domingo, 5 de octubre de 2014

"Voy de prisa porque la vida es corta...



"Voy de prisa porque la vida es corta y tengo muchas cosas que hacer. Cada uno trabaja a su manera y hace lo que puede".

 Así se expresa uno, preso por el frenesí de todos los días. Así vive mucha gente o, mejor dicho, no vive porque se quiere beber toda la vida de un solo trago.

    La prisa, la velocidad son regalos de nuestra sociedad tecnificada. Así, la prisa se ha convertido en uno de los rasgos más característicos de nuestra manera de pensar, de hablar y de vivir. Llevamos la rapidez en nuestras venas, como si la vida resultara demasiado de corta, y quisiéramos curarla en cada momento viviendo con ansiedad y preocupación. 

"La preocupación nunca roba su tristeza en al mañana, solo le resta fortaleza al hoy". 

    Así no vivimos, quemamos etapas y somos fácil presa del infarto. Vivimos en el tiempo del microondas, de lo fácil, de lo rápido. No podemos vivir en la inactividad, preferimos la actividad sin descanso, aunque no tenga sentido. No es nuestro tiempo apto para construir murallas, pirámides y catedrales. Y como no edificamos con bases sólidas, fácilmente se derrumba todo lo hecho y se viene abajo nuestros proyectos.

    Sin envidiar el pasado, si tendríamos que echar una mirada retrospectiva y aprender de nuestros antecesores, maestros del ocio, del sosiego, de la contemplación. Es saludable no perder la capacidad de disfrutar de las cosas pequeñas, de lo bueno que nos acontece cada día y admirar las maravillas que hay en la naturaleza, que es maestra del trabajo, de no adelantar el tiempo y las estaciones. Hacerse un roble, una caoba, una persona... Lleva su tiempo. Miles de años se necesitan para alumbrar una nueva especie.

    El futuro no es un problema del hoy. No hay que ser aprensivo acerca del futuro. "No te preocupes del mañana... Cada día tiene bastante con su tarea". Es importante mentalizarse para vivir al día, sin esperar resolver todos los problemas al mismo tiempo.

    Es importante cambiar nuestros hábitos de pensar, hablar y actuar alocadamente, pues "si no cambiamos nuestro rumbo, probablemente no lleguemos a donde nos dirigimos". Y muchas veces nos dirigimos a nuestra autodestrucción.

    Es necesario, pues, sacar tiempo para el ocio, para mirar las estrellas, los amaneceres y atardeceres. Esta es la queja de mucha gente: "no tengo tiempo". No tengo tiempo ni siquiera para el trabajo, los compromisos sociales, el estudio...

    Es bueno pensar y pensar despacio. Es mejor aprender a hablar despacio. Es estupendo comenzar de nuevo como un niño a dar los primeros pasos, a dar el tiempo a cada cosa y a cada lugar... No hay que tener prisa, pues lo que sembramos lo tendremos por toda la vida.

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