Un mismo amor, diferentes formas de sentirlo... (Primera parte).
Cada día me doy cuenta de que existen Universos Paralelos, aquí mismo, en nuestra vida. Según la Física Cuántica, hay por ahí tantos Octavio como pueda imaginar y es mi atención a uno de ellos el que vivo, en cada momento. Según esto y aunque en distintas dimensiones, hay un Octavio feliz y otro infeliz, uno con amor y otro tal vez con miedo y así un largo etcétera, simultáneamente.
No sé si eso es cierto o no, aunque yo día a día elijo de entre tantos Octavio el que más en línea esta con los valores de mi alma, a la que intento obedecer cada día más. Es el que más me beneficia, sin duda. Lo que también me doy cuenta es de que cada uno de nosotros vive la vida como la escoge, a partir de decisiones, actitudes y pequeños gestos, cotidianos. Algunos convenientemente y otros no tanto, aunque yo cada día más, intentó ser consciente de mis actos y de sus efectos en mi y en los demás. Eso, si está alineado contigo mismo, tranquiliza tu conciencia y te otorga firmeza y seguridad. Y cada paso que das te acercan más a ti mismo, a tu alma, es decir, a lo que realmente sientes en tu interior y la felicidad que da todo ello.
Pero incluso en una situación misma, dividida por diferentes personas, cada una la vive a su manera, según, que le mueve a vivir, sentir y actuar. Algunos se basan en una experiencia y su actitud en ella, en sus miedos, ocultos o no, pero que condicionan y lamentablemente desvirtúan su percepción de cada momento vivido en la realidad. Y ya se sabe que el miedo que les mueve, no puede generar más que miedo, aunque a veces se disfrace de aparente comodidad, felicidad o incluso de amor... o de sus sucedáneos. Si en cambio, lo que le mueve a uno es su amor a sí mismo y a los demás, que es estar alineado con su alma, vive la misma situación plena y armoniosamente, con lo que se sentirá feliz. Por eso afirmo siempre que el amor y el miedo son opciones de vida, que requieren de libertad.
Cuando uno es esclavo de sus miedos, no puede decidir libremente. Y, en alguna forma, todos somos víctimas de nuestro pasado o del miedo al porvenir, temor a estar solos y no ser aceptados ni amados o, simplemente, al no poder ser felices. Y el primer paso para liberarte es ser consciente de ello y mirar el miedo de cara, siempre. Aunque sea porque detrás de él siempre está el amor. Si en verdad vez eso, buscamos razones, argumentos, culpables y atajos para escaparnos o evitarlo, eso nos hará ser víctimas del miedo y una vez más, además de alejarnos de nosotros mismos y crearnos un sentimiento de separación entre el amor a nosotros mismos y a los demás. Y esa incoherencia no provoca otra cosa que vacío existencial, aparte de la falta de amor. Y, como colofón, el miedo persiste en nuestro interior, hasta que un día salga de nuevo y nos visite...
Ni hablar de esto, tiene que el miedo es un atentado contra nosotros mismos y, como consecuencia, contra los demás, que comparten nuestras mismas vivencias y/o nuestro entorno más inmediato. Por eso nos duele, en el interior. Y así, día a día, vamos acumulando víctimas propiciatorias de nuestro largo e inefectivo aprendizaje de la vida, tan sólo dominada por el miedo y la culpa, aunque es de humano sentirlo así y nuestra existencia aquí no es más que un aprendizaje para no permitir que dominen más nuestra vida. Y a la suma de todo ello no puede ser otro que este mundo nuestro, que no es más que la suma de muchas personas que ceden su poder al miedo y que, por lo tanto, voluntaria o involuntariamente, renuncian al amor, a ellos mismos, a los demás y a los que les rodean. Si miras el mundo loco que vivimos, entenderás que no es fruto de la malicia humana, sino del miedo de demasiada gente, aunque se exprese en forma de amor mal entendido y vivido, la violencia gratuita o de simple indiferencia. Un mundo terriblemente injusto, porque está hecho de la falta de libertad y de personas injustas consigo mismas, porque no saben o no pueden amarse ni, por tanto, amar y ser amadas...
Continuará...
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