martes, 28 de julio de 2015

Un mismo amor, diferentes formas de sentirlo... (Segunda y última parte).

    Durante muchos años fui, como todos, supongo, víctima del miedo, que condicionaba sutilmente o sin piedad mi vida. Miedos propios y ajenos que me privaban de mi libertad y, por lo tanto, de mi capacidad de amar y de ser amado de verdad, así como de compartir la siempre, anhelada y entonces imposible o efímera felicidad. Supongo que por esa razón me hace sufrir el dolor ajeno, porque lo conozco bien y lo reconozco en una simple mirada.

    Como he dicho antes, el amor y la felicidad son opciones libres en nuestra vida, conscientes o no. Pero basta ver su efecto en ella para darnos cuenta de esa falta de libertad. El amor y la felicidad escasean en nuestra vida cotidiana, aunque nos da mucho miedo cambiar de verdad, para vivir lo y compartir lo.

    Para cambiar hay que ser valientes y persistentes, aunque muchas veces debes empezara por tomar la firme decisión de dejar de ser infelices. Luego habrá que andar un nuevo rumbo hacía nosotros mismos, aunque nos dé miedo en un principio por lo desconocido que encontraremos en nuestro interior y en nuestra nueva manera de vivir.

    No hay atajo posible. Mirar el miedo de cara y andar hacia ti, si es posible al principio, en soledad contigo mismo. Y cuando descubres en tu interior tu verdad, la traición a ti mismo y a los demás, que has estado viviendo y provocando, en tu historia, aparecerá un profundo sentimiento de culpa por ti mismo y por todas las personas que has dejado atrás, sin valorar su afortunada presencia en tu vida.

    Pero, si enmiendas el camino y eres capaz de aceptar tu imperfección y borrar tu pasado mal vivido y aprendido de él, te perdonarás y empezarás a ver la vida de otra manera, ya con libertad. Y, lo dicho, la verdadera libertad te traerá el verdadero amor, a ti mismo y hacia los demás, y este, la verdadera felicidad, que siempre antes habías buscado fuera de ti, sin siquiera saber que estuvo siempre en tu corazón, esperando que tuvieras el valor de sentir la, vivir la y compartir la, por amor.

    A veces pienso que yo soy un gran espejo para los demás, supongo que como todos. Pero alguien me dijo que soy capaz de llegar al alma de las personas que quiero, incluso mucho antes de que ellas lo hagan. Y eso me da una visión clara y nítida de lo que hay en su interior, por descubrir.

    Y me enamoro de esas personas, si, para descubrir lo juntos en un mismo camino, si así lo desean. Sólo necesito que demuestre su firmeza, constancia y coherencia en llegar a ser lo que son en su interior y, siendo lo, ayudándome a mí también a llegar a serlo. Por eso los trato como son en su corazón y cómo llegarán a ser, si realmente quiere llegar a amarse a ustedes mismos, alcanzar el amor de verdad y aprender a amar la vida, tal como el alma lo impone.

    Pero, con el tiempo, también he aprendido a respetar su tiempo vital, pues eso depende de sus capacidades de amarse y de su libertad, en cada momento. Y, aunque me hace sufrir verles flaquear, como yo mismo, a veces, me duele aún más sentir que abandona su camino hacia su alma, es decir, hacia su verdadera felicidad.

    Pero supongo que amar entraña, en algunos casos, aceptar y respetar esa libertad de abandonar el camino que emprendimos hacia ellos mismos. Así como confiar en su capacidad de rectificar, reconducir de nuevo su vida hacia su alma de nuevo, donde ya saben que se, re encontrarán si tienen suficiente valor...

    Esta manera de vivir y de amar te hace vivir momentos siempre mágicos, cada día. Con distintas personas, situaciones y lugares, pero siempre basados en el amor de verdad. Y aprendes a aceptar que esta vida no es sólo un devenir, o de puertas que se abren y se cierran, sino que depende de tu capacidad de compartir tu vida con personas que, como yo mismo, tienen la firmeza de crecer y aprender a amar de verdad, aunque a veces sea a costa de equivocaciones, pero aprendiendo de ellas para no repetir las.

    Así, cada persona que se cruza en mi vida, hoy es una oportunidad para amar y así aprender a vivir mejor cada nuevo día que nos llega. Antes en mi vida sólo habían personas para sufrir por y con ellas, pero hoy afortunadamente ya no están. Hoy sólo quiero personas que no se resigne al miedo, o intenten evitar el dolor, para qué quieran decididamente mejorar su vida, que sepan amar o que deseen llegar a amar y a ser amadas de verdad. Es un privilegio de su libertad, que además da sentido pleno a mi vida y mi amor por ella.

    Cuando das amor sin condiciones, recibe siempre amor a cambio, aunque a veces, cuando abres el corazón de alguien más, haces que se despierte el miedo y salga, para después dejar paso libre al amor y poder amar y ser amado, de verdad.

    Esa es para mí la gran lección de la vida que por fin estoy aprendiendo, a pesar o gracias al largo, necesario y a veces tortuoso camino de sombras que he debido recorrer para llegar hasta aquí y ahora. El gran amor de verdad es para siempre.... El amor verdadero no daña, es para tonificar el alma...

    Gracias mil, siempre con ustedes....

No hay comentarios:

Publicar un comentario