La despedida...
Ya no queda tiempo para lamentarse por todo lo bueno que no pudimos hacer;
de nada sirve; pero sí queda para ocuparnos de todo lo correcto que todavía
queda pendiente.
Lo primero que tendríamos que hacer es pedir perdón por todos los errores
cometidos, a sabiendas o no.
Creo que haría falta llevar un diario en donde quedaran registrados todos
nuestros actos; los buenos y los otros y consultaríamos, si fuera necesario, a
cada momento para evitar el volver a cometerlos.
Pero lamentablemente, muchas veces -o siempre- dejamos esa “escritura” de
lado y un buen día, tal vez, nos decidamos a poner en práctica esa idea, pero
el tiempo pasa y no lo hacemos.
El momento ya pasó.
Nos queda ese mañana que habrá de llegar -Dios mediante- y ese ahora que
tanto esperamos pueda ser vivido sin ninguna mancha que lo desmerezca.
Es el momento de dejar de lado todo eso que no servía ni sirve para nada,
eso que cada uno sabe que no tiene ningún valor.
Se me ocurre que es una forma de llegar a la decisión final de esa
“despedida” de todo lo que tanto mal nos causa para poder así disfrutar de la
satisfacción que habremos de sentir cuando estemos ya seguros de conocer el
camino correcto.
Sería un adiós que daríamos a todo lo que equivocadamente tuvimos a nuestro
lado.
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