¿Por qué nos sentimos
culpables? (“Superyó”)
Fluir es
vivir…
La culpa es
un sentimiento que puede experimentar el ser humano en algunos momentos. El
sentimiento de culpabilidad consciente (conciencia moral) es la expresión de la
condena del “superyó” sobre el “yo’”. Este “superyó”, resultado de las
identificaciones del niño con sus padres, se relaciona con un ideal al que el “yo”
intenta adecuarse.
Se asegura que
podemos adelantar la hipótesis de que gran parte del sentimiento de
culpabilidad debe ser normalmente inconsciente, porque la aparición de la
conciencia moral se halla íntimamente ligada al complejo de Edipo, que forma
parte del inconsciente’. Son los deseos inconscientes de ocupar el lugar del
padre al lado de la madre los que, una vez reprimidos, dan origen a la
conciencia moral. El sentimiento de culpa, entre lo normal y lo patológico,
entre lo consciente y lo inconsciente, radica en la relación entre el “yo” y el
“superyó” y tiene un origen inconsciente.
El
arrepentimiento;
El sentimiento de culpabilidad, más allá de su exceso patológico, es a veces
consecuencia justificada de un acto real, del que el sujeto se arrepiente. Si
ese sentimiento no aparece tras una acción injusta, podemos decir que la
persona carece de conciencia moral.
Pero también
hay quienes sienten culpabilidad sin que ningún hecho objetivo lo explique, y
los argumentos que otros puedan proporcionarles no les sirven para abandonar su
certeza. Otros pueden no sentirse culpables conscientemente y, no obstante, su
proceder general estar marcado por autocastigos: Tales como fracasos,
sufrimientos, etc.
Un tratamiento psicoanalítico apuntará a descubrir las claves de este padecimiento,
liberando a la persona que lo sufre del peso de la culpa y favoreciendo el
sentimiento de responsabilidad sobre su subjetividad: sobre sus fantasías y
sobre sus actos.
Si se
convierte en enfermedad;
Hay dos afecciones psíquicas donde este mecanismo está exacerbado: La
melancolía y la neurosis obsesiva. En ambas, el “superyó” se vuelve
especialmente severo. En algunos casos de neurosis obsesiva, el sujeto se
rebela contra la supuesta culpabilidad, ya que no encuentra motivos conscientes
para ese sentir, buscando ayuda en el especialista. En la melancolía, en otras palabras,
“el ‘yo’ se reconoce culpable y se somete al castigo”, por lo que las
dificultades que experimentan estas personas son mayores.
Para el
diccionario, ‘es una idea obsesiva, es una idea insistente, que el sujeto es
una vivencia no voluntaria y que le invade la conciencia. Como elemento aislado
es propio de una psicopatología obsesiva. Su rasgo fundamental es la
persistencia’.
El sujeto
experimenta un conflicto entre la idea obsesiva, cuyo origen es inconsciente, y
su rechazo, que proviene de la lógica consciente.
La persona se
siente invadida por pensamientos intrusivos que son vividos como repugnantes,
inaceptables o absurdos e intenta rechazarlos. Un ejemplo extremo podría ser el
de un hombre afectado por el temor de abandonar su casa porque se le imponía la
idea de que, si salía, le quitan sus hijos y se van a desaparecer.
A la idea
obsesiva le suceden síntomas que, aunque también forman parte del pensar
obsesivo, conviene diferenciar: la duda, el acto y los rituales obsesivos.
Estos mecanismos surgen con posterioridad y como defensa frente al pensamiento
repetitivo que se impone al sujeto. En el ejemplo anterior, el sujeto oscila entre la idea obsesiva y los argumentos en contra: “Te quitare tus hijos… no,
es absurdo… pero si salgo a la calle…’. Esta duda produce otras por derivación,
creando pensamientos que se oponen entre sí, interminablemente. Otro ejemplo
es: El acto obsesivo, en este caso, era una compulsión para cerrar la puerta
para evitar salir, y el ritual, la comprobación hasta siete veces de la
cerradura como garantía de que la puerta estuviera cerrada.
Observación: “Las
ideas obsesivas se muestran inmotivadas y disparatadas, lo mismo que el texto
de nuestros sueños nocturnos, y la primera labor que plantean es la de darles
un sentido y un lugar en la vida anímica del sujeto, de modo que resulten
comprensibles e incluso evidentes”.
Digamos que en
su apariencia son insolubles por lo insensatas y extravagantes que resultan,
pero a través de una tarea de traducción ‘adecuadamente profunda’ se llega a
una solución, que ‘se consigue cuando se logra relacionar cronológicamente
estas ideas obsesivas con la vida de las personas’. Es decir, cuando se analiza
el momento en que surgieron por primera vez y las circunstancias en que se han
repetido, con el fin de averiguar los deseos inconscientes que representan el cerrar
la puerta para evitar salir, y el ritual, la comprobación hasta siete veces de
la cerradura como garantía de que la puerta estuviera cerrada.
Veremos que:
‘Las ideas obsesivas se muestran inmotivadas y disparatadas, lo mismo que el
texto de nuestros sueños nocturnos, y la primera labor que plantean es la de
darles un sentido y un lugar en la vida anímica del sujeto, de modo que
resulten comprensibles e incluso evidentes’.
En su
apariencia son insolubles por lo insensatas y extravagantes que resultan, pero
a través de una tarea de traducción ‘adecuadamente profunda’ se llega a una
solución, que ‘se consigue cuando se logra relacionar cronológicamente estas
ideas obsesivas con la vida del paciente’. Es decir, cuando se analiza el
momento en que surgieron por primera vez y las circunstancias en que se han
repetido, con el fin de averiguar los deseos inconscientes que representan y muestran
inmotivadas y disparatadas, lo mismo que el texto de nuestros sueños nocturnos,
y la primera labor que plantean es la de darles un sentido y un lugar en la
vida anímica del sujeto, de modo que resulten comprensibles e incluso
evidentes’.
En su
apariencia son insolubles por lo insensatas y extravagantes que resultan, pero
a través de una tarea de traducción ‘adecuadamente profunda’ se llega a una
solución, que ‘se consigue cuando se logra relacionar cronológicamente estas
ideas obsesivas con la vida de la persona’. Es decir, cuando se analiza el
momento en que surgieron por primera vez y las circunstancias en que se han
repetido, con el fin de averiguar los deseos inconscientes que representan diferentes
planos.
En la mayoría
de las ocasiones, la persona sólo presenta el sufrimiento que le producen la
reiteración de determinados actos, más o menos ritualizados, como, por ejemplo,
lavarse las manos repetidamente, colocar en una determinada posición los
muebles de su habitación como requisito indispensable para poder conciliar el
sueño, caminar sin pisar las líneas en el piso, contar siempre hasta un número
concreto antes de atreverse a
realizar una
determinada acción…
En tales
casos, la idea obsesiva primaria, de la que se defiende el sujeto obsesivo,
sólo podrá verbalizar y ser interpretada, al final de este recorrido
preguntarse;
¿Por qué me
siento culpable?
Fluir es
vivir…
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