Algunas verdades, pueden
ser incómodas…
Fluir es
vivir…
En estos
tiempos que vivimos todo parece confuso, paradójico, incluso surrealista.
El que sabe,
calla. El que habla, no sabe o no quiere saber. El que grita, no tiene razón.
El que solo quiere tener la razón, te la quita. El que se mantiene en el
silencio del corazón, sí la tiene. El que tiene razón, muchas veces no tiene
corazón. El que tiene corazón, parece no tener razón. Quien te ama, a ratos
calla…
Pero las
cosas son más sencillas de lo que parecen.
Aceptamos
solo lo que nos parece, renunciamos a lo que es. Aceptamos la mentira y el
engaño y negamos la verdad.
Parece que
nuestro mundo se acaba, pero la verdad es que no, solo está cambiando,
afortunadamente. Parece que, “los buenos de la película” sean los buenos y son
los malos, los disfrazados. Hablan de solidaridad, cooperación y humanidad,
pero solo hablan.
Los que
hablan de conciencia, no viven según ella. Los que dicen proteger el medio
ambiente o las causas sociales, solo intentan lucrarse de las carencias propias
y ajenas o de lo que ellos mismos destruyen.
Los que hablan
de corrupción, son los más corruptos y solo miran a los demás. Los que hablan
de unión y singularidad, provocan separación y exclusión.
Los que
hablan de cambio, solo quieren permanecer como están. Los que solo hablan de
amor, no saben amar de verdad…
Al final y
tras todo ello está el silencio de la verdad, el tuyo y el mío. Ese silencio
interior que sabe lo que hay, sin dejarse influir por lo que solo parece que
pasa, por fuera. En él te reencuentras con la verdad del amor, de lo esencial
de la vida, con la Humanidad, con la armonía y la paz en medio del caos, con lo
auténtico, con lo que realmente conforma tu vida y lo que sientes en ella, con
los valores que persigues, con los propósitos que tienes, con lo que sueñas
cada día, con lo que ansías compartir con amor con los demás y con todo lo que
te rodea.
El silencio
de una mirada, la de un ser amado, de la contemplación de la Naturaleza
silenciosa, de la placidez de un bebé durmiendo, de una sonrisa o un abrazo
sincero, de una palmada en el hombro o de una sutil caricia tierna, de un ¿cómo
estás? que espera una respuesta sincera, de un “hasta luego” con la esperanza
fundada de un nuevo reencuentro, cercano…
Tal vez
cambien los escenarios, sus protagonistas, pero en tu interior nada cambia. Lo
esencial permanece, se expande, crece y, si fluyes, se comparte, si tienes el
valor de amarte y de amar, sin condiciones y a partes iguales. Porque eso es la
vida, sin más… y sin menos.
Lo demás, lo
que nos rodea, solo es ruido, solo es miedo, que no debería distraerse de tu
capacidad de ser feliz y de compartir la felicidad con amor, viviéndola cada
día…
Fluir es
vivir…
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