miércoles, 6 de abril de 2016

MIRADAS

MIRADAS





Hay momentos en la vida, pocos, muchos, cuando nos parece haber perdido la facultad de pensar o razonar.
Son “lagunas” que aparecen de improviso y que nos pueden hacer olvidar cosas a tal punto, que no podemos distinguir cuál es una o cuál es otra, es decir, no podemos definir con certeza qué es lo correcto o qué no lo es. Dudamos, todo nos parece igual, y lo que es peor, parece que las cosas hubieran perdido el valor que debieran tener.
Cuando eso se convierte en costumbre, corremos el riesgo que en nuestro futuro ya no quede ni la más remota esperanza de mejorar y nos parece que estamos cerca de abandonar todo, ganados por el cansancio, pensando en que ya nada vale.
Notamos que el tiempo va pasando y nuestra apatía ha ido creciendo, ya nos domina; ya ni nos sentimos capaces de saber valorizar lo bueno que todavía nos queda en la vida por vivir.
Por suerte, sentimos que aparece en el momento menos pensado, el remedio que necesitamos y que habíamos creído ignorar durante tanto tiempo.
Notamos sin querer que alguien nos ha dirigido un tipo especial de mirada, que aparentemente nada dice, pero en su simpleza, y en completo silencio, expresa algo que no alcanzamos a entender, pero nos “toca” y sentimos que nos despierta y nos aparta de esa indiferencia que nos invadía.
Son momentos mágicos que pueden surgir en nuestras vidas y todo aquello que no sabíamos decir con las mejores palabras, puede transmitirse con esa mirada que lo dice todo.
Notamos que hablamos cuando miramos y mirando, decimos todo lo oculto que callamos.
Entonces nos sentimos, vivos otra vez.




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