martes, 25 de octubre de 2016

Cómo nos afecta, El Rencor...

Cómo nos afecta, El Rencor...



Ante una situación de conflicto, cuando el otro nos dice o nos hace algo que no nos gusta, tendemos a quedarnos con rencores, si, nos cuesta mucho esfuerzo el poder dar la vuelta a la página de verdad.
"Aferrarse a la ira, es como agarrar un carbón caliente, con la intención de tirarlo a alguien más. Tú eres el que se quema.".
Si estamos transitando o intentando transitar en un camino espiritual, puede ser que nos intentemos auto convencer de que ya no guardamos ningún rencor hacia nada, ni nadie, podemos llegar a sentir que es así, pero luego de un tiempo vemos que ante cualquier mínima cosa que nos haga recordar a dicho evento o a dicha persona, el rencor vuelve a aparecer.
Una visión muy novedosa, sumamente simple y que nos puede ayudar mucho, es darnos cuenta de que, si guardamos rencores, si nos quedamos con rencor, somos nosotros los principales perjudicados. Si tengo esos sentimientos en mí, los sentiré directamente en mi cuerpo, muy probablemente como un bloqueo o sensación fuerte de incomodidad en el plexo solar, que es justamente el centro energético o chakra relacionado con las emociones, que se ubica un poco por encima del ombligo.
Si no soy consciente de esto, sino practico la auto observación, puedo alimentar aún más estos sentimientos con mis pensamientos; pensamientos que justifiquen y lleven a más rencores y más separación, pensar en lo malo que hizo esa persona, en cómo pudo hacerme eso, pensar que nunca más quiero volver a acercarme a esa persona, etc... Llegado a ese punto, el malestar que sentiremos puede ser muy notorio. No sólo se sentirá esta incomodidad en nuestro pecho, estas emociones y pensamientos disonantes también drenarán nuestra energía vital. En definitiva y en palabras simples, quedaremos hechos "Triza o un trapo de piso".
Al hacernos conscientes de esto, nos daremos cuenta del poderoso hecho de que si de verdad soltamos los rencores, si de verdad aceptamos la situación y podemos ver a otros más allá de la ofensa, los principales beneficiados seremos nosotros, porque volveremos a sentir paz en nuestro interior, volveremos a sentirnos libres por dentro, nuestro cuerpo se volverá a sentir relajado, ya no habrá bloqueo, nos sentiremos nuevamente con la presencia y la energía vital activa en todo nuestro cuerpo, especialmente en nuestro corazón. Tendremos más deseos de vivir, sentiremos en dicho interior, entusiasmo, volveremos a estar conectados con nuestra esencia.
Desde este nuevo lugar, será mucho más fácil comenzar a sentir verdadera aceptación hacia el otro y hacia la situación que nos tocó vivir. Entonces, además de ser un regalo para ti, también será como consecuencia, un regalo para el otro. Si, por el contrario, nos hubiéramos encargado esta situación sólo desde el esfuerzo de querer aceptar al otro, inspirados en él común conocimiento de que "perdonar es algo bueno", sería un enfoque muy noble, pero que nos puede costar muchísimo esfuerzo, esfuerzo que puede terminar siendo infructuoso...
Desde este nuevo escrito, también se podrá ver más fácilmente cuáles fueron las causas internas mías que me ayudaron a vivir esas situaciones, o que me hicieron sentirme tan dolido con dichas situaciones.
Generalmente las cosas nos pasan, y hay otro u otros involucrados, pero a la vez los dolores se aumentan, por heridas no sanadas de nuestro pasado. Entonces estos hechos nos pueden ser de gran utilidad para auto conocernos mejor, para sanar y abrazar cuestiones pasadas. Desde esta visión el otro termina siendo un facilitador que nos puede estar mostrando algo, que podemos sanar.
Todo esto no significa que no podamos sincerarnos con la otra persona, decirle que su actitud nos ha hecho sentir muy mal, que nos hemos sentido heridos, que su proceder nos parece demasiado fuerte, que no esperábamos eso de ella/él, y que nos damos cuenta de que nuestro dolor puede en parte verse aumentado por nuestras propias vidas del pasado, pero que de todas formas nos duele, o lo que sea.
Por el contrario, el Consejo es intentar siempre, decir lo que sentimos, compartirlo con el otro, abrirnos al otro, tratando de que sea lo más posible, desde lo más profundo de nuestro corazón. Es el miedo el que nos hace creer que es mejor cerrarnos y no decir nada. Y, es el amor el que nos ayuda a abrirnos y compartir...
Puede ser que, al sincerarnos, sea la otra persona la que se ofenda. Hay personas que no tienen reparo en decir o hacer cosas fuertes, pero que no toleran escuchar el retorno. Además, ofenderse en esas instancias que puede ser un mecanismo de defensa para evitar remordimientos o a hacerse cargo de sus propias acciones. En ese caso, será la conciencia de la otra persona, la que debe trabajar sus rencores.
Pero si nosotros hacemos nuestro trabajo y podemos soltar nuestros rencores, es muy posible que se dé una nueva instancia en la que sea el mutuo entendimiento, la mutua comprensión, la que triunfe. Sólo es cuestión de darle a las situaciones el tiempo necesario. Y según han dicho los sabios y maestros.
"El tiempo es, en últimas, parte de la ilusión, como así también de la separación".
No nos aflijamos si, de todas formas, más adelante los rencores afloren de nuevo. En ese caso podremos aplicar de nuevo esta visión ganadora.

Generalmente vamos creciendo en lo espiritual ascendente, pareciera que volvamos a pasar nuevamente por lo mismo, pero siempre estamos avanzando, sanando interiormente y evolucionando, cuando aprendemos de nuestros errores...




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