martes, 16 de diciembre de 2014

¿Has pensado si puedes confiar en alguien?


    Confiar en la persona equivocada puede traernos problemas, ocasionarnos pérdidas económicas o daños psicológicos, pero no confiar en los demás también perjudicarnos seriamente.

    Vivimos en una sociedad que está basada en la confianza. Cuando compras unos muebles en una tienda, los pagas por adelantado y confías en que los llevarán a tu casa en la fecha prevista. Si llamas a alguien para hacer algún arreglo en tu casa, posiblemente le pagues por adelantado (confiando en que no desaparezca con tu depósito) pero, una vez hecho el trabajo, esa persona confía en que le pagues el resto. Cuando cuentas algo personal a un amigo, confías en que no va a usar esa información para perjudicarte o que no divulgara tus secretos a nadie (ni tan siquiera por Internet).

    Aunque tenemos leyes que nos protegen, casi cualquier transacción comercial o negociación con los demás necesitas una buena dosis de confianza. Sin ella, nuestra sociedad se vendría completamente abajo.

    Por desgracia, no todo el mundo es digno de confianza. Aunque, en general, la mayoría de las personas desea hacer lo correcto, no meterse en líos con los demás y ser apreciado por otros, existen circunstancias que pueden propiciar comportamientos menos pro sociales. 

Por ejemplo: las grandes ciudades aportan un gran anonimato, de modo que puedes engañar a alguien y luego desaparecer sin que vuelva a verte nunca más (y siempre hay alguien nuevo a quien engañar).


    Por otra parte, si una persona lleva una vida demasiado dura, con mucho estrés y frustración, estaba sintiendo a menudo emociones negativas como mal humor y amargura, que no favorecen especialmente el comportamiento pro social. Si una persona siente que la vida le trata mal, puede no tener ganas de tratar bien a los demás (tal vez sin ser consciente de que eso le perjudica aún más).

    Las personas con baja tolerancia a la frustración, que no desean esforzarse por lograr lo que quieren, impulsivas, que buscan las gratificaciones del momento, pueden ser menos dignas de confianza por su propio egoísmo. Una persona perezosa, caprichosa, a la que no le gusta molestarse y lo quiere todo de inmediato, tienen más probabilidades de no cumplir lo que ha acordado contigo, por pura pereza o porque sencillamente no tiene ganas.

    Las personas muy extrovertidas y descarada, a las que les importa menos lo que los demás piensen de ellos, tienen más probabilidades de que tampoco les importe quedar mal con alguien por no cumplir su palabra. Por el contrario, las personas a quienes les afecta más lo que los demás piensen de ellas, serán más dignas de confianza porque para ellas es importante que los demás tengan una buena opinión. Por este motivo, no está demás ir con cuidado, aunque sin volverse paranoico pues la confianza, como comentaba al principio, es algo que realmente necesitamos para sobrevivir.

Éstas son algunas cosas que puedes hacer para saber en quien puedes confiar.

    Las empresas o profesionales dignos de confianza que dan una amplia información sobre su negocio y sobre ellos mismos. Sabes quienes son, dónde están, su forma de trabajo, responden con claridad a tus preguntas y parecen conocer bien su negocio porque le han dedicado tiempo y esfuerzo (algo que no ha ser un estafador, pues busca siempre la gratificación más inmediata y fácil).

    En Internet, las páginas web más dignas de confianza están mucho más elaboradas. Muestran sus productos con amplias descripciones y al ver la página se nota que se ha invertido en ella tiempo y trabajo. A los ladrones y estafadores no les gusta mucho trabajar, por eso se dedican a robar a los demás, de modo que la mayoría tampoco trabajará mucho para estafar te (los ladrones de guante blanco no son los que más abundan). Los sitios web dignos de confianza ofrecen también formas de contacto, aportan datos para que sepas quiénes son y dónde están y describen con detalle todo el proceso de compra, envío, pago, política de devolución, etc.

    Entre amigos y conocidos, el mejor modo de saber si alguien es digno de confianza consiste en no confiar demasiado pronto sino esperar a conocerlo, pero siempre dando el margen de confianza lo más amplio posible. Es decir, si confiar en alguien no te va a causar un daño grave en caso de equivocarte, entonces es preferible confiar. Saldrás ganando si tiendes a pensar bien de los demás en vez de pensar mal y arriesgarte un poco (excepto en situaciones especialmente importantes donde es mejor ser prudente).

    Más arriba ya he explicado alguna de las características que pueden tener las personas poco dignas de confianza. Por lo general, es en los pequeños gestos de la vida cotidiana, como la forma de tratar a los demás, su modo de actuar en determinadas situaciones o sus opiniones, lo que te dará la información sobre esa persona. No cometas el error (muy común) de pensar que contigo es diferente. Si te cuenta los secretos de los demás continuamente, es muy probable que también esté contando todos tus secretos a otras personas. Y si critica a los demás a sus espaldas, puede que también hable mal de ti cuando no estés.

    Mucho ojo confiar en alguien no es muy fácil que digamos, la confianza es algo que hay que ganarlo y es un preciado tesoro.

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