miércoles, 2 de noviembre de 2016

Sabes que se esconde, tras la mirada de un niño...

Sabes que se esconde, tras la mirada de un niño...



Muchas veces nos falta el ánimo para seguir adelante. Nos sentimos cansados y sin poder ver la luz en el horizonte. Pues, es cierto porque es de humanos, de vez en cuando, sentirse así, tal como está de complicada nuestra vida, día a día.
El árbol no nos deja ver el bosque, como las circunstancias, muchas veces pasajeras y/o triviales, no nos dejan disfrutar de la vida, en toda su plenitud...
A veces sólo bastaría que levantáramos la mirada y, mirando hacia atrás, veríamos cuantas situaciones de nuestra historia que, un día nos preocuparon realmente incidieron significativamente en nuestra vida de entonces o si hoy persisten en ella, como pensamos en su día...
Seguramente hay momentos en que perdemos la perspectiva. Pero también hay otros momentos en que se nos cae encima esa perspectiva de nuestra vida y nuestra mente nos invita a acumular los hechos que nos hicieron sufrir y extraer la conclusión de que la vida completa nuestra, ha sido y es sólo sufrimiento.
Si lo pensamos bien, esa afirmación es injusta, con nosotros mismos y con la propia vida. Lo recordemos o no, en nuestra vida han, habido momentos felices, tanto como infelices, aunque no siempre lo recordaremos o lo tengamos presente. Pero la sesgada mente nos invita a restringir esos recuerdos y sólo incide en los "aparentemente, negativos"...
Ni que decir; tiene que la mayor parte del sufrimiento sirve para que despertemos a la realidad. Sufrir, nos guste o no, es aprender. Pero, independientemente de esta función del sufrimiento, es incierto que nuestra vida completa este solo llena de el, como si no hubiéramos tenido jamás situaciones de felicidad, aunque sólo fuera efímera.
La verdad es que tanto la felicidad, como la infelicidad son, por definición, efímeros, como lo es todo en nuestra vida cambiante. Lo que precisamente convierte, o lo pretende, en crónica la alegría o la pena, es nuestra actitud ante la vida...
La actitud es precisamente lo que nos ayuda a ver y valorar las diferentes circunstancias, como lo que son, oportunidades...o sólo dificultades.
En todo caso, ambas tienen su propio sentido, aunque no siempre seamos capaces de verlo y apreciarlo así. A veces basta que pase el tiempo suficiente para poder juzgar las como lo que en realidad significaron, significan o significaran en nuestra vida...
Pero no podemos hacer que el tiempo pase a nuestro antojo, por lo que es más práctico depositar nuestra confianza en la vida y reconocer que todo en ella tiene su sentido profundo y su esencial, por qué. Así que es mejor no juzgar de antemano, es mejor confiar... y tener confianza en lo que venga, sea lo que sea. Con el tiempo, la vida nos ayudará a interpretar su profundo y verdadero significado y nos agradecerán esa confianza.
Pero no siempre es fácil confiar gratuitamente y esperar que pase el tiempo para poder entender y aceptar lo que nos trae la vida...
Así que muchas veces deberemos buscar remedios paliativos para soportar una situación que vivimos, con sufrimiento. El mejor recurso es, sin duda, buscar el significado profundo de nuestra vida, lo que nos dará esa perspectiva necesaria o nos recordará que en ella todo pasa, nada permanece. O, como mínimo, nos recordará que toda la vida no es más que un continuo aprendizaje...
Otro recurso, más inmediato, es aprender de los niños, a vivir el aquí y ahora, con ilusión. Ellos son los verdaderos maestros de la vida, pues no acumulan experiencias y creencias, que socaven su razón, ni tienen en cuenta el futuro, que ya llegará. Viven simplemente el hoy.

Y para ello se concentran en sus emociones y sus sensaciones más inmediatas, sin tener en cuenta lo que ya pasó o lo que tal vez llegara. Los niños sin duda viven con ilusión cada momento...lo que para nosotros los adultos, cargados de lastre del pasado o con expectativas de futuro, ya sería como un lujo o, como mínimo, una gran oportunidad...




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