lunes, 28 de noviembre de 2016

Yo soy sólo... Conmigo mismo.

Yo soy sólo... Conmigo mismo.



Me había confundido todo. En este afán, de saciar mi soledad y, mezclé todas las cosas, y de pronto me vi víctima de mis palabras, encerrado en los estados prematuros de mi conciencia, aislado de mis cosas, de aquello que me hace "ser", existir me, sentirme como soy...
Hasta que por fin una noche fumando un cigarrillo insoportable, de insomnio exagerado, de guerra en mi cama con la sábana y los quejidos de la cama, me pregunté si es verdad, que yo soy sólo...
¿Qué somos?... ¿Quiénes somos?
No tengo ni la menor idea de mis respuestas, porque después de tanto tiempo comencé a sentir una terrible atracción al vacío... la música me envolvía como acariciándome todo, con una suavidad inexistente que no tenía.
Gozaba de un concepto erróneo acerca de la soledad. Dicen que la soledad es ausencia de compañía, pero para mí es esa sensación de vacío. Uno bien puede estar rodeado de personas e igualmente sentirse solo. Entonces, si esto era así, también estaba equivocado sobre lo que realmente significa estar o ser sólo...
Y ahí entonces la pregunta que me hacía; ¿Somos solos o estamos solos?
Y cuando intenté la respuesta, fue mágico el catálogo de posibilidades que me dieron origen a las probabilidades de estar más sólo de lo que en realidad soy...
¿Yo soy sólo?... ¿Es eso lo que pienso de mí?... ¿Es acaso eso lo que quiero para mí?
Definitivamente no soy sólo.
La soledad a la que le escribo, es distinta. Hablo del desengaño, de los finales, de estar o no, con alguien, de la ausencia de ese sentimiento semejante al amor. El amor-eros. Pero, eso es sólo una parte de la soledad. Estar solo es todavía mucho más profundo y cruel. Y yo no soy sólo. Soy esto, un escritor de la madrugada que piensa, que la vida le debe una oportunidad en muchas cosas, alguien que disfruta la soledad con el gozo del tiempo bien invertido, alguien que se detiene, mirando a la gente pasar, tratando de entender un poco por que nos pasamos la vida extrañando, justo a los que ya no están...
Y entonces, como un suave click en mi cabeza, por esos comentarios que me dejan, por esas preguntas que divagan por ahí, me di cuenta que iba siempre a contramano. Ya lo había sentido en otras oportunidades, pero ahora tenían sentido. Es decir, me había convertido en una máquina de incorporar el sufrimiento, me alimentaba del dolor, de la ausencia, de los ojos inflados por llorar, de la pelea, del sentirme solo desde la acepción más trágica de la soledad.
La tragedia, quedó reservada para las comedias. Mi vida no es una tragedia. Y entiendo que es un enredo andante, que debería reeditar muchas otras preguntas, y resolver otros conflictos que nada tienen que ver, con ser o estar solo.
Es decir, no abandono mi búsqueda. No dejo de esperar, ni me resigno a nada. Sólo que hoy, desde este otro lugar, me permito ubicarme en el rol de Octavio a secas. No soy sólo yo. Yo soy Octavio. Esta persona que se divierte con las mismas cosas de siempre, y como ustedes, como aquel que pasa ahora justo a mi lado...
¿Somos solos?... Me parece que me había confundido. Ahora estoy sólo, no es un estado, es algo circunstancial. Mientras tanto... justo ahora... disfruto este día...
Es cierto, estoy sólo y eso podría cambiar ahora mismo...

Gracias, a ustedes...




1 comentario: