martes, 22 de noviembre de 2016

Cualquier cosa es posible, si tienes suficiente valor...

Cualquier cosa es posible, si tienes suficiente valor...



Me contaba alguien, que él y su familia no eran económicamente estables durante su niñez. Tenían que usar los uniformes de escuela y colegio y la ropa de sus hermanos mayores, nunca hubo comida fuera de la básica para ninguno, no hacían paseos familiares seguidos, si padre trabajaba toda la semana para ellos, pero el salario era insuficiente.
Me contaba que se comió su primera manzana alrededor de los 7 años, porque esas y las uvas eran productos que se importaban a muy alto precio.
Tenían una madre abnegada a ellos. Dejó su trabajo convencional para dedicarse al de la maternidad. Cosía para vender y tener algo de dinero para ocasiones especiales. Era una vida más que austera.
De niños, les era difícil entender por qué solo tenían algo de ropa nueva en navidad y nunca los regalos que todos los niños tenían.
Al crecer, los intereses de éste amigo cambiaron. Más libre, trato de vivir su tiempo de juventud sin trabas o remordimientos. La economía de su familia iba creciendo exponencialmente y eso les facilitó mucho más las cosas a todos.
Luego vino el campo sentimental. Muchos desengaños, desamores, soledad, desprecios.  ... nada bueno para alguien joven. Él solo pensaba: “ya paso” y trataba de seguir adelante.
Al pasar de los años las cosas cambiaron mucho para él y su familia. Económicamente estables, todos los hermanos con estudios universitarios, la madre recibía un “salario” o mesada para los víveres y ahorros. Viajes al extranjero, lujos que nunca se pudieron conceder ahora a su alcance. Nadie imaginó eso cuando eran pequeños… pero se hizo realidad.
Pero, aquí la parte más interesante, en lo sentimental pasaron cosas que jamás contó.
Siempre fue una persona marginada socialmente (tal vez por eso me identifiqué tanto por si historia), una persona triste que nunca dejó ver sus sentimientos porque de ellos sólo esperaba burlas. Toda su vida llena de imposibles… o no.
Muchos años después de todos esos capítulos de corazones rotos, llegó una extraña oleada de coincidencias. Encontró a Muchas de las personas con las que tanto soñó en el pasado y recibió de ellas Lo que había soñado.
Mi conclusión a todo fue, que era lo mejor que le pudo pasar. Él, indignado, decía que pudieron haberle ahorrado tantos sufrimientos. Sin embargo, me di cuenta de que eso que llamamos destino, Dios, etc… No hacen nuestro pan a la ligera.
Ésta persona no estaba lista para nada de lo que pudiera sucederle si los hechos se hubieran presentado cuando él los quería. Era joven e inmaduro. Mentalmente no estaba listo.
Supongo que hay un tiempo para todo. La paciencia es la mejor arma contra todo tipo de desesperación. Y las cosas y personas que llegan a nuestra vida a veces no se van para siempre y el reencuentro es mucho mejor que nada, que en su temprana edad pudieran imaginar.

Así que, con éste relato aprendí que la paciencia es una disciplina que debe ser trabajada y entrenada en nuestras mentes. Tal vez en 10 años nos estemos riendo de las cosas que hoy, nos hacen sentir.




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