martes, 21 de octubre de 2014

Sin defensas para el amor...



Defender equivale a rechazar.

El polo opuesto de rechazar es amar.

    Se ha definido el amor desde una multitud de ángulos y en los planos más diversos, pero cada forma de amor puede reducirse al acto de dar acogida.

    En el amor, el ser humano abre barreras y deja entrar algo que estaba fuera de ellas.

    A estas barreras solemos llamar Yo (ego) y todo aquello que queda fuera de la propia identificación es para nosotros Tu (el otro).

    En el amor, esta barrera se abre para admitir a uno Tu, que con la unión, se convertirá Yo.

    Allí donde ponemos una barrera rechazamos y donde quitamos la barrera amamos.

    Desde siempre utilizamos la expresión de (mecanismo de defensa) para designar los resortes de la conciencia que impiden la penetración de elementos amenazadores procedentes del subconsciente.

    Aquí conviene insistir en la ecuación microcosmos = macrocosmos ya que todo repudio o rechazo de una manifestación procedente del entorno es siempre expresión externa de un rechazo psíquico interno.

    Todo rechazo consolida nuestro ego, ya que acentúa la separación.

    Por ello, al ser humano la negación le resulta considerablemente más grata que la afirmación.

Cada (no)

    Cada resistencia, nos permite sentir nuestra frontera, nuestro Yo, mientras que, en cada (comunión) esta frontera se difumina; no nos sentimos a nosotros mismos.

    Es difícil expresar con palabras lo que son los mecanismos de defensa, ya que sólo se puede de describir aquello que se reconoce, por lo menos, en nuestra persona o en otra persona.

    Los mecanismos de defensa son la suma de todo lo que nos impide ser perfectos y completos.

    La teoría es fácil de definir en qué consiste el camino de la iluminación: en todo lo bueno. Comulga con todo lo que es bueno y será bueno para ti.

Y encontrarás el mejor camino del amor...


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