miércoles, 16 de noviembre de 2016

"La soledad es el imperio de la conciencia"...

"La soledad es el imperio de la conciencia"...



"La soledad, es el imperio de la conciencia"...
Una palabra que para algunos significa refugio y para muchos representa una condena. Hay quien la busca con desesperación, y quien con la misma desesperación trata de liberarse de ella. Y es Soledad.
Como si de un imán se tratara, atrae emociones contrapuestas a cada uno de sus polos. Y terminar gravitando en uno o en otro, depende de nuestra predisposición ante su presencia.
No en vano, cuando la escogemos, se transforma en nuestra mejor aliada, pero, cuando impone su compañía se convierte en la peor de las invitadas. Su reputación promete malestar, aburrimiento, tristeza y fracaso social. En la nueva era de la comunicación, no existe acompañante más impopular. De ahí que tratemos de ahuyentarla, con todos los medios a nuestro alcance.
Gracias a las nuevas tecnologías, vivimos más "conectados" que nunca. Muchos de nosotros estamos localizables las 24 horas del día. Por internet, las redes sociales y los teléfonos inteligentes que han cambiado, en gran medida nuestra manera de relacionarnos con otros seres humanos, que en ningún otro período histórico.
En este escenario, parece que la soledad no tiene cabida. Debería estar extinta. Sin embargo, las estadísticas sobre el aumento de ventas de antidepresivos y fármacos derivados, hablan a gritos del sentimiento de soledad que acompaña cada día a millones de seres humanos. No hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor. O tal vez baste con mirarnos al espejo.
Quizás sea el momento de analizar qué sucede cuando nos sentimos solos. Más allá de la incomodidad y el malestar, la sensación de aislamiento abre una compuerta al vacío que anida, en lo más profundo de nuestro interior.
Es entonces cuando surge nuestra desesperada necesidad de evadirnos y distraernos. La verdad incómoda, que se encuentra tras esta realidad, es que en general son pocos, quienes encuentran compañía, consigo mismos. Lo cierto es que la soledad no deseada puede resultar apabullante, terriblemente dolorosa e incluso auto destructiva... pero también nos brinda la oportunidad de descubrir quiénes somos y de aprender a construir un vínculo, más sano con nosotros mismos...
Es mejor solos que mal acompañados.
"Saber escuchar, es el mejor remedio contra la soledad"
Cuando nacemos, los seres humanos necesitamos del contacto físico para sobrevivir. A través de la piel nos comunicamos, exploramos y establecemos nuestros primeros vínculos con otras personas. En base a nuestras relaciones, y vamos construyendo nuestra realidad afectiva, y a medida que vamos creciendo, y nuestra auto imagen. La soledad no aparece hasta que conquistamos la autonomía física y comenzamos a aventurarnos en el territorio de la independencia. Y si nuestra dimensión relacional, está bien estructurada, es un elemento que nos permite profundizar sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea.
Según los expertos, "Es un factor de equilibrio psicológico, clave en el desarrollo humano, pues nos da el espacio y el tiempo que nos permiten poder re conectar con nuestras auténticas necesidades emocionales e inquietudes personales".
Sin embargo, cuando la soledad no deseada se extiende en el tiempo, adquiere un componente árido, emocional y afectiva mente.
No en vano, gran parte del sufrimiento que genera la soledad se debe a la lucha permanente que mantenemos con ella. Sin embargo, lo único que conseguimos cuando la rechazamos es incrementar nuestro nivel de malestar. En cambio, si aceptamos lecciones valiosas. Nos libera de la dependencia de los demás y nos obliga a encontrarnos con nosotros mismos.
Al fin y al cabo.
¿Qué dice de nosotros, el hecho de que no estamos a gusto con nuestra propia compañía?
¿Cómo pretendemos construir relaciones sanas, si no hemos atendido primero la que mantenemos con nosotros mismos?
Si nos atrevemos a ir más allá del desierto de la soledad, encontraremos un espacio de equilibrio que nos hace crecer en humildad y aprendizaje, nos ayuda a valorar más nuestras relaciones, y nos conecta con la empatía. Si sentimos que no tenemos ninguna persona con la que, poder compartir auténtica mente y ningún proyecto del que formamos parte, tal vez sea el momento de plantearnos que estamos haciendo, nosotros para que eso suceda. Y la soledad nos brinda el regalo de tiempo para averiguarlo...
La independencia sana.
"Es muy fácil encontrar la felicidad dentro de uno mismo, pero imposible hallarla en ninguna otra parte"
El primer paso para reconciliarnos con ella consiste en gestionar mejor nuestra manera de compartir.
A menudo, quienes padecen de soledad, suelen buscar cualquier oportunidad para descargar sus aflicciones. Lo cierto es que cuando llevamos mucho tiempo conteniendo nuestra necesidad de compartir, en cuanto vemos la oportunidad abrimos al máximo las compuertas. Y por lo general, no obtenemos los resultados deseados. Tal vez la descarga nos aporte un alivio momentáneo, pero no nos libera de la cárcel de la soledad. Somos nosotros quienes tenemos esa llave.
Al fin y al cabo, la soledad no entiende de física. Podemos sentirnos tremenda mente solos en una sala llena de personas. No se trata de la cantidad de personas que nos rodean, sino de la calidad de los intercambios que realizamos con ellas. La necesidad de conectar con otras personas a un nivel más allá del superficial, esto forma parte de la condición humana. De ahí la importancia de cambiar nuestra estrategia de comunicación.
Si aspiramos a construir relaciones sanas, tenemos que empezar por interesarnos por los demás, antes de avasallarlos con un incesante monólogo. Y es que cada vez que nos abrimos a escuchar, nos conectamos con la parte más genuina de nosotros mismos.
Dedicar tiempo a establecer relaciones de calidad es el primer paso, para liberarnos de la soledad, no deseada. En última instancia somos seres sociales que necesitamos de los demás para construirnos a nosotros mismos. Y no sólo para cubrir nuestras necesidades afectivas, sino para afianzar nuestra autoestima. En este proceso también es importante utilizar nuestra mente de manera creativa, ocupándola con pensamientos estimulantes, en vez de maltratarnos con pensamientos nocivos.
Por ejemplo;
Cada vez que nos salte el pensamiento "me siento solo", podemos sustituirlo por la afirmación "estoy acompañado por mí mismo".
No en vano, quienes sacan provecho a su propia compañía, rara vez se aburren, y no necesitan de un ambiente externo favorable para sentirse bien. Es el resultado de darnoslo, lo que necesitamos en vez de buscarlo en los demás. Depende únicamente de nosotros para transformar el desierto de la soledad en un jardín secreto, un refugio del ruido que existe en nuestra vida. Un lugar donde podemos estar solos sin sentirnos desconectados del mundo. De ahí la importancia de comprometernos con el reto, que propone la soledad.
Si optamos por aliarnos con ella en vez de padecerla, podremos mejorar notablemente nuestra calidad de vida. Se trata de un proceso que requiere toneladas de honestidad y buenas dosis de voluntad. No en vano, implica mostrarnos desde la vulnerabilidad. Y estar dispuestos a realizar cambios importantes en nuestra conducta, nuestras actitudes y nuestras rutinas.
Tal vez entonces seamos capaces de visitar ese jardín de vez en cuando, con la certeza de que estamos bien acompañados... por nosotros mismos.
Preguntas para hacernos:
¿En qué situaciones me siento sola/o?
¿Qué me aporta la soledad?
¿Qué pasaría si convirtiera la soledad en una oportunidad para conocerme mejor?






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