miércoles, 6 de marzo de 2019

Algunas verdades, pueden ser incómodas…


Algunas verdades, pueden 

ser incómodas



Fluir es vivir…
En estos tiempos que vivimos todo parece confuso, paradójico, incluso surrealista.
El que sabe, calla. El que habla, no sabe o no quiere saber. El que grita, no tiene razón. El que solo quiere tener la razón, te la quita. El que se mantiene en el silencio del corazón, sí la tiene. El que tiene razón, muchas veces no tiene corazón. El que tiene corazón, parece no tener razón. Quien te ama, a ratos calla…
Pero las cosas son más sencillas de lo que parecen.
Aceptamos solo lo que nos parece, renunciamos a lo que es. Aceptamos la mentira y el engaño y negamos la verdad.
Parece que nuestro mundo se acaba, pero la verdad es que no, solo está cambiando, afortunadamente. Parece que, “los buenos de la película” sean los buenos y son los malos, los disfrazados. Hablan de solidaridad, cooperación y humanidad, pero solo hablan.
Los que hablan de conciencia, no viven según ella. Los que dicen proteger el medio ambiente o las causas sociales, solo intentan lucrarse de las carencias propias y ajenas o de lo que ellos mismos destruyen.
Los que hablan de corrupción, son los más corruptos y solo miran a los demás. Los que hablan de unión y singularidad, provocan separación y exclusión.
Los que hablan de cambio, solo quieren permanecer como están. Los que solo hablan de amor, no saben amar de verdad…
Al final y tras todo ello está el silencio de la verdad, el tuyo y el mío. Ese silencio interior que sabe lo que hay, sin dejarse influir por lo que solo parece que pasa, por fuera. En él te reencuentras con la verdad del amor, de lo esencial de la vida, con la Humanidad, con la armonía y la paz en medio del caos, con lo auténtico, con lo que realmente conforma tu vida y lo que sientes en ella, con los valores que persigues, con los propósitos que tienes, con lo que sueñas cada día, con lo que ansías compartir con amor con los demás y con todo lo que te rodea.
El silencio de una mirada, la de un ser amado, de la contemplación de la Naturaleza silenciosa, de la placidez de un bebé durmiendo, de una sonrisa o un abrazo sincero, de una palmada en el hombro o de una sutil caricia tierna, de un ¿cómo estás? que espera una respuesta sincera, de un “hasta luego” con la esperanza fundada de un nuevo reencuentro, cercano…
Tal vez cambien los escenarios, sus protagonistas, pero en tu interior nada cambia. Lo esencial permanece, se expande, crece y, si fluyes, se comparte, si tienes el valor de amarte y de amar, sin condiciones y a partes iguales. Porque eso es la vida, sin más… y sin menos.
Lo demás, lo que nos rodea, solo es ruido, solo es miedo, que no debería distraerse de tu capacidad de ser feliz y de compartir la felicidad con amor, viviéndola cada día…
Fluir es vivir…


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