Cómo reconocer tus límites…
En el mundo que vivimos
pareciera que quien no se estresa no funciona. Es importante reconocer tus
propios límites, parar de vez en cuando y organizarte para evitar estar
desbordada/o.
Si tu vida sigue un ritmo
frenético, no tienes ni un minuto que perder y estás desbordada/o de trabajo,
este escrito es para ti. Tu situación es mucho más frecuente de lo que parece
y, lo que es peor, hoy en día se justifica y casi hasta se exige. Parece que es
normal y deseable estar así y si no ocurre, es que no eres un profesional
"de verdad".
Es cierto que determinado
nivel de estrés es bueno para tu desarrollo, pero aquí hablamos de algo más que
eso.
Nos referimos a una situación en la que no tienes tiempo para ti, estás
estresada/o y empiezas a darte cuenta de que así no puedes seguir. O bien ya
estás totalmente desbordada/o y no sabes cómo cambiarlo. Es algo frecuente, y
también preocupante, porque esto no para, hasta que algo te obliga a parar (una
enfermedad, por ejemplo) y por supuesto, no queremos llegar a ese punto.
Entonces, ¿qué puedes hacer
cuando tu vida te desborda? Tres cosas:
No es la vida la que te
desborda, eres tú que no sabes poner límites.
Todos tenemos un límite y,
aunque no solemos pensar en él, es muy importante conocerlo. De este modo
sabrás cuando te acercas a él y podrás hacer algo al respecto. Así disminuirá
tu desgaste y el estrés. Porque ya sabemos cómo te afecta esa situación, y no
solo a ti, sino a los que te rodean también. Y a lo mejor te preguntas, ¿y cómo
puedo saber cuál es mi límite? En el libro "Cómo estar mentalmente
equilibrado"(Ediciones B), Philippa Perry comenta que es importantísimo
parar de vez en cuando para evaluar cómo te sientes en ese momento, qué
piensas, qué haces. No tiene que ser un descanso largo, lo importante es que te
acostumbres a analizar cómo te sientes. Por ejemplo, ahora mismo, ¿cómo te
sientes? Cansada/o, aburrida/o, motivada/o, contenta/o, con hambre, con sed...
Este el primer paso para aprender a reconocer cuando estás llegando al límite,
y así poder parar a tiempo.
"No es la vida la que te
desborda, eres tú que no sabes poner límites."
En general, hay tres
causantes de que estés siempre corriendo, de un lado a otro:
Demasiadas tareas para un
tiempo determinado que, aunque te encantaría, no puedes estirar.
Demasiadas personas
pidiéndote cosas.
Una sensación interna de
tener prisa. La sensación de que no puedes parar, de que hay algo más que hacer
(que, por supuesto, siempre lo hay), de que no puedes perder, ni un minuto...
Identifica cuál o cuáles te
afectan más.
Si tu principal problema es
el de las tareas, ¿cuál es la solución? Hay varias: delegar, aprender a
priorizar, no subestimar el tiempo, que te va a llevar una determinada tarea,
etc.
Si lo que te afecta son las
personas, claramente es imprescindible que aprendas a poner límites y a decir
que no.
Si tu principal problema es
la sensación interna de prisa, es más complicado. Algo que ayuda es obligarte a
parar varias veces al día, aunque sólo sean cinco minutos. La cuestión es parar
tu ritmo frenético y hacer algo que te relaje o simplemente que suponga un
“Stop”: leer, escuchar una canción, dar un paseo o hacer el ejercicio que
mencionamos antes. Lo importante es que te acostumbres a parar y veas que la
vida sigue y que tú te sientes mejor. Esto, que es aparentemente sencillo,
cuesta mucho, porque no vas a querer parar literalmente, ni un minuto, la
cuestión es obligarte.
Además, en todos los casos es
imprescindible disminuir tus exigencias y expectativas. Es algo complicado,
pero tienes que tenerlo en cuenta.
En resumen, es fundamental
que seas consciente de cuáles son tus límites y de que sobrepasarlos no es nada
bueno. Así que párate a pensar hasta dónde puedes llegar, de cuántas tareas
puedes ocuparte, sin estar asfixiada/o, de cuántas personas (o peticiones de
personas). Aprende a identificar cómo te sientes en cada momento para no llegar
hasta ese punto sin retorno. Y no te engañes, independientemente de lo atareada/o
que estés y las razones que tengas, lo más importante es que eres tú la o el
que tiene que decidir que hasta aquí has llegado, y ponerte a solucionar ese
ritmo frenético antes de que algo grave te obligue a parar.
"Es importantísimo parar
de vez en cuando, para evaluar cómo te sientes en ese momento, qué piensas o qué
haces."
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