"La soledad es el imperio de la conciencia"...
"La soledad, es el imperio de la conciencia"...
Una palabra que para algunos significa refugio y para muchos
representa una condena. Hay quien la busca con desesperación, y quien con la
misma desesperación trata de liberarse de ella. Y es Soledad.
Como si de un imán se tratara, atrae emociones contrapuestas
a cada uno de sus polos. Y terminar gravitando en uno o en otro, depende de
nuestra predisposición ante su presencia.
No en vano, cuando la escogemos, se transforma en nuestra
mejor aliada, pero, cuando impone su compañía se convierte en la peor de las
invitadas. Su reputación promete malestar, aburrimiento, tristeza y fracaso
social. En la nueva era de la comunicación, no existe acompañante más
impopular. De ahí que tratemos de ahuyentarla, con todos los medios a nuestro
alcance.
Gracias a las nuevas tecnologías, vivimos más
"conectados" que nunca. Muchos de nosotros estamos localizables las
24 horas del día. Por internet, las redes sociales y los teléfonos inteligentes
que han cambiado, en gran medida nuestra manera de relacionarnos con otros
seres humanos, que en ningún otro período histórico.
En este escenario, parece que la soledad no tiene cabida.
Debería estar extinta. Sin embargo, las estadísticas sobre el aumento de ventas
de antidepresivos y fármacos derivados, hablan a gritos del sentimiento de
soledad que acompaña cada día a millones de seres humanos. No hay más que echar
un vistazo a nuestro alrededor. O tal vez baste con mirarnos al espejo.
Quizás sea el momento de analizar qué sucede cuando nos
sentimos solos. Más allá de la incomodidad y el malestar, la sensación de
aislamiento abre una compuerta al vacío que anida, en lo más profundo de
nuestro interior.
Es entonces cuando surge nuestra desesperada necesidad de evadirnos
y distraernos. La verdad incómoda, que se encuentra tras esta realidad, es que
en general son pocos, quienes encuentran compañía, consigo mismos. Lo cierto es
que la soledad no deseada puede resultar apabullante, terriblemente dolorosa e
incluso auto destructiva... pero también nos brinda la oportunidad de descubrir
quiénes somos y de aprender a construir un vínculo, más sano con nosotros
mismos...
Es mejor solos que mal acompañados.
"Saber escuchar, es el mejor remedio contra la
soledad"
Cuando nacemos, los seres humanos necesitamos del contacto
físico para sobrevivir. A través de la piel nos comunicamos, exploramos y
establecemos nuestros primeros vínculos con otras personas. En base a nuestras
relaciones, y vamos construyendo nuestra realidad afectiva, y a medida que
vamos creciendo, y nuestra auto imagen. La soledad no aparece hasta que
conquistamos la autonomía física y comenzamos a aventurarnos en el territorio
de la independencia. Y si nuestra dimensión relacional, está bien estructurada,
es un elemento que nos permite profundizar sobre nosotros mismos y el mundo que
nos rodea.
Según los expertos, "Es un factor de equilibrio
psicológico, clave en el desarrollo humano, pues nos da el espacio y el tiempo
que nos permiten poder re conectar con nuestras auténticas necesidades
emocionales e inquietudes personales".
Sin embargo, cuando la soledad no deseada se extiende en el
tiempo, adquiere un componente árido, emocional y afectiva mente.
No en vano, gran parte del sufrimiento que genera la soledad
se debe a la lucha permanente que mantenemos con ella. Sin embargo, lo único
que conseguimos cuando la rechazamos es incrementar nuestro nivel de malestar.
En cambio, si aceptamos lecciones valiosas. Nos libera de la dependencia de los
demás y nos obliga a encontrarnos con nosotros mismos.
Al fin y al cabo.
¿Qué dice de nosotros, el hecho de que no estamos a gusto
con nuestra propia compañía?
¿Cómo pretendemos construir relaciones sanas, si no hemos
atendido primero la que mantenemos con nosotros mismos?
Si nos atrevemos a ir más allá del desierto de la soledad,
encontraremos un espacio de equilibrio que nos hace crecer en humildad y
aprendizaje, nos ayuda a valorar más nuestras relaciones, y nos conecta con la
empatía. Si sentimos que no tenemos ninguna persona con la que, poder compartir
auténtica mente y ningún proyecto del que formamos parte, tal vez sea el
momento de plantearnos que estamos haciendo, nosotros para que eso suceda. Y la
soledad nos brinda el regalo de tiempo para averiguarlo...
La independencia sana.
"Es muy fácil encontrar la felicidad dentro de uno
mismo, pero imposible hallarla en ninguna otra parte"
El primer paso para reconciliarnos con ella consiste en
gestionar mejor nuestra manera de compartir.
A menudo, quienes padecen de soledad, suelen buscar
cualquier oportunidad para descargar sus aflicciones. Lo cierto es que cuando
llevamos mucho tiempo conteniendo nuestra necesidad de compartir, en cuanto
vemos la oportunidad abrimos al máximo las compuertas. Y por lo general, no
obtenemos los resultados deseados. Tal vez la descarga nos aporte un alivio
momentáneo, pero no nos libera de la cárcel de la soledad. Somos nosotros
quienes tenemos esa llave.
Al fin y al cabo, la soledad no entiende de física. Podemos
sentirnos tremenda mente solos en una sala llena de personas. No se trata de la
cantidad de personas que nos rodean, sino de la calidad de los intercambios que
realizamos con ellas. La necesidad de conectar con otras personas a un nivel
más allá del superficial, esto forma parte de la condición humana. De ahí la
importancia de cambiar nuestra estrategia de comunicación.
Si aspiramos a construir relaciones sanas, tenemos que
empezar por interesarnos por los demás, antes de avasallarlos con un incesante
monólogo. Y es que cada vez que nos abrimos a escuchar, nos conectamos con la
parte más genuina de nosotros mismos.
Dedicar tiempo a establecer relaciones de calidad es el
primer paso, para liberarnos de la soledad, no deseada. En última instancia
somos seres sociales que necesitamos de los demás para construirnos a nosotros
mismos. Y no sólo para cubrir nuestras necesidades afectivas, sino para
afianzar nuestra autoestima. En este proceso también es importante utilizar
nuestra mente de manera creativa, ocupándola con pensamientos estimulantes, en
vez de maltratarnos con pensamientos nocivos.
Por ejemplo;
Cada vez que nos salte el pensamiento "me siento
solo", podemos sustituirlo por la afirmación "estoy acompañado por mí
mismo".
No en vano, quienes sacan provecho a su propia compañía,
rara vez se aburren, y no necesitan de un ambiente externo favorable para
sentirse bien. Es el resultado de darnoslo, lo que necesitamos en vez de
buscarlo en los demás. Depende únicamente de nosotros para transformar el
desierto de la soledad en un jardín secreto, un refugio del ruido que existe en
nuestra vida. Un lugar donde podemos estar solos sin sentirnos desconectados
del mundo. De ahí la importancia de comprometernos con el reto, que propone la
soledad.
Si optamos por aliarnos con ella en vez de padecerla, podremos
mejorar notablemente nuestra calidad de vida. Se trata de un proceso que
requiere toneladas de honestidad y buenas dosis de voluntad. No en vano,
implica mostrarnos desde la vulnerabilidad. Y estar dispuestos a realizar
cambios importantes en nuestra conducta, nuestras actitudes y nuestras rutinas.
Tal vez entonces seamos capaces de visitar ese jardín de vez
en cuando, con la certeza de que estamos bien acompañados... por nosotros
mismos.
Preguntas para hacernos:
¿En qué situaciones me siento sola/o?
¿Qué me aporta la soledad?
¿Qué pasaría si convirtiera la soledad en una oportunidad
para conocerme mejor?
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