Un lugar diferente… y La Soledad...
Escrito prestado por un amigo; de Barcelona (España).
A muchas personas les aterra el pensamiento de llegar a
estar solos.
Hoy ese era mi plan, no planeado por mí, sino por cosas de
la vida. Mi plan era estar solo.
A decir verdad, nunca he sido una persona de muchos amigos o
de ambientes saturados de personas. Desde niño recuerdo un auto aislamiento
voluntario, de adolescente mi deseo de ser prácticamente un ermitaño fue
evitado por los estudios que, a duras penas me consiguieron un amigo o dos.
En la actualidad pediría ser una ostra si alguien me dijera
que es posible. Algunos piensan que es una actitud radical o enfermiza, pero a
mí me parece algo normal para una persona que siempre ha tendido al
aislamiento.
En fin…mi día solo. Otro día solo. Por la mañana pensé que
podía hacer para emplear el tiempo en algo que no fuera ver la tv o dormitar leyendo
un libro. ¡Entonces llegó la inspiración! Puse un par de trapos en una bolsa,
unos trapos encima, zapatos para correr, llené el tanque del carro y le dije
adiós a mi ratonera.
Audífonos, lista de mis canciones favoritas y arranqué. El
día se mostró benevolente, nublado y con brisa fresca. Ventanillas abiertas y
una pésima interpretación de los temas del play list me llevaron a conducir por
tres horas hasta llegar a uno de los miles de paraísos de mi país. Una playa
gris enorme, nubes suavizando el calor del sol, niños jugando desnudos en la arena,
idiomas diferentes a cada paso y el mar azul con olas fuertes que lo arrastraba
todo.
Tres horas, nada más, y estaba en otro mundo. Solo, sí; pero
conmigo.
Escuché o leí por ahí que aprender a estar y disfrutar la
compañía de uno mismo es el principio de la felicidad. Es algo que, en mi caso
y el de varias personas que conozco, ha llegado a ser una realidad.
Corriendo por la playa, con la brisa golpeando, la música y
el rumor de las olas me sentí más libre y acompañado, que en una habitación con
200 personas escuchando una conferencia o una fiesta de ex compañeros de
colegio.
Después de un rato encontré a otra persona que piensa lo
mismo. Una amiga de la infancia con un increíble sentido de la felicidad y
realización y la lucha y el agradecimiento. Hablando con ella de mi punto de
vista, sólo se hizo más fuerte.
Estar solo no es soledad. Estar solo es estar con uno mismo,
con el único ser que nos entiende y que puede decidir, si somos o no felices.
Estar solo y apreciar la soledad en compañía de nuestros
propios pensamientos y recuerdos y locuras, es de verdad el primer paso para
estar bien. No podemos estar en armonía con los demás, sin antes estar en
armonía con nuestra propia mente y espíritu.
Ahora estoy solo, escribiendo sobre mí, conmigo, y me siento
feliz.
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