jueves, 31 de marzo de 2016

¡¡Despierta!!...

¡¡Despierta!!



Cada dolor te hace más fuerte, cada traición más inteligente, cada desilusión más hábil y cada experiencia más sabio”
Nos estamos mintiendo. Nos levantamos y nos intentamos convencer, que lo que vamos a hace a lo largo del día, es lo que tenemos que hacer. Dichosos de nosotros si dijéramos que no lo queremos a hacer. ¿Cómo nos miraría la sociedad? ¿Y nuestra familia? Nos dirían de todo, hasta sabemos que nos alentarían que fuéramos a algún especialista.
“¡¡No, no, hay que quitarse de la cabeza estos pensamientos que me invaden!! ¿A dónde voy yo con estas cosas en la cabeza? ¡¡ Son sueños inalcanzables!! Levantémonos de la cama, y a seguir la rutina de siempre. Déjate de tonterías…”
Nos intentamos AUTOENGAÑAR.
Tenemos miedo hasta pensar que una vida nueva podría ser posible. Y claro que es posible, pero entre el miedo que te atenaza, el pensar en que quizá podemos fracasar o en lo que pensaran los demás, cuando digamos que queremos un cambio en nuestra vida, mejor pensar en otra cosa… Y ante eso, preferimos seguir llevando la venda que llevábamos en los ojos y seguir el “rebaño” que se llama sociedad. No queremos salirnos de él, por miedo a las consecuencias.
Pero unos, siguen con la venda en los ojos, hasta que, en cierto momento, ya pasada la oportunidad, se arrepientan de aquella situación que no aprovecharon. Sin embargo, hay otros que escogen otro camino.
ROMPEN LAS CADENAS.
Sienten que, durante muchos años de su vida, han estado atados de pies y manos. Su vida era dirigida por otras personas. “Hijo tienes que estudiar lo mismo que hizo tu padre, Amigo, no te recomiendo esa persona, no te hará bien, Esa carrera no tiene salidas, búscate otra pareja, con esa no te veo feliz, Tú sueño nunca se hará realidad, olvídate, Sigue con ese trabajo, nunca encontrarás otro mejor…” Con el paso de los años, se habían dejado llevar por las opiniones, reflexiones de los demás, y mientras sus sueños, sus retos, se habían ido hundiendo más y más en el fondo de su subconsciente.
Pero esa situación, ya se ha terminado. Han roto las cadenas que les unían a esa “tiranía” de los deseos de los demás, y ahora solo tienen un lema: “YO SOY EL DUEÑO DE MI DESTINO, NADIE MÁS”.
Esas cadenas las usan para coger las riendas de su vida. Saben que esos sueños son posibles, aunque otras personas hayan dicho que no. Si ellos no los han conseguido, ellos piensan que SI que lo harán.
Y empiezan a dar el paso adelante que sabían qué hace tiempo tenían que haberlo dado. Empiezan a caminar por el camino más trillado que se podrían haber imaginado, pero es el camino que les hace felices. El camino les decía que fueran por él y por fin se han adentrado en él.
Empiezan a ver la vida, con OJOS NUEVOS.
Empiezan a ver oportunidades dónde antes solamente veían cadenas que les oprimían. Empiezan a disfrutar de su pasión, de su sueño. A conocer gente que tienen los mismos intereses que ellos, a ilusionarse, a sentirse motivados, a tener fe, en que la vida puede ser maravillosa por fin.
APRENDEN, FRACASAN Y SE PREPARAN.
Devoran todo lo que tenga que ver con sus sueños. Devoran la vida, sorbo a sorbo, algo inimaginable para ellos hace tiempo.
Como en todo comienzo, también se fracasa, más bien se aprenden de las experiencias. Intentan cosas que nunca habían hecho, pues no siempre salen a la primera los resultados deseados. Pero para ellos, no fracasan, aprenden de la experiencia. Sienten que se están preparando para ese sueño que siempre han anhelado. Solo es una experiencia más a añadir a su escaso bagaje hasta ese día.
Durante el camino, estas personas que han decidido despertar, se dan cuentan que se están VACIANDO y a la vez, LLENANDOSE DE NUEVOS PENSAMIENTOS.
Se vacían, ya se están deshaciendo del pasado que habían vivido. Ya no va con ellos pensamientos negativos, esa desconfianza que impregnaba su vida, es historia. Ya no dejan que los demás guíen su vida, él es el capitán del barco llamado vida.
Y a la vez, se llenan de nuevos pensamientos. “Yo sí puedo, voy a ser feliz, lo voy a conseguir, voy a disfrutar con mi pasión y la voy a convertir en mi trabajo. Lo voy a conseguir. Soy feliz.” Son algunos de los pensamientos que recorren su cuerpo. Pensamientos que les alientan a seguir adelante.
PRUEBAN Y FINALMENTE CONFIRMAN.
Prueban y prueban. Saben que lo van a conseguir. No saben el “cómo”, pero a ellos solamente les importan una cosa, el “qué”. Saben qué quieren ser a partir de ahora, y si para ello tienen que ser flexibles, lo van a ser. Si por una opción, no ha surgido, prueban con otra. Así hasta que, por fin, confirman sus expectativas.
Confirman que por fin lo han conseguido. Han conseguido romper las cadenas que les ataban a su familia o a su pareja, confirman que ese sueño que parecía imposible, lo han hecho realidad, porque sabían que así iba a ser.
Confirman que una nueva vida es posible.
Ya han llegado a su cima. Sonríen, lo han conseguido, ven desde lo más alto, sus esfuerzos, lo que han superado, las opiniones que no han dejado que se echara atrás.
¿Y ahora qué?
Es una nueva vida, para aquellos que por fin han conseguido quitarse la venda de los ojos. Es una vida SIN MIEDO.
Ya no tienen miedo a todo lo que la vida les ponga por delante. Saben que pueden conseguir lo que quieran, porque lo han hecho. Saben que todo es posible, con esfuerzo, valor y entusiasmo.
El miedo los había atenazado durante años, pero eso ya no iba a ocurrir.
CONFIAN EN ELLOS MISMOS, JAMÁS SE MENTIRAN EN RELACIÓN A LO QUE SIENTAN Y QUIERAN. NO MÁS MIEDO EN SUS VIDA. HAN DESPERTADO SU VERDADERO YO.
¿Te da miedo quitarte la venda de los ojos? ¿Qué no quieres ver? ¿Estás disfrutando de tu verdadero YO? ¿Qué quieres probar de verdad? ¿Por qué no lo intentas? ¿De qué pensamientos quieres llenarte? ¿En qué fase de tu despertar estás?




¡¡ En los momentos difíciles!!...

¡¡ En los momentos difíciles!!



 “Persistiré hasta triunfar. Yo no vine derrotado a este mundo, el fracaso no corre por mis venas. No soy una oveja esperando que la dirija su pastor. Soy un león, y me niego a hablar, a caminar y a dormir con las ovejas. Persistiré hasta triunfar” decía Og Mandiano.
Todo está cambiando. Todo es pura incertidumbre con una salsa de negatividad. Todo ha cambiado, queramos o no.
Las tiendas de toda la vida, cierran. Tu pareja, con la que llevabas tiempo, de un día para otro, te dice que quiere un tiempo y acabas cortando. Las relaciones con los amigos, de un día para otro, se transforman y los dejas de verdad. El mercado laboral es totalmente diferente a lo que era hace 1 año. Todo está cambiando y da mucho miedo. Y estos cambios en todos los ámbitos de la sociedad, no se van a parar, van a seguir y mucho más rápidos en algunos casos.
¿Y ante los cambios, te dejas llevar por la corriente o eres como los salmones que intentas nadar contra corriente?
Nos da miedo la incertidumbre, nos gustaría saber lo que nos pasará de aquí hasta el último día de nuestra vida. Pero cuando más miedo tenemos ante lo que estamos viviendo, cuando más ganas deseamos que vinieran tiempos anteriores, cuando todos nos están diciendo que es imposible, que jamás podremos hacerlo, pues YA BASTA… ¡¡ES EL MOMENTO DE TIRARTE AL VACIO, IR HACIA AQUELLO QUE TEMES!!
Si no me hubiera lanzado aquel mayo a escribir, hoy no estaría aquí escribiendo estas líneas. Si no me hubiera atrevido a mandar emails a entrevistados, la sección de entrevistas, no existiría o si no hubiera pedido ayuda, cierto día remarcado en mi vida, no sé dónde estaría hoy. He hecho cosas, que jamás pensaría que haría, a pesar de las circunstancias, pero sentía que tenía que hacer. Aproveché la oportunidad que me brindaban y me subí a ella, a pesar del miedo que tenía.
¿Y tú que has conseguido, que a pesar de las circunstancias pensabas que jamás conseguirías?
A pesar de las dificultades, muchos se dan cuenta, de talentos, que no sabían que tenían y acaban emprendiendo su sueño. Otros se dan cuenta, que a pesar de la mala relación que viven, son fuertes, quieren una vida mejor y acaban emprendiendo una nueva vida. Son valientes y a pesar del miedo que les invade, se lanzan hacia aquello que les aterra o motiva.
Nos da miedo decir a esa persona que no sentimos ya eso por ella, nos da miedo reconocer que nuestro sueño es emprender nuestro propio proyecto personal, o que no aguantamos una situación determinada. ¿Qué pasa en esos momentos si no damos un paso adelante? Ese miedo, ese estado de paralización se agranda, y con ello la situación.
Cuando me lance a pedir ayuda ese día, tenía un miedo atroz, no me salían las palabras, me da miedo decir lo que sentía, pero sentía que tenía que hacerlo. Cuando empezaron a salir palabras de mi boca, cómo me sentía se fue transformando, de pánico, de inseguridad, de miedo atroz, a una relajación que hacía tiempo no sentía.
En tiempos de bonanza, de cualquier estilo, todos podemos parecer los mejores del mundo, pero cuando viene mal dada, o aceptas el cambio, o las turbulencias te harán añicos.
Sin correr esos riesgos que sabes que tienes que correr, sin dar ese paso adelante que tanto sientes que necesitas y que tanto miedo te da, esas oportunidades que tanto anhelas, esas recompensas queridas, nunca las vivirás.
¿O esperas que te llegue ese ascenso, que puedas comenzar una nueva vida, sin arriesgarte? Creo que es imposible.
En los peores momentos, es cuando demostramos nuestra valía. En esos momentos, nos damos cuenta, que somos más valientes de lo que nos imaginábamos, que tenemos unas habilidades que jamás pensábamos que tendríamos, nuestro verdadero potencial.
Dejemos de escondernos, matemos al monstruo antes de que crezca más. Cuando vemos que tenemos miedo ante una situación, a los primeros indicios es cuando tenemos que enfrentarnos a ella. Aceptemos esa vulnerabilidad que tenemos en lugar de tratar de ocultarla, porque así será la mejor manera de adaptarnos a la realidad.
Sin este tipo de condiciones, queramos o no vivirlas, jamás sabremos donde están nuestros límites, si podemos o no superar nuestro nivel.
¿Qué beneficios sacaste de una situación complicada en tu vida?
Cuando viene una mala temporada, nos sentimos igual cuando llevamos un jersey en verano, nos pica, nos molesta. ¿Y por qué no sentirnos cómodos en la incomodidad? Sin alguna de las incomodidades que he pasado, no sabría que podría hacer muchas cosas de las que estoy haciendo ahora. Dejemos que pensar, que la incomodidad es algo malo, que romper tus rutinas, es salirte del rebaño de la sociedad, pues NO, SALTATE TUS RUTINAS Y DESCUBRIRÁS QUIEN ERES DE VERDAD.
SALGAMOS DE NUESTRA INERCIA.
Claro que cuando estamos pasando malos momentos, salen a relucir nuestros defectos. Pero si queremos mejorar, progresar, ¿Crees que cuando estamos en la cima queremos cambiar? Pues no.
Y claro, damos el paso adelante. Pero al instante recibes mensajes de que te estás equivocando, que no lo intentes o tú mismo te sentirás diferente. Me sentía raro escribiendo la 1 vez, y todavía me siento así, y, sin embargo, el aprendizaje continuo que he vivido y vivo, no hubiera pasado. El tramo entre lo que eras y lo que serás, es un proceso de pura incertidumbre, pero como bien dicen las madres, “sin esfuerzo, nada en la vida se consigue”.
Transformemos nuestros miedos, en nuestras fuerzas. Dejemos de ser como los avestruces y metamos la cabeza en el suelo cuando vienen mal dadas.
Así que cuando te vengan turbulencias, por favor, SE SINCERO contigo mismo y los demás. Se claro, di lo que pasa, como te sientes. La gente se unirá a tu proyecto porque mostrarás tus verdaderos sentimientos, serás sincero. Piensa siempre que toda Adversidad es una Oportunidad para mejorar. Ante una situación crítica, te desviaras de tus metas, pero con acción, la combatirás. Lucharas contra ella y aprenderás muchas cosas que jamás te podrías imaginar y, sobre todo, NO REACCIONES ANTE LA SITUACIÓN, RESPONDE A ELLOS.
Deja de quejarte, deja de hacerte amigo del miedo, que te paraliza todo el cuerpo, ACCIÓN, ACCIÓN Y ACCIÓN, HACIA TUS SUEÑOS.
SOLO TÚ puedes convertir esa situación difícil que vives, ese momento pasajero, transformarlo en un acto heroico, ya que pasarás de algo negativo a una situación positiva, en la que aprenderás, te habrás desarrollado y mejorado.
En los momentos difíciles, SE COMO DAVID Y ENFRÉNTATE A TU GOLIATH.
¿Cómo afrontas una adversidad? ¿Reaccionas ante ella o Respondes ante la misma? ¿Qué situación hizo que supieras cosas que no sabías de ti mismo? ¿Ante qué situación te da miedo correr riesgos? ¿Cómo afrontas los malos momentos?




martes, 29 de marzo de 2016

Las cosas que demuestran que tu hombre ya no te ama y 12+1 que deberías hacer hoy mimo...

Las cosas que demuestran que tu hombre ya no te ama y 12+1 que deberías hacer hoy mimo...




Estas pueden ser 40 cosas que demuestran que tu hombre ya no te ama y también aquí encontrarás 12+1 cosas que deberías hacer, a poder ser, hoy mismo si lo crees necesario. ¡Lo dejo en tus manos…!
Tu hombre no te quiere si…
1. Si llega a casa y no te besa.
2. No te da un abrazo.
3. No te pregunta cómo estás.
4. Solo pregunta que hay para comer.
5. No te pregunta ¿Cómo te ha ido el día hoy?
6. No habla contigo mientras cena o come.
7. Si contigo no sonríe.
8. Si no te arropa nunca.
9. Si lo sientes ausente en la cama.
10. Si huye de ti para hacer el amor.
11. Si huye de ti para tener cualquier tipo de relaciones sexuales.
12. Si no le importa nada lo que pienses.
13. Si no se preocupa cuando lloras.
14. No te acaricia nunca.
15. No te explica jamás un chiste. (Chisme)
16. Si llega tarde y no te da explicaciones.
17. Si nunca tiene detalles contigo.
18. Si nunca se acuerda de traerte un regalo o detalle.
19. Si no le gusta hablar del pasado que habéis vivido juntos.
20. No te comenta nada de sus salidas con los amigos.
21. Si solo ves que sonríe con sus amigos.
22. Si se enoja o enfada cuando le preguntas de donde viene.
23. Si no se acuerda de fechas especiales.
24. No desea nunca ver algo en televisión contigo.
25. No te acompaña al cine o a un concierto nunca.
26. No habla de ti en público.
27. No sientes que este orgulloso de ti nunca.
28. Si algún día sales y no le importa con quien has salido o donde has ido. ¡Pasa de todo…!
29. Si sientes que realmente vives con un desconoció.
Y si crees que a tu lado tu pareja es…
30. Amargada
31. Aburrida
32. Tonta
33. Sin gracia
34. Brava
35. Rabiosa
36. Inútil
37. Cabrona
38. Desgraciada
39. Sin vida
40. Y sin amistad
Y entonces tú te sientes una persona…
Desubicada
Engañada
Frustrada
Infeliz
Sin amor
Triste
Añorada
Indignada
Incomprendida
Y sola
Solo tienes unas opciones que hacer y hacerlas lo antes posible…
1. Darte vida
2. Amor
3. Sueños
4. Felicidad
5. Esperanzas
6. Ilusiones
7. Oportunidad
8. Dignidad
9. Fuerza
10. Coraje
11. Pensar en ti

12. Y hacer una cosa hoy mismo, la más importante de todas…






lunes, 28 de marzo de 2016

¿Dónde empieza una Infidelidad?...

¿Dónde empieza una Infidelidad?



¿Creen que un coqueteo es infidelidad? ¿Qué pasa con los mensajes privados que tenemos con otros por Whatsapp? Hoy en día es cada vez más frecuente que una pareja discrepe en si tal o cual comportamiento es o no infidelidad. El presunto “infiel” insiste en que no lo fue, mientras que el supuesto “engañado” considera que sí lo fue. Y es que antes era mucho más sencillo: si no había habido coito, no había sido realmente infidelidad. Por el contrario, actualmente solemos calificar como infieles comportamientos que van desde consumir pornografía hasta haber conformado dos familias al mismo tiempo. Recordemos que el concepto de infidelidad es una construcción cultural que se transmite de generación en generación y que varía en la medida en que lo hacen una serie de variables del contexto ambiental. 
Dado los vertiginosos cambios sociales ocurridos en las últimas décadas en especial con la llegada de internet y la mensajería definir este concepto se ha vuelto especialmente controversial. Estamos inmersos dentro de un período de transición en que no hay una única definición de infidelidad, sino que coexisten visiones muy distintas, incluso entre los especialistas. Es por ello que no deberíamos hablar de LA infidelidad, sino que de INFIDELIDADES. ¡Son tantos los tipos y grados que el panorama resultante es altamente complejo!
Cuando hablamos de transición, nos referimos a que los antiguos modelos tradicionales y nuevos modelos posmodernos coexisten, haciendo este concepto más confuso. Es así como quienes son más tradicionales continúan concibiendo la infidelidad desde un doble estándar: los hombres serían infieles por naturaleza, donde el puro coito sin involucramiento afectivo, no tiene ninguna importancia. Mientras que por otro lado asumen que, como las mujeres no pueden evitar involucrar sus sentimientos, una infidelidad femenina es siempre algo serio, haya habido o no sexo.
Desde la otra vereda, quienes están más inmersos en el nuevo modelo pos moderno han ido ampliando enormemente la gama de criterios para definir la, conformando un continuo imaginario que iría desde simplemente soñar con otra persona hasta relaciones paralelas de larga data, pasando por fantasías sexuales, mensajes virtuales o sentimientos románticos platónicos. Al parecer el pos modernismo trajo aparejado lecturas más sofisticadas y exigentes de la realidad. Lo importante es que comprendamos que ambas miradas (tradicionales y pos moderna) cohabitan hoy en nuestra cultura, complicándonos y confundiéndonos. ¿Cómo vamos a definir entonces una infidelidad, dónde empieza realmente una infidelidad?
Pero, aunque no hayamos alcanzado aún una definición consensuada, sí se han mencionado algunos indicadores que presumible mente caracterizarían a una infidelidad: incumplimiento del pacto de exclusividad establecido ya sea explícita o implícitamente con nuestra pareja formal, en la medida en que el presunto trasgresor se habría de alguna forma involucrado con otra persona. Dicho involucra miento puede haber sido emocional y/o sexual, en persona o virtualmente, con alguien conocido o desconocido, de mayor o menor intensidad, de corta o larga duración, en una sola ocasión o reiteradamente. Como pueden ver, esta descripción es tan amplia y vaga que, en última instancia, casi cualquier comportamiento a meritaría ser catalogado como de infiel, con las consiguientes consecuencias que ello implicaría para la relación. Es como si ahora todo valiese lo mismo y todo cupiese dentro de un mismo saco.
Entonces, no existiendo una de limitación precisa de la infidelidad, creemos fundamental construirla en pareja. Sería muy importante conversar abiertamente con nuestra pareja, desde un inicio, lo que nosotros dos en particular vamos a considerar subjetiva mente como actos infieles. En otras palabras, transformemos un acuerdo implícito y vago en otro explícito y detallado que no deje cabos sueltos que se puedan prestar a futuro para malos entendidos. De este modo, el calificar si hubo o no infidelidad no dependerá de cánones objetivos externos, sino que de aquellas expectativas subjetivas que ambos hayamos acordado al respecto. Pero, asimismo, como no todos los comportamientos infieles son iguales ni tampoco equivalentes, tendríamos que contextualizar los, puesto que es muy distinto el daño que puede provocar un acto aislado engatillado por ciertas circunstancias que un involucra miento afectivo-sexual que haya durado años. Para ello les proponemos que ustedes le asignen nombres específicos diferentes a los distintos grados y tipos de infidelidad, teniendo presente además aquellos factores que pueden estar jugando un rol atenuante o bien agravante.
Quisiéramos sugerirles que en este proceso de definición tuviesen en cuenta dos aspectos que consideramos fundamentales: el contexto cultural y el oculta miento. Dada su larga tradición judío-cristiana, en nuestra sociedad occidental se nos transmite desde la infancia una postura valórica en torno a la deseabilidad de una exclusividad entre una pareja tanto en lo afectivo como en lo sexual por lo que consecuentemente, al consultárselo, la inmensa mayoría de la población asegura que la fidelidad es un comportamiento positivo esperable y que la infidelidad, por el contrario, daña cualquier relación. Si antes era social mente más aceptado el adulterio y las conductas infieles en los hombres, en las últimas décadas el juicio moral y la suposición implícita de un pacto de fidelidad es hoy prácticamente igual para ambos sexos.
Quizás uno de los criterios más indiscutibles para delimitar la infidelidad sea el hecho de que, por lo general, esta acción se ejecuta premeditadamente a escondidas o a espaldas de nuestra pareja, incurriendo en aquellos inevitables disimulos y falsedades que llevan aparejados. Dicho oculta miento está denotando que el “infractor” es plenamente consciente de que está cometiendo una afrenta, de que está trasgrediendo una cláusula del contrato básico de lealtad asumido por ambos y teme que, de saberse, habría de seguro más de alguna consecuencia negativa.
Todavía algunos justifican la decisión de ser infiel en que la monogamia en los humanos es un mito, como si los impulsos que tienen alguna base biológica constituyesen un determinismo absoluto contra el cual nada pudiésemos hacer, olvidando que la infidelidad es una conducta y, como tal, es siempre una decisión voluntaria. Así que en vez de quedarnos atrapados en la bizantina discusión de si somos o no infieles por naturaleza, habría que comprender más a fondo en qué consiste y cómo afecta una infidelidad a nuestra pareja. Más que una norma moral, el comportamiento infiel estaría contraviniendo un ideal ético que subjetiva mente anhelábamos respetar y un acuerdo que nos proponíamos cumplir. Al tomar la decisión de ser infiel estamos rompiendo un pacto de lealtad que le va a ocasionar sufrimiento a nuestra pareja junto con la pérdida de confianza producto de las mentiras. Y, lo más importante en toda esta discusión: No tapemos el sol con el dedo y miremos el dolor que podemos causar.




¿Qué es la Intimidad Emocional en Pareja?...

¿Qué es la Intimidad Emocional en Pareja?





El término ‘intimidad emocional’ es reciente y ambiguo. ‘Amistad muy estrecha’ es una de sus acepciones y su antónimo sería ‘distancia’. Suele asociarse a características tales como seguridad, llaneza, franqueza, naturalidad, cariño, camaradería, afinidad y familiaridad. Apunta entonces a sentirnos profundamente conectados con un otro.
Alcanzar dicha conexión en pareja requiere de una atmósfera tal de cariño, confianza, entrega y comprensión gracias a la cual sentimos que lo que digamos no será usado en nuestra contra en otros momentos. Así osamos traspasar esas barreras que nos impiden vincularnos mejor pudiendo ir más allá de una comunicación superficial, atreviéndonos a exponer nuestras partes más frágiles, vulnerables y carentes, estando dispuestos a mostrarnos mutuamente nuestros respectivos pensamientos, emociones, anhelos y miedos tanto respecto de uno mismo como de la relación. 
Una auténtica intimidad nos permite conocernos más profundamente y fortalece el vínculo afectivo, permitiendo que pueda emerger esa mágica sensación de sentirnos realmente cerca, compenetrados, comprendidos, apoyados, compartiendo lo luminoso y lo oscuro de la vida. Para ello hay que generarnos espacios de ocio que nos facilite entrar en ese estado de complicidad, aunque hay que tener siempre presente que es imposible permanecer inmersos en esa sintonía tan intensa y además que no todas las parejas están en condiciones de lograrlo, lo cual no significa que sean inviables.
Desde que empezamos a casarnos por amor a mediados del siglo XIX, tanto la comunicación como últimamente la intimidad emocional se han ido tornando cada vez más significativas para quienes queremos vivir en pareja. Las deficiencias o carencias en estos dos planos pueden hoy originar una sensación de vacío, una suerte de soledad o aislamiento de a dos, a pesar de que estemos físicamente cerca. Y aunque las estadísticas muestren a la infidelidad como el principal motivo de divorcio, al analizar estos casos más a fondo se puede constatar que el factor común detrás de casi todos es esa distancia insalvable que se fue instalando progresivamente entre ellos.
En muchas parejas suele ocurrir que uno de sus miembros quisiera una mayor intimidad emocional mientras que el otro interpone generalmente inconscientemente una cierta distancia que es la que supuestamente lo va a precaver de terminar sufriendo. Cada persona necesita subjetivamente una cierta distancia o proximidad y lucha por conseguirla. Pueden fluctuar a veces abruptamente entre el anhelo de más cercanía y el miedo a quedar vulnerables, así es como ambos van conformando una dinámica relacional en la que combinan pasos de aproximación y de alejamiento como en una especie de trance o danza hipnótica.
Algunas personas han desarrollado un intenso miedo a la profunda conexión emocional con otros, por lo que temen: mostrarse abiertamente; perder el control o su identidad, autonomía y libertad; sentirse ahogados o fagocitados; depender del otro, ser débil o vulnerable; no poder satisfacer las necesidades emocionales del otro o que su pareja sea incapaz de satisfacer las propias. Aunque quisieran relacionarse más profundamente con los demás, fueron tantas las barreras que construyeron a su alrededor que al final se volvieron emocionalmente planos e inaccesibles; no sabiendo cómo librarse de esa armadura que se les ha oxidado.
Entre los indicadores de dicho miedo podemos mencionar: dificultad de hablar abierta y francamente de sí mismo; evitar estar a solas consigo mismo; obsesiones o adicciones; incomodidad ante silencios; hablar mucho pero de temas prácticos o muy generales; desconfianza general; defensivita y aislamiento; pasividad; temor al compromiso; dar demasiado en vez de entregarse afectivamente; hipercontrol de sí mismo y de los demás; sentirse ahogado, absorbido, invadido, presionado o exigido emocionalmente; dificultad para expresar rabia y/o pena; no solicitar reciprocidad en la relación; manejo voluntario de la información; olvidos inconscientes de las conversaciones más personales; minimizar o negar los conflictos; infidelidad; y, disociación amor-sexo (o demasiada ternura sin pasión o viceversa) ligada a un exceso de vigilancia consciente que impide abandonarse simultáneamente a la experiencia afectiva, sensorial y sexual.
Cuando se encuentran en una situación de cercana intimidad con la persona que aman o en grupos muy pequeños se elevan sus niveles de ansiedad ocasionándoles una molesta incomodidad. Entonces escapan recurriendo a una serie de maniobras elusivas tales como: eludir estar a solas con la pareja programando actividades o estando con más gente; acortando los tiempos de la interacción; boicoteando los momentos de intimidad con peleas sin importancia; cuando se conversa de forma más personal cambian el tema, hacen chistes, no dan feed-back, sus respuestas son monosilábicas, pre-fabricadas o formales; se sienten repentinamente cansados o con sueño; o simplemente se van a otro lugar; dan una solución concreta y rápida a un conflicto emocional, en vez de profundizar.
Las posibles causas de este miedo a la intimidad emocional son variadas: haber sufrido en la infancia una pérdida real o imaginaria, o haberse sentido descalificado o rechazado; carencia de modelo adecuado; no conocerse o aceptarse a sí mismo; escasa capacidad de empatía, egocentrismo o narcisismo; temor al rechazo, al ridículo, a ser criticado, a ser abandonado o a la pérdida de ese ser tan amado a quien en el fondo saben que necesitan. Sin embargo, hay dos factores que consideramos especialmente relevantes: el grado de introspección y de apego afectivo.
En primer lugar, la intimidad con otro está subordinada a la capacidad de conocerse y aceptarse a sí mismo. Es decir, vivenciar la propia complejidad y convivencia de todas nuestras partes del self, incluyendo aquellas que nos parecen más obscuras. Intimar es abandonar la coraza que protege nuestro núcleo más profundo. Únicamente quien tenga una sana autoestima vivirá este "desnudarse" como una oportunidad y no como una amenaza. Por otro lado, las personas con apego inseguro se ubican en dos polos opuestos. Las de apego ansioso tienden a necesitar más intimidad insaciablemente y las de apego evitativo se sienten ahogadas o invadidas, incluso en situación de escasa intimidad.

  


sábado, 26 de marzo de 2016

¡Tú tienes la culpa de lo que yo estoy sintiendo!...

¡Tú tienes la culpa de lo que yo estoy sintiendo!



¡Tú me haces enojar! ¡Tú eres el causante de mi pena! ¡Tus reacciones me producen miedo!
¿Cuántas veces hemos caído en responsabilizar a nuestra pareja de lo que nosotros sentimos? Estamos convencidos que sus acciones u omisiones son las que nos generaron esas emociones. Pero, ¿se han preguntado alguna vez de dónde vienen y qué significan esas sensaciones que parecen inundarnos en ciertos momentos?
Partamos por tener claro que no son los hechos per se los que nos afectan, sino que la interpretación que nosotros mismos hacemos de ellos. Por tanto, no todas las personas van a sentir igual frente a un mismo hecho. Por ejemplo, si la pareja no los llama durante el día, algunos se sentirán abandonados, no queridos o se insegurizarán; pero otros se pueden sentir aliviados, no exigidos o que respetan su espacio. ¿Qué es lo que nos lleva a reaccionar de modos tan diferentes ante una misma situación?
En corto, la lectura que hagamos de los hechos es lo que determinará la emoción que sentiremos. Así que nuestra pareja no tiene el poder de provocarnos ninguna sensación, somos nosotros mismos los únicos que podemos hacerlo y es por ello que somos únicamente nosotros los responsables de lo que sentimos. No es que el otro “me” haga a mí tal o cual cosa, sino que simplemente se comporta según su manera de ser y sus circunstancias del momento, dentro de las cuales nuestra propia conducta es muy relevante.
¿Cómo es que llegamos a ver la realidad de modos tan distintos? Son nuestras creencias, aquellas que vamos construyendo durante toda nuestra vida, el tamiz a través del cual interpretamos el supuesto significado que tiene lo que nuestra pareja hizo o dejó de hacer. Si el modo en que se comportó no cumple con nuestra visión subjetiva de cómo “debería” haberlo hecho, entonces es cuando nos invade una emoción. En otras palabras, es lo cognitivo (el contenido mental, los pensamientos) lo que produce esa reacción fisiológica que es la que nos origina la subsecuente sensación negativa. 
Por supuesto que nosotros solemos ignorar que esa es la causa y tendemos a envolver con hermosas expresiones la justificación de lo que estamos sintiendo. Para nosotros, lo que esperamos del otro es solamente aquello que guarda relación con “la justicia, la bondad, la corrección, lo mejor, lo razonable, el sentido común y la lógica”. De este modo, si el comportamiento de nuestra pareja ha frustrado nuestras expectativas, nuestra cabeza nos dice que debe tratarse entonces de una actitud “egoísta, egocéntrica, fría, injusta, irracional o inmadura”. Y lo que nos resulta más incomprensible es cuando, a pesar de que le hemos explicado muchas veces que eso nos duele, lo siga haciendo. Ello sólo puede significar que no le importamos o que ya no nos ama.
Lo que sucede es que al transitar a lo largo de la existencia nuestra mente ha ido transformando esas creencias originales subjetivas en verdades absolutas, de manera tal que estamos seguros de cómo “debe” funcionar el otro y, si no lo hace, tarde o temprano será nuestra relación la que ya no funcione, lo cual nos angustia mucho.
Como las emociones irrumpen de forma tan rápida y, sobre todo, tan intensa, pareciera que nuestro cuerpo nos está advirtiendo de algo muy importante, como si fuese una acertada intuición a la cual debemos obedecer, porque si no nos estaríamos arriesgando a correr algún serio peligro. Y efectivamente el cuerpo nos está hablando por medio de nuestras sensaciones, pero lo que nos está mostrando son pistas o señales de lo que pensamos, de lo que en el fondo creemos respecto a las distintas situaciones de la vida. Sin embargo, el que sean intensas no implican que sean profundas y menos duraderas en el tiempo.

Así que, dado que las emociones son superficiales y muy volátiles, tomar decisiones cuando estamos bajo su influencia, lo más probable es que nos conducirá a interpretaciones equivocadas de las cuales nos arrepentiremos cuando éstas se hayan esfumado, y recuperado nuestro estado anímico habitual.