Hay maltratos, que no dejan heridas en la piel, sino en el alma...
Hay maltratos que no dejan huellas físicas, pero sí
emocionales, abriendo heridas difíciles de cicatrizar y curar. Situaciones
protagonizadas por el dominio de una persona sobre otra donde el desprecio, la
ignorancia o la crítica son los principales
elementos de una relación.
Una palabra, un gesto o simplemente un silencio
pueden ser suficientes para lanzar una daga directa a nuestro corazón. Un
corazón que va debilitándose poco a poco, quedando anestesiado ante cualquier
posibilidad de sublevación, porque el miedo y la culpa han sido instaurados.
El maltrato
emocional es un proceso de destrucción psicológico en el que la fortaleza
emocional de una persona queda completamente vulnerada.
Seducir para atrapar
El maltrato emocional es una realidad muy presente
en nuestros días que no entiende de edad, sexo o estatus social. Ya sea en la pareja como
en la familia o incluso a nivel laboral,
todos podemos ser víctimas de esta situación en cualquier momento de nuestras
vidas.
Lo peligroso de los maltratos de este tipo son sus
consecuencias y su habilidad para pasar desapercibido. El maltrato
emocional es un proceso silencioso
que, cuando da la cara, ya ha pasado mucho tiempo desde que
se originó, teniendo consecuencias devastadoras para la persona que ha sido
víctima.
Su inicio es lento y silencioso, ejercido por una persona
disfrazada de encanto con el objetivo de seducir a sus víctimas para
atraparlas, sobre todo en las
relaciones de pareja.
De esta manera, la realidad que el maltratador muestra, es una realidad
falseada, llena de promesas y deseos que nunca se harán realidad.
El maltratador va
preparando el terreno para que la otra persona caiga en sus riendas poco a poco
y lograr finalmente influenciarla para dominarla y privarla de cualquier
libertad posible.
El poder de la cárcel mental
El abuso emocional es un potente veneno que destruye
la identidad de la persona, arrebatándole su fortaleza emocional. Se
da de manera indirecta, a través de las rejas agujereadas, que dejan pasar a
las insinuaciones que buscan culpar e instalar la duda en las víctimas.
La persona víctima
de maltrato emocional se encuentra atrapada en una cárcel mental de invalidez e
inseguridad en la que su autoestima se va debilitando poco a poco.
Así, cuando la víctima ya ha sido atrapada, el maltratador
comienza a destaparse ante ella a través de los desprecios, las críticas, los
insultos o incluso los silencios. Por eso, las huellas de estos maltratos no
son físicas y no hay heridas visibles en la piel de la víctima, porque el maltrato
emocional se ejerce a través de las palabras, de los silencios o los gestos.
Tanto es el daño que se ejerce en estas situaciones que el
miedo a actuar para liberarse se ve en muchos casos como un imposible. La cárcel mental
es tan sólida que la víctima entra en una profunda situación de indefensión, a la que
no imagina salida.
Las heridas invisibles en el alma
Las heridas del maltrato emocional son llagas
profundas que llegan hasta lo más recóndito del interior de la víctima. No se ven ni se oyen,
pero son terriblemente sentidas por la persona que las sufre. Heridas ocultas
para los demás, pero profundamente dolorosas para la persona que lo sufre.
Las heridas del
maltrato emocional crean un profundo agujero en la autoestima de la persona
rompiendo toda valoración positiva de sí misma.
Son heridas originadas a través de los desprecios,
descalificaciones y ninguneos que el maltratador ha dirigido a la víctima. Heridas invisibles
y enraizadas en el miedo, la
culpabilidad y la duda que arrebatan la creencia
de cualquier posibilidad de actuar para liberarse de la situación en la que la
víctima se encuentra.
Estas heridas sangran no solo en cada encuentro, sino
también ante la expectativa de que puedan ocurrir. Lo importante es que la persona no dé
por perdida la posibilidad de salir de la situación en la que se encuentra
y que tenga en cuenta que
estas heridas pueden repararse con ayuda.
¿Cómo reparar las marcas del maltrato emocional en el alma?
En estos casos, el factor más importante es que la persona
víctima pueda identificar la situación en la que se encuentra atrapada, donde
carga con toda la responsabilidad y culpabilidad que el maltratador le ha
inducido. Por lo tanto,
tomar conciencia de que nos encontramos en un proceso de
maltrato emocional es el primer paso para poder liberarnos.
Una vez que sepamos donde nos encontramos inmersos,
recuperar a nuestros seres queridos y apoyarnos en ellos para que puedan
facilitarnos la salida de esta situación contribuirá a que sigamos adelante.
Poco a poco, con sus gestos de amor y cariño, pueden ir llenando algunos de los
vacíos que en nuestro interior se han originado.
Además,
buscar ayuda de un profesional especializado
nos facilitará comenzar a reconstruir nuestra identidad y autoestima, para
reparar todas esas heridas emocionales invisibles que habitan en nuestro
interior. Así podremos volver a reencontrarnos con nosotros mismos.
Reparar las marcas
del maltrato emocional en nuestra alma no será un proceso sencillo y rápido,
sino más bien complejo y lento. Sin embargo, la satisfacción de volver a
encontrarnos siempre merecerá la pena.
Por último, no olvidemos que cada uno de nosotros también
podemos llegar a originar heridas en el alma de los demás cuando despreciamos,
ignoramos o criticamos sin tener que llegar a situaciones de maltrato
emocional. Las palabras y nuestros gestos son un arma de doble filo que hay que
cuidar…
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