Nuestras sombras y nuestros miedos.
"Cada uno de nosotros proyecta una sombra un poco más
oscura y compacta, y cuanto menos encarnada se presente en nuestras vidas
consciente. Éstas sombras constituyen, a todos los efectos, un impedimento
inconsciente que malogra nuestras mejores intenciones".
Se suelen utilizar miles de metáforas para referirnos a
nuestro aspecto más oscuro, como descubrir nuestros miedos, en la noche oscura
del alma, luchando con los miedos, con los egos, y sombras, etc., pero sería
mejor referirnos a estos como "el gran saco que todos arrastramos".
Un saco invisible que nos acompaña durante toda la vida y en
el que comenzamos a cargar desde pequeños, todas aquellas facetas de nuestra
personalidad que desagradaban a los que estaban a nuestro alrededor y
ejercieron algún tipo de influencia en nuestras vidas, para continuar siendo
merecedores de su amor.
La sombra de cada uno de nosotros se va desarrollando durante
la infancia de forma natural, al igual que nuestro ego, partiendo ambos de la
misma experiencia vital.
Por un lado, nos identificaremos con algunos rasgos ideales
de nuestra personalidad como puede ser la simpatía o la buena educación y por
el otro, desplegaremos aquellas cualidades que no se adecuan a nuestra imagen
ideal como el egoísmo y la envidia, las frustraciones o experiencias dolorosas,
hacia las profundidades de nuestro saco.
Cada cultura e incluso cada familia, determinan a su manera
lo que corresponde al ego y lo que corresponde a la sombra, en relación a los
miembros de su alrededor. Algunas permitirán la expresión de la ira, la
agresividad, la sensualidad o las emociones intensas, mientras que otras no lo
harán.
"Así, nuestro saco va creciendo; al igual que el de
nuestra familia, nuestra cultura o sociedad, sobre todo durante los primeros 20
años de nuestra vida, y el resto del tiempo, lo ocupamos intentando vaciarlo...".
Y cuando más repleto este nuestro saco, cuantas más cosas
arrojemos en él, menos cantidad de energía tendremos en nuestro día a día,
mientras que más energía será inaccesible, acomodada en el saco.
"Así, la sombra, podemos entenderla entonces como
aquellas cualidades que no aceptamos de nosotros mismos. Aquellas que cuando
nos miramos al espejo no se hacen visibles en nuestro reflejo, porque tan sólo
vemos lo que queremos ver. Y él encuentro con ella, implica una confrontación
con uno mismo...".
Y aunque los sentimientos y capacidades desterrados a la
sombra, alimentan el poder oculto del lado oscuro de la naturaleza humana, no
todos ellos son negativos. Ya que la sombra no sólo alberga, apegos
emocionales, partes infantiles o síntomas neuróticos, sino también actitudes y
talentos que la persona no ha llegado a desarrollar.
Así, nuestra sombra personal contiene capacidades y
cualidades potenciales que no sean llegado a manifestar; constituye una parte
del inconsciente que complementa a nuestro ego y que representa las partes de
nuestra personalidad consciente que no desea, conocer y repudiar, y que olvida
o destierra a las profundidades de nuestra mente, para reencontrar las, más
adelante en los enfrentamientos que tengamos con los demás.
Pero la sombra, no podemos percibirla directamente, pues
huye de la luz de la conciencia, sólo se hace visible fuera de nosotros mismos,
a través de los demás, de sus apegos y acciones.
Podemos activarla si somos consciente de que cuando
admiramos o rechazamos de manera desproporcionar, una cualidad de una persona,
como la pereza o la sensualidad, probablemente nos estemos proyectando en ella,
con la intención de deshacernos y desterrar esa característica nuestra, a
nuestra sombra.
Por lo tanto, para descubrir algunas características de
nuestra sombra tenemos que examinar qué rasgos y/o actitudes nos molesta o nos
agradan des proporcionadamente de los demás y en qué medida nos afecta, es
decir:
¿Qué proyectamos sobre los demás de nosotros mismos?
Recuperar nuestra sombra implica, por lo tanto, afrontarla e
integrar sus contenidos en una imagen más global y completa de nosotros mismos,
dejando de lado nuestra rigidez y nuestros miedos. Proceso que suele ocurrir
cuando vemos nuestra vida estancada y hemos perdido el interés por ella y sus
sentidos.
El trabajo con nuestra sombra es el proceso voluntario y
consciente en el que nos sumergimos con la intención de asumir todo aquello que
habíamos decidido ignorar o reprimir. Nos permitirá sanar nuestros problemas de
relación, dándonos luz a nuestra oscuridad y penetrando en nuestro propio yo
interno, e integrándolo.
"Cuando aceptamos nuestras facetas más crueles,
profundizamos a la vez en nuestros aspectos más positivos...".
La reconciliación con nuestros miedos o enemigos internos,
no los elimina, pero si cambia la relación que tendremos con ellos, siendo esta
mucho más humana y sorteando el camino de la humildad. Podemos hacerlo a través
de la terapia o incluso del arte, o el perdón.
Cuando nuestra fortaleza descubre su propia vulnerabilidad y
nos demos cuenta de que aparte de la luz también nos hallamos compuestos de
sombras, cuando dejemos de creer que las responsabilidades de todos los males
se encuentran en el exterior, seamos conscientes de que la capacidad de hacer
el mal se alberga también de alguna manera en nuestro interior, podremos hacer
las paces con nuestra sombra y navegar hasta algo de las adversidades y las
fatalidades.
Porque cuando mantenemos una relación correcta con la
sombra, el inconsciente deja de ser peligroso y se decía; "la sombra sólo
resulta peligrosa cuando no le prestamos la debida atención". (Cuando
llamamos la sombra nos referimos, a todos aquellos o ellos que se consideran
como enemigos de su forma de pensar).
Lo que ocurre es que el día menos pensado o cuando decidamos
abrir el saco, todo lo depositado en él, surgirá como una gran sombra, con una
gran dosis de hostilidad; pues cuando nos negamos a aceptar una parte de
nuestra personalidad, ésta se torna hostil, sometiéndonos de alguna forma, como
si se hubiera organizado un motín en contra nosotros.
"Lo que no afrontamos, termina sorprendiéndonos,
desagradablemente en algún momento...".
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