Prefiero las distancias honestas a las cercanías hipócritas…
En los entornos donde abundan los hipócritas, los
sinceros son los malos y la verdad es la gran enemiga. Por ello, siempre serán
preferibles las distancias honestas, cuando nuestros valores choquen a esa
cercanía sibilina (de sentido misterioso u oculto) que trae máscaras de
amabilidad y armaduras doradas detrás de las que se esconden personas falsas.
Es muy posible que algunos no sepan que los
científicos, sociólogos y los biólogos han querido llamar al actual periodo
terrestre “Antropoceno”
(hombre nuevo) en lugar de Holoceno. La intención es simple y hasta
inspiradora: enfatizar un periodo donde la humanidad tiene como objetivo
alcanzar una “cuota” más alta en cuanto a inteligencia, cohesión social,
armonía, respeto y conciencia.
“La superstición y la hipocresía tienen grandes
pagas, pero la verdad siempre tiene que mendigar”
Sin embargo, libros tan interesantes como “Antropobiología”,
abrazando la coexistencia en el Antropoceno”, de los científicos Michael Tobías
Charles y Jane Gray Morrison, nos hablan precisamente de una dimensión muy
concreta: la hipocresía del ser humano. Seguimos siendo esa raza de vertebrados
habituada a predicar una cosa y hacer otra. Padecemos un trastorno por déficit
de naturaleza y, además, aún nos cuesta mucho favorecer esa coexistencia, de
los unos con los otros, dejando a un lado diferencias culturales, sociales o de
género.
Todos sabemos que no es nada sencillo establecer una
distancia frente a quien no nos agrada o nos incomoda. En ocasiones, estamos
obligados a compartir espacio con ese familiar de ideas extremas, o incluso con
ese directivo que no calza nuestros mismos principios morales. Sin embargo, lo
que sí podemos hacer es crear adecuados espacios de autoprotección donde no
caer nunca en el insalubre ejercicio de la hipocresía.
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