Recargando…
Nuestros
pensamientos son nuestra propia creación. Si lo decidimos, podemos conseguir
que nuestra conciencia limitada del cuerpo se desvanezca y guiar nuestros
pensamientos hacia la conciencia de nuestra identidad eterna. Usando el poder
de nuestra mente accedemos a las cualidades interiores de paz y positividad que
corresponden a nuestra naturaleza original, pero que han sido ensombrecidas por
las formas de pensar y actuar limitadas y materialistas en exceso.
Redescubrimos los sentimientos benevolentes –una buena voluntad natural– vinculados
a esas cualidades positivas. Los sentimientos, a su vez, influencian de forma
positiva nuestro comportamiento. Cuanto más profunda es la experiencia, mayor
el efecto. A medida que la mente y el cuerpo se van recargando, como una
batería, con este poder positivo, se desarrolla un resplandor natural de amor y
felicidad.
Además, nuestro comportamiento influencia nuestra meditación. Si actuamos de
forma que nuestros actos estén alineados con nuestras cualidades internas –con
nuestro verdadero ser– seremos capaces de experimentar fácilmente esas
cualidades, cuando y donde elijamos.
Gradualmente, a medida que desarrollamos la confianza necesaria para
desprendernos de las tendencias egoístas, y nos volvemos lo suficientemente
sabios como para reconocer y comprender esas tendencias en los demás,
aprendemos a permanecer verdaderos hacia nuestro ser mientras estamos
involucrados en las acciones y las relaciones.
La meditación y la vida están entrelazadas. No es posible separarlas. De
acuerdo a la calidad de nuestros pensamientos así serán nuestras acciones, y la
calidad de nuestras acciones retroalimenta nuestros pensamientos.
Cuando realmente comprendemos esto, queda claro que la forma correcta de vivir
es casar ambos aspectos dentro de nuestra vida, y hacer esto aquí y ahora.
Las acciones realizadas en base a una conciencia negativa, sin amor, nos han
conducido a una existencia carente de significado, provocando sentimientos de
dolor y vacío en muchos corazones. Por otro lado, las prácticas devocionales o
meditativas realizadas desde el aislamiento y que no se reflejan en nuestras
acciones, han resultado en un divorcio entre la espiritualidad y la realidad, y
han sido incapaces de influenciar la vida de una manera correcta.
Lo importante y deseable es conseguir que nuestra conciencia sea capaz de
disfrutar de toda la riqueza de una vida de compromiso e implicación en el
mundo, pero impulsada por la energía y el poder espiritual que la meditación
puede proporcionar.
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