Perder lo que tenemos…
Fluir es
vivir…
En lo más profundo,
sabemos que nada, absolutamente nada, puede protegernos de la posibilidad de
perder lo que tenemos, y por eso sentimos mucha ansiedad en nuestra vida.
Ahora que
tenemos una casa nueva, nos preocupa la posibilidad de quedarnos sin trabajo y
no poder atender los pagos en el plazo previsto. Ahora que tenemos dinero, más
que abundante en nuestra cuenta bancaria, nos preocupa que pueda quebrar la
economía y que nuestros ahorros se queden en nada.
Por muy feliz
que seas en la relación con tu pareja, te preocupa que pueda dejarte, enfermar
o algo aún peor. Te preocupa que tus hijos se hagan daño. Te preocupa tu
cuerpo, todo lo que podría ocurrirle. Y sabes que nada, ni tu gran casa, ni los
muebles, ni tu vistoso automóvil, ni la piscina, ni todo el dinero que tienes
en el banco, ni siquiera tu amado terapista, puede protegerte de una pérdida
potencial,
del cambio, de la permanencia, del rumbo que toman las cosas.
Claro que las
personas y los objetos pueden darte temporalmente un sentimiento de seguridad,
de comodidad o placer, pero no pueden proporcionarte lo que de verdad anhelas,
que es vivir a salvo de cualquier clase de pérdida, a salvo de cualquier
carencia y, en última instancia, a salvo de la muerte.
No pueden
ofrecerte la seguridad que tan desesperadamente buscas; no pueden llevarte de
vuelta a casa. No hay nada en el exterior que pueda llevarte de vuelta a casa. Solamente
tu…
Disfruta las
pequeñas cosas de la vida, porque un día te darás cuenta de que eran las más
grandes…
Fluir es vivir…
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