lunes, 20 de marzo de 2017

Llega el momento, en el que decidimos cambiar…

Llega el momento, en el que decidimos cambiar…



En medio de esta inercia, muchos querríamos que nuestras vidas fuesen diferentes. Nos gustaría ser más ordenados, pasar más tiempo con nuestros amigos, no sentirnos bloqueados por nuestros problemas cuando nos llama una amiga para decirnos que su madre ha fallecido. En ese momento nos damos cuenta de la velocidad astronómica por la que transitamos por el mundo, también nos damos cuenta de que nos gustaría que una buena parte de nuestras vidas fuese diferente… un cambio que pasa por modificar nuestras costumbres.
El caso es que esto nos pasará, si no nos ponemos en marcha. Nunca iremos esa ciudad que nos gusta tanto si no ahorramos, sacamos el pasaje de avión, preparamos el equipaje, nos abrochamos el cinturón y nos preparamos a volar. Nunca lo haremos si no empezamos a hacer actividades distintas, si no damos el paso para hacerlo.
Nos gustaría ser más ordenados, pasar más tiempo con los nuestros y amigos, no sentirnos bloqueados por nuestros problemas, cuando nos llama una amiga para decirnos que su madre ha fallecido.
Piensa que muchas veces la comodidad de la repetición es una especie de agujero negro que nos atrapa. en medio de este conjunto de fuerzas el cambio supone una decisión, un coste y una ejecución. Salir de nuestra mente, de los juegos imaginarios y empezar a hacer tangente a nuestra intención y a la realidad, esto implica asumir riesgos. Riesgos que se aceleren nuestras pulsaciones, pero con otro sabor a las que produce el estrés.
Bien, ¿entonces qué podemos hacer para producir un cambio significativo en nuestras costumbres?
Vamos a estructurar el proceso en tres pasos:
El primero sería hacer una reflexión sobre qué nos va a aportar ese cambio y cuál es nuestra motivación para ir en esa dirección. Si es un proceso muy largo establece pequeñas recompensas intermedias y momentos para la evaluación de ese cambio.
Empieza cuanto antes. Si has decidido dejar de fumar no esperes a que termine la semana. Piensa que el propio plan, que has elaborado antes va a tener mucha más fuerza, si empiezas ahora.
Comparte ese cambio con los demás. Con esto, pondrás a la presión social de tu entorno, a remar a favor de este cambio. Quizás te cueste después alguna que otra bronca con ellos, pero al final será más fácil que logres ese cambio y probablemente ellos te lo perdonarán.
Seguro que has sentido alguna vez esta sensación: lo ilusionantes y fáciles que parecen algunos cambios cuando estamos en la cama a punto de dormir y lo cuesta arriba que parecen por la mañana cuando ponemos los pies en el suelo y empezamos con nuestras costumbres. Es como si pusiéramos el tren en la vía y el esfuerzo para descarrilarlo fuese mucho mayor.

Este es quizás el último punto que tenemos que gestionar cuando perseguimos un cambio: ser conscientes de que van a ver momentos en los que vamos a fallar o que va a ser más difícil, pero no pasa nada, tenemos la oportunidad de volver a intentarlo.




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