La Mujer…Un Enigma Incomprendido
Es esta una de estas líneas analíticas del sentimiento y de
la razón. Buscamos la respuesta a una de las incógnitas jamás respondidas hasta
ahora…grandes psicólogos, grandes poetas, estudiosos de toda talla, han
intentado descifrar este jeroglífico humano, que con sus andares frágiles y con
su belleza cada vez más deslumbrante todos los días, se dedica a conquistar…a
hipnotizar, a condenar al corazón del género masculino; estamos hablando de uno
de los seres más complejos, más bellos, más dulces, tiernos, antipáticos en
algún momento de sus vidas, tristes o de diversos estados de ánimo en un curioso
estado de su ciclo hormonal; estamos hablando de la Emperatriz del alma de los
poetas, la Beatriz de Dante, la Mary Ann Chaworth de Byron, la Virginia Clem de
Edgar Allan Poe…y tantas más, conocidas con el nombre y el ideal: “MUJER”.
Alrededor de nuestro andar por el mundo, los hombres,
habremos de admitir…hasta ahora, el hecho de no poder comprender lo que ellas
desean. ¿Tal vez diríamos por qué la mujer se complica tanto?, o la pregunta
sería ¿Será que los hombres lo vemos todo tan fácil?, ambas preguntas, forman
parte de las extrañas cuestiones filosóficas y metafísicas del Universo…el Ser
o no Ser Shakesperiano que mueve la razón humana.
¿Ahora regresando al enigma, escribimos…por qué la mujer se
convierte en la dicha y condena del hombre? ¿Por qué esa paradoja…esa
contradicción? Es extraño…aunque verdaderamente acertado, morimos por ellas
literalmente, y ellas tal pareciera que no lo consideran lo suficiente como
para tener el privilegio de estar a su lado. ¿Qué es lo que quieren? He ahí el cuestiona miento más grande de todos, nadie puede explicar cómo un ser tan
indescriptible, tan incomparable, puede poseer una multiplicidad de estados de
ánimo, exigencias en lo que al afecto respecte.
Por ejemplo, puede serse excesivamente cariñoso con una
mujer, mas ellas pueden encontrarlo muy asfixiante. O si se es algo frío, ya es
otra, la problemática, ya dicen que no se las atiende lo suficiente. ¿Ahora…cuál
es ese punto medio para hacerlas sentir felices? Al estudiar la fisonomía y la
estructura sentimental del hombre podemos dar cuenta que la falla también se
encuentra en nosotros, hay momentos en donde no somos lo suficientemente
atentos, o se encuentran circunstancias en las cuales perdemos a seres que no
los valoramos en su momento, aunque todo esto ya está generalizado.
Para el amor no existe una explicación lógica, esa es la
verdad. En el amor reina el sentimiento, puede decirse que poco ha de actuar la
razón. Mas es necesario un complemento, razón y sentimiento debieran de
interactuar para que surjan las soluciones ante los problemas, ante todo,
aunque debemos tropezar para aprender.
Lo primero que deseamos hacer cuando vemos a una mujer es
llenarla de comparaciones, de versos, decirle cosas lindas…Algunas pueden
tomarlo bien, otras mal, dependiendo de cada una de ellas. Pero lo importante
es y siempre ha sido “Las pequeñas cosas son las que hacen las más grandes
diferencias”, como habría de decirnos un poeta no hace mucho.
Hay que revalorizar y dar importancia sobre la mujer en el
amor… a la estrechez de sus manos, por más pequeño que sea el gesto, la calidez
que queda en la palma después de estrecharla dice sencillamente: “Puedes contar
conmigo”.
Las miradas en una mujer delatan su alma, bien puede decirse
que cuando se mira fijamente a una mujer, se ve cómo brillan su alma y su
corazón. Mirar fijamente a los ojos, rozar con las manos el rostro de una
mujer, con una suave caricia, con una fragilidad etérea que sería imposible de
dañar.
Y si Dios lo permite, un beso en los labios de una mujer,
simbolizan la unión de dos universos por el gesto mágico del decirse mediante besos.
“Te quiero mucho, te necesito…”. ¡Y más aún las palabras…! Hablar con una mujer
es hablar con una sabia de su género. Debe rescatarse que ellas saben más de sí
mismas que cualquiera, aunque también a veces ellas tampoco entre sí se
entienden.
La mujer para el hombre es incomprendida, hasta puede parecerse una persona antipática, descontenta de todo, con vanidad, orgullo,
pero, es un mecanismo de defensa…ahí entra a tallar el “Misterio” del “Sexto
Sentido” o la conocida “Intuición Femenina”; una mujer sabe cuándo alguien
desea jugar con sus sentimientos, o ilusionarle de sobremanera, conocen
diversos secretos sobre el amor. Pero así también Dios las hizo complicadas
para defenderse, a algunas las hizo frías, a otras tímidas, a otras cariñosas,
a otras enamoradizas, pero, de todas maneras, las queremos así…
Por una razón bíblica la mujer es el complemento del hombre,
en lo que a su ser se refiera. El hombre es un ente de caracteres rudos, poco
demostrativo en sus sentimientos, amante de la libertad, estando entre ellos
mismos. Y la mujer es un mundo distinto, un mundo de complejidad, de ambas
características si se quiere admitir. Posee un poco del hombre en realidad, mas
sus sentimientos y sus manifestaciones de amor se muestran más desarrollados.
El hombre entre los hombres es un hombre fuerte, el hombre junto a una mujer es
alguien débil, pero al decir del escritor colombiano José María Vargas Vila
“Sólo en el amor el hombre es grande puesto de rodillas; porque el amor es la
única esclavitud que no deshonra”.
Un hombre está dispuesto a sufrir por una mujer, aunque su
vida dependa de ello, aunque el camino pueda dificultarle a la hora de
adentrarse en su corazón, pero la meta, el objetivo es no claudicar en la
lucha, seguir descubriendo las necesidades de una mujer, sus pensamientos, sus
sentimientos, sus debilidades, sus fragilidades, y muchos otros secretos.
Así, que puede dictaminarse que la mujer es un enigma
incomprendido, a través de la historia siempre ha sido, la compañera abnegada
del hombre, la que con cariño ha estado siempre ahí, a pesar de que no las
entendamos, o ellas también no puedan entendernos, el estar juntos permite
conocernos y atravesar los obstáculos de la vida, en la búsqueda del respeto y
la convivencia mutua, basados en una armonía y paz con el alma, junto a ese ser
que tanto se ama.
Por eso cuando veamos a la mujer que nos llama la atención,
seamos atentos, ofrezcamos nuestro brazo para conducirlas a sus aposentos, a
sus autos, a sus lugares de clase, o simplemente, llevarlas de paseo. No
temamos al hablarles, no tengamos vergüenza de decirles lo que sentimos, por
ellas somos capaces de todo, la mujer, será siempre el enigma del hombre, pero
admitimos que ella es su propio mundo: es un Universo inexplorado, misterioso e
Infinito.
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