada 10 personas señalaban a un sospechoso como autor del robo! Recordemos que ninguno de los sospechosos era el autor del robo, pero el 70 % de la gente admitía que sí lo era. Ahora podemos imaginar cuán arbitrarios podían ser, por ejemplo, los juicios de brujería, o el ojo por ojo, diente por diente. O el confiar demasiado en el testimonio de la gente.
El problema de la sugestibilidad es aún mayor en los niños, sobre todo, en los niños de edad preescolar. En un estudio típico, un hombre calvo visitó a un grupo de preescolares en el aula, les leyó un cuento, jugó con ellos durante un breve espacio de tiempo y luego se fue. Al día siguiente, se hizo a estos niños una serie de preguntas no lineales del tipo “¿Qué sucedió cuando vino aquel hombre a visitarnos?”, y los niños respondieron contando una serie de recuerdos que, si bien no eran completos, resultaban bastante precisos. Pero cuando se les hacían preguntas que de algún modo sugerían la respuesta que se quería obtener, como “¿De qué color tenía el pelo?”, entonces un gran número de niños escogían un color. Aun aquellos niños que al principio respondían que aquel hombre no tenía pelo en la cabeza, empezaron, sobre todo desde que la pregunta fue repetida varias veces en diferentes sesiones, a fabular y a ampliar más aún el falso recuerdo.
También los recuerdos traumáticos, pueden instalarse de esta manera en la cabeza de los niños, como pasó con los adultos que supuestamente recibieron abusos sexuales infantiles. Como sucedió en la década de 1980. Bastó para ello ciertos incentivos sociales: preguntas que insinuaban la respuesta adecuada, refuerzo de respuestas concretas y mucha repetición. Las técnicas que precisamente usaban muchos terapeutas y oficiales de policía al presentar pruebas para acusar a los maestros de educación preescolar en la década de 1980.
Así que recordar la primera norma de la buena ciencia: si alguien nos dice que ha visto un marciano, un fantasma o cualquier otro fenómeno sobrenatural, no le den ningún valor a priori. Y si se celebra un juicio, nunca aceptar el simple testimonio de una o de mil personas: hasta que el hecho no esté probado, más allá de una duda razonable…






Los pecados, de la memoria…

Los pecados, de la memoria…



Nuestro cerebro es como un gran baúl con millones de compartimentos en los que atesoramos recuerdos, vivencias, emociones y aprendizajes.
Nuestra forma de ser, pensar y actuar, hoy es producto de las interacciones entre estos recuerdos y aprendizajes, de forma que nuestra memoria guía nuestra conducta, de una manera que casi no podemos ni sospechar.
La manera en que construimos nuestro mundo, esta intrínsecamente conectada con este inmenso baúl y la forma en que incluimos esas vivencias, es determinante para nuestro futuro.
La neuropsicología ha puesto en evidencia la concepción de que sin memoria no hay pasado es incompleta; pues sin memoria nuestro futuro peligra gravemente.
Pero, el cerebro no es un fiel diario de nuestro pasado, sino que tiene la capacidad de reinventar y sobre, escribir nuestras experiencias vitales para dotarlas de un significado, y de dar una coherencia a nuestra vida.
Podríamos incluso observar este fenómeno como una unificación de nuestro “Yo”, es decir, una estrategia adaptativa para aunar nuestro pasado, presente y futuro.
Es importante señalar que, aunque a estos errores se les llama pecados, no sólo tienen un efecto negativo en nosotros, sino que también pueden contemplarse de una manera positiva. Estos pecados tienen una función adaptativa en nuestro organismo: necesitamos olvidar y deshacernos de recuerdos, para poder seguir adelante y dejar espacio para recuerdos más importantes.
El doctor Daniel Sachter, catedrático en Harvard y experto en neuropsicología, nos da unas pautas para reconocer estos engranajes de la memoria, entender las malas experiencias que nos puede jugar y aprender a conocernos un poquito más, sobre cómo entendemos, procesamos y codificamos la información de nuestro mundo.
Así, podemos diferenciar entre los errores de omisión, que son los tres primeros y que consisten en diferentes maneras de olvidar, y por otro lado, los errores de comisión, aquellos que cometemos nosotros a la hora de recuperar la información almacenada en nuestro baúl.
A continuación, te los explicamos:
1- Pecado de transcurso.
Hace referencia a la progresiva pérdida de recuerdos que experimentamos con el paso del tiempo. Este pecado, si se produce con asiduidad e intensamente, puede ser un indicador de la enfermedad de Alzheimer.
2- Pecado de destructibilidad.
Sucede cuando nuestra atención no está totalmente focalizada en el material a recordar. Por ejemplo, cuando olvidamos dónde hemos dejado las llaves. Es importante señalar que esta información no se ha perdido, simplemente o no se ha registrado o se ha registrado con fallos, por problemas de atención.
3- Pecado de bloqueo.
Conocido también como el fenómeno “lo tengo en la punta de la lengua”.
A diferencia de los pecados anteriores, esta información sí que existe y está codificada en nuestra memoria, pero tenemos un desfase entre la evocación del recuerdo y la producción: por ejemplo, cuando somos incapaces de recordar el nombre de un restaurante.
Cuando esto te ocurra no sigas insistiendo; relaja la mente e intenta conectarlo con sensaciones vividas en ese momento para facilitar el recuerdo.
4- Pecado de atribución errónea.
Esto se produce cuando somos capaces de recordar correctamente un hecho, pero confundimos la fuente o la situación.
Un ejemplo conocido de la atribución errónea es lo que le ocurrió a un psicólogo en Estados Unidos acusado de violación. La mujer dio una descripción tan precisa de él que la policía fue a detenerlo. Resulta que en el momento de la violación él estaba concediendo una entrevista por televisión. La mujer vio el programa, pero atribuyó (erróneamente) su cara a la del violador.
Aunque este es un ejemplo extremo, todos cometemos este pecado, dado que es bastante frecuente.
5- Pecado de sugestibilidad.
La sugestibilidad sucede cuando voluntaria o involuntariamente alguien manipula nuestros recuerdos. Mediante preguntas hechas por personas más o menos hábiles pueden hacernos llegar a recordar como ciertas vivencias, no ocurridas.
También puede ocurrir cuando nos “apropiamos” de una situación no vivida en primera persona. Suele ser característico de las personas egocéntricas, que necesitan una participación “activa” en el recuerdo.
6- Pecado de persistencia.
Este pecado ocurre cuando, aunque intentemos borrar un recuerdo o hecho traumático de nuestra memoria, este persiste de forma continuada, haciéndonos revivir sensaciones negativas o angustiosas.
Este pecado está relacionado con la depresión o con el trastornos de estrés postraumático.
7-Pecado de propensión.
Nuestra conciencia es la responsable de este pecado, ya que nos provoca la re-evaluación y transcripción de nuestros recuerdos, de manera que sean coherentes con nuestro “Yo” actual.
Las personas tendemos a adaptar el pasado en base a nuestro presente. Esto explica por qué una situación vivida por dos personas puede ser tan diferente cuando se recuerda.
Así, si admitimos que nuestra memoria es vulnerable, podremos ser conscientes de cuando un recuerdo nos está atormentando, y seremos más versátiles a la hora de juzgarnos a nosotros mismos, y a los demás.
No te angusties por los pecados de omisión, vigila los pecados de comisión y recuerda:

“Cuando se le olvide donde dejó el auto, puede tranquilizarse: su cerebro está ocupado en retener información más importante”




miércoles, 19 de abril de 2017

Hombre y Mujer…

Hombre y Mujer…



Los vehículos del hombre no están polarizados como los vehículos de la mujer. El cuerpo mental del hombre está polarizado negativamente, el de la mujer positivamente; el cuerpo del hombre está polarizado positivamente, el de la mujer negativamente; el cuerpo entérico del hombre, está polarizado negativamente, el de la mujer positivamente; el cuerpo físico del hombre está polarizado positivamente, el de la mujer negativamente. Esto conlleva que tanto el hombre como la mujer necesiten manifestarse en campos diferentes y precisamente por ello, por polarización inversa, podrá obtenerse una colaboración proporcional.
Jan Van Rijckemborg
Unos ejemplos: el cuerpo mental del hombre es negativo, así pues, receptivo, capaz de “gestar ideas durante mucho tiempo”. Como el cuerpo mental de la mujer es positivo, es decir radiante, es capaz de tener más destellos de inspiración. El cuerpo del hombre es sumamente fogoso y dinámico; el de la mujer es más receptivo, así pues, más abierto a las influencias. El cuerpo entérico del hombre es receptivo, el de la mujer, por el contrario, es radiante y creador, por eso el oficio de enfermera o todo lo que tiene que ver con cuidar y dar energía funciona tan bien en el mundo femenino.
“La colaboración consciente entre los dos sexos puede suceder en cualquier interacción, pero no cabe duda que el matrimonio, o la vida en pareja, supone el mayor desafío a este nivel. Cuando la mujer y el hombre llegan a la fase de los 21 años, a menudo a través de una crisis de identidad, es necesario que superen el estereotipo del padre o de la madre para poder ser ellos mismos. Quien no consigue hacer eso se lleva a otras etapas de la vida, este problema no resuelto y, sentirá estos fantasmas interfiriendo en su relación.
Cuando una relación es duradera generalmente abarca los tres planos:
1-La relación sexual / biológica, expresión de la atracción sexual y de la complementación física.
2-La relación afectiva, anímica, en el ámbito del intercambio afectivo y la camaradería.
3-La relación espiritual, el amor de ser a ser, que ocurre cuando hay verdadera comprensión de la esencia del otro, y la consiguiente ayuda para lograr su desarrollo y crecimiento. Hay un desprendimiento de sí mismo y un sumergirse en la esencia del otro, y luego el retorno a sí, con el néctar y el fruto allí recogido.

Según las etapas de la vida de los dos los desafíos que deberán encarar son;
Los matrimonios o parejas jóvenes entre los 21 y los 28 años:
1-La proyección de una imagen ideal femenina o masculina en el compañero, que tan solo es una mujer o un hombre de carne y hueso y que tal vez no conseguirá estar a la altura de la imagen ideal.
2-El reflejo de nuestra propia imagen en aquella alma gemela, el encuentro consigo mismo en el reflejo del otro.
3-La transferencia de la imagen condicionada del padre (masculina) y de la madre (femenina) formada en la infancia, que también puede ser de un exnovio, amante, exmujer, etc.
En la etapa de los 28 a los 35 años que Rudolf Steiner llama la “época del alma de la razón o del afecto”, muchas veces la mujer está dedicada al hogar y a los hijos, mientras que el hombre está más ocupado en realizarse profesionalmente. Por eso el diálogo y el encuentro exigen un mayor esfuerzo por ambas partes. Es necesario querer…
Esta es la etapa en que las parejas se tornan verdaderos compañeros de vida, compartiendo alegrías y tristezas, responsabilidades y libertades. Permanecen juntos porque así lo desean, no por ser tan dependientes que una separación los llevaría a sucumbir.
En la etapa siguiente, que va de los 35 a los 45 años, cuando la rutina amenaza la vida, el trabajo o el matrimonio, se intensifica la búsqueda más profunda de las metas en la pareja y la misión de cada individualidad. Aquí se exige coraje, coraje para mirar dentro de uno mismo, en lugar de pensar, que la culpa de la situación que se vive es del otro. Esta época es cuando se mira críticamente al otro.
La siguiente etapa de los 42 a los 49 es un momento crítico y problemático. En este periodo ocurren muchas separaciones. Todos los problemas que no resolvimos en nuestra adolescencia reviven en esta etapa con toda su fuerza haciendo tambalear todos los esquemas. Así como las separaciones en la década de los cuarenta muchas veces son la única salida para un matrimonio difícil, alrededor de los cincuenta raramente son asimiladas.
El sesenta por ciento de las grandes obras creativas de la humanidad fueron puestas al mundo después de los sesenta años de edad. Esta es una edad que puede ser muy fácil percatarse, si resolvieron sus diferencias o si continúan presentes. Parejas que sin conversar mucho permanecen unidos y tranquilos y contemplan la puesta del sol no cabe duda que han hecho su trabajo. Aquellos que sin embargo los ves y solo oyes reproches como: ¿Por qué te suenas la nariz de esta manera? ¡Qué medias más horribles! y frases parecidas demuestran que estas parejas no superaron sus sombras.

Etapas de la relación conyugal
La primera ocurre alrededor de los tres años. Generalmente esa es la época del “espejo”, el encontrarse a sí mismo en el otro acaba y las diferencias mutuas se evidencian. Normalmente elegimos al compañero que nos complementa. El otro tiene aquella virtud que nosotros no tenemos. Con el tiempo será importante para el hombre conseguir expresar sus sentimientos. La mujer deberá aprender a expresar sus deseos y no pensar que el hombre va a adivinar lo que ella quiere que haga. La verdadera intimidad de una pareja no se construye durmiendo juntos, sino por la libertad conquistada de poder hablar francamente al otro sobre cualquier asunto.
La primera etapa del matrimonio está llena de altibajos. No ofenderse y saber perdonar es un arte que se debe aprender, las reconciliaciones forman parte de esos momentos.
La segunda etapa de la relación está marcada por que muchas veces se pierde un poco aquel brillo inicial, de aquella pasión, pero una amistad y una comprensión más profunda puede comenzar a surgir, creando la verdadera camarería. Las dificultades principales de esta etapa pueden ser tanto la falta de dialogo como el poco tiempo de relación. El peligro de distanciamiento es grande.
Otros momentos importantes son los 9 y los 12 años del matrimonio de donde sin duda, pueden salir reforzadas las relaciones.
Del libro Hombre Mujer de Gudrun Burkhard

La relación hombre mujer es tal vez uno de los mejores medios que existen para realizarnos espiritualmente y compenetrarse el uno con el otro. Un camino por el que todos podemos pasar y en el que hay mucho que aprender.




Una persona, mentalmente fuerte...

Una persona, mentalmente fuerte...



Las personas mentalmente fuertes tienen hábitos saludables. Manejan sus emociones, pensamientos y comportamiento de tal modo que están pensadas para el éxito en la vida. Echa un vistazo a este listado de cosas que la gente mentalmente fuerte no hacen para que también puedas llegar a ser más fuerte mentalmente y, con ello, tener más éxito en la vida.

1. No pierden tiempo auto compadeciéndose
Las personas mentalmente fuertes no malgastan sus energías en lamentarse sobre sus circunstancias o por cómo otras personas se han portado con ellos. En cambio, asumen la responsabilidad por sus propios actos y entienden que la vida no siempre es fácil o justa.
2. No renuncian a su poder
No permiten que otros les controlen, ni se someten a la voluntad de nadie. No dicen cosas como “mi jefe me hace sentir mal”, porque entienden que controlan sus propias emociones y pueden elegir cómo reaccionar a una situación.
3. No tienen miedo al cambio
La persona con fortaleza mental no trata de evitar los cambios. Reciben los cambios de forma positiva y están dispuestos a ser flexibles. Entienden que el cambio es inevitable y creen en su propia capacidad para adaptarse.
4. No malgastan energía en cosas que no pueden controlar
Nunca oirás a una persona mentalmente fuerte quejándose sobre maletas perdidas en el aeropuerto o atascos en el centro de la ciudad: se centran en los aspectos de su vida que pueden controlar. Reconocen que, a veces, lo único que pueden controlar es su propia actitud.
5. No intentan gustar a todo el mundo
Reconocen que no necesitan gustar a todo el mundo todo el tiempo. No tienen miedo a decir “no” o mantenerse firmes cuando es necesario. Se esfuerzan en ser amables y justos, pero son capaces de tolerar el que otras personas se alteren porque no han conseguido lo que querían.
6. Asumen riesgos calculados
No se lanzan a la aventura sin pensar, pero son capaces de asumir ciertos riesgos controlados. Las personas con fortaleza mental dedican tiempo a sopesar los riesgos y beneficios antes de tomar una decisión importante, y se informan bien de los peligros potenciales antes de pasar a la acción.
7. No se estancan en el pasado
Las personas mentalmente fuertes no pierden tiempo sintiendo nostalgia del pasado ni deseando que las cosas pudieran ser diferentes. Asumen su pasado y pueden decir lo que han aprendido de él, sin embargo, no están reviviendo constantemente sus malas experiencias o fantaseando sobre sus días de gloria. Centran su vida en el presente y hacen planes para el futuro.
8. No caen una y otra vez en los mismos errores
Aceptan la responsabilidad por su conducta y aprenden de sus errores pasados. Como resultado, no repiten una y otra vez esos errores. En cambio, son capaces de pasar página y tomar decisiones más inteligentes gracias a su experiencia.
9. No envidian el éxito de otros
Las personas mentalmente fuertes son capaces de apreciar y celebrar el éxito de otros en la vida. No sienten envidia ni se sienten estafados cuando otros les superan. Reconocen que el éxito viene del trabajo duro y están dispuestos a esforzarse para tener sus propias posibilidades de éxito.
10. No abandonan tras un revés
No ven el fracaso como un motivo para abandonar. Utilizan el fracaso como una oportunidad para crecer y mejorar. Tienen voluntad para seguir intentándolo hasta que lo consiguen.
11. No temen la soledad
Las personas fuertes mentalmente toleran la soledad y no temen el silencio. No tienen miedo a quedarse a solas con sus pensamientos y utilizan ese tiempo para ser productivos. Disfrutan de esos momentos y no dependen todo el tiempo de la presencia de otros para ser felices.
12. No sienten que el mundo les deba nada
No se sienten con derecho a nada en la vida. No piensan que otros deban cuidar de ellos o darles algo. Buscan oportunidades basándose en sus propios méritos.
13. No esperan resultados inmediatos
Cuando se esfuerzan para ponerse en forma o levantar un nuevo negocio, las personas con fortaleza mental no esperan resultados inmediatos. Aplican sus habilidades y tiempo al máximo y entienden que los cambios reales llevan tiempo.

¿Cumples con estos requisitos? Enhorabuena, ya estás más preparado/a para tener mayor éxito en la vida y, lo más importante, estar preparado/a para ser un poco más feliz.




Secretos… ¿Tenerlos o no?

Secretos… ¿Tenerlos o no?



Dicen que los años, los lovers (amores) y las copas de vino o tragos son cosas que en definitiva nunca deben contarse. Ser personas discretas nos podría ahorrar un sinfín de problemas y es que, no hay parte del cuerpo más letal que la boca, sobre todo cuando la usamos sin pensar. Ser bocones nos aísla, incluso nos puede dejar completamente solos. Y el problema es que después que uno dice algo que no debía decir, ya no se puede echar para atrás, toca vivir con eso hasta el infinito y más allá.
Por mucha confianza que podamos tenerle a alguien, existen cosas que deben permanecer en el dominio privado. Desde mi punto de vista, tener un “secreto” guardado solo para ti, aumenta la complicidad que debemos tener con nosotros mismos. Suena absurdo pensar que podemos ser cómplices de nuestra propia mente, pero en esta situación es cuando realmente aplicas tu propia opinión, sin influencia de otros y con la tranquilidad de que dicha información está 100% segura.
Unas, por un lado, guardan para ellas secretos que no se atreven a decir por múltiples razones, por vergüenza, por no revelar algo que vaya en contra de lo que dicen ser, por no aceptar un momento de debilidad o inseguridad, por no aceptar un error o simplemente porque disfrutan el hecho de tener secretos solo para ellas (bueno o malo). Por otro lado, están las que sin ningún tipo de tapujo no se guardan nada para ellas mismas y esto también es por múltiples razones, porque no les interesa que la gente sepa lo que hacen y lo que no, por sentir que son personas tan libres que todo lo que les pasa en sus vidas puede estar al alcance de todos, entre otras.
Ellos en cambio, pueden compartir todo tipo de información con su círculo más cercano de amigos, con sus hermanos del mismo sexo y en algunos casos con sus padres dependiendo de la confianza que exista. Es muy cierto que la mayoría de los hombres son más habladores que las mujeres en cuestiones de relaciones, lovers, aventuras, etc. pero en su defensa, lo hacen con personas de su entera confianza.
Pero esto no es en todos los casos, sí existen hombres discretos al igual que hay mujeres discretas. La mente humana es un laberinto con suficientes escondites como para guardar todo tipo de secretos, lo que hay que evitar es llenar esos cuartos a tal punto que las puertas comiencen a abrirse solas, los secretos se escapan involuntariamente y termina el inconsciente haciéndose cargo de la situación. Mejor dicho; ¡desastre total!

En conclusión, la discreción va ligada a la personalidad y no al sexo. Para mí, está bien contar con amistades o familiares con quien poder compartir tus cuentos, problemas, locuras, etc. Pero mi mejor amiga, confidente y cómplice en muchísimas cosas es mi propio yo y cómo lo disfruto. Es importante tener un equilibrio en cuanto a secretos, no se puede ser una persona misteriosa a tal punto que nadie sepa nada de ti ni se puede llevar una vida al desnudo, ventilando por todas partes tus intimidades. De repente eso que no has dicho, ha sido una de las cosas que más has disfrutado en tu vida, quien sabe…




El saber Perdonar...

El saber Perdonar...



Perdonar es quizás uno de los actos humanos más difíciles, pero sin duda es uno de los más liberadores y sanadores que existe. Dicen que lo peor de las heridas es que, son provocadas por personas a quienes hemos apreciado o amado intensamente, nunca provienen de alguien que no nos importa. Esto es completamente cierto y aunque es lamentable debemos tener claro algunas cosas sobre el odio y el rencor.
Estos dos sentimientos (odio y rencor) infectan nuestro cuerpo, son altamente tóxicos y pueden provocar enfermedades a largo plazo. Aun sabiendo esto, siempre pensamos que reteniendo este tipo de sentimientos estamos “castigando” o “aleccionando” a la persona y nada puede estar más lejos de la verdad. El odio, como el amor mantiene unidos o vinculados a dos personas, ambos son como una especie de lazo que se hará tan fuerte como intenso sea el sentimiento, son las únicas dos cosas que enlazan a los seres humanos. ¿Acaso quieres permanecer unido a esa persona que te hizo daño? Estoy segura que no.
Debes tomar la decisión de perdonar, sé que no es fácil, pero es la opción que te sanará de lo toxico, te liberará y cortará el lazo que te une a esa persona, te aliviará del peso que es llevar en el corazón odio o rencor. Quiero dejarte claro que, perdonar no tiene que ver con la decisión de retener o dejar ir, puedes perdonar de verdad y aun así tomar la decisión de soltar aquello que no te conviene o a quien no te hace bien.
Te explicaré un poco por qué los seres humanos nos hacemos daño y quizás esto te ayude a entender para perdonar…
Todos tenemos pensamientos y acciones diferentes, producto de nuestras distintas programaciones, esto debes entenderlo para que puedas perdonar a quien actuó de manera equivocada (para ti) y te causó dolor. Su “programación” es distinta a la tuya y, por ende, sus acciones también lo serán para bien o para mal. Otro punto importante es que tengas en cuenta que, como seres humanos tenemos la libertad de tomar nuestras propias decisiones, la potestad de escoger el camino que prefiramos, pero que esto, también acarrea consecuencias y responsabilidad. Debemos asumir que todo lo que hagamos en esta vida, lo tendremos de regreso.
Si tus decisiones han estado basadas en hacerle daño a los demás, en herir sin razón, en mentir a conveniencia, en descalificar, en humillar, etc. Tienes que tener claro que todo esto volverá a ti de la manera que menos lo imaginas, algunos lo llaman karma, otros, justicia divina, otros, ley de causa y efecto, pero cualquiera que sea la razón, lo cierto es que este sistema está perfectamente diseñado para que “pagues lo que has hecho”. Te digo esto, con la única razón de que te preguntes a ti mismo si vale la pena hacerte más daño reteniendo ese sentimiento que, lejos de “enseñarle” a alguien que se ha equivocado, te va envenenando y por nada del mundo te aportará algo positivo.

Simplemente déjaselo al tiempo o a quien tú creas que se encargará, saca eso de ti, perdona de corazón, reconociendo que, aunque te causó dolor, tú no quieres llevar contigo ese sentimiento negativo que puede hacer que quieras vengarte, convirtiéndote en el que obre mal, ganándote así el odio de alguien más o de esa persona y dándole comienzo a un círculo vicioso que no tendrá fin hasta que, decidas liberarte perdonando de verdad. Vas a ver que, si lo haces, sentirás que te has quitado un peso de encima.