martes, 22 de marzo de 2016

Cuando la vida te castiga… ¿Eres helecho o bambú?

Cuando la vida te castiga… ¿Eres helecho o bambú?




¿Te cuesta ser perseverante en tus objetivos? ¿Qué es lo que hace que dejes de seguir intentándolo, que parte de ti hace que te des por vencido?
Ya no hablamos únicamente a nivel laboral, sino todo aquello que deseas a nivel personal y no logras alcanzarlo. Y cuando crees que lo tienes cerca, la vida azota y se mide ahí tu nivel de Resiliencia. De nuevo tienes que levantarte, aprender de la situación y volver a intentarlo. En muchas ocasiones somos nosotros mismos quienes nos frenamos, nos barramos. Entramos en pensamientos cíclicos que nos alejan de nuestra meta, de nuestro planteamiento de vida, olvidamos realmente nuestro objetivo.
La visión que tenemos de nosotros mismo, es un gran trampolín o un formidable foso.
¿Cómo quieres vivir, cómo una gran estrella que luce en el firmamento, ofreciendo tu luz a otras personas para puedan iluminar su camino, o cómo una mancha negra de tinta china que se extiende y se extiende sin tan siquiera tocarla?
Quien no haya vivido situaciones duras en la vida, que tire la primera piedra
Existen personas que parecen estar tocadas por una varita mágica. Nunca les ha sucedido nada negativo, nunca han tenido una experiencia dolorosa, nunca les han engañado o se han sentido mal. Yo diría que, más bien, no quieren reconocerlo.
Lo duro o no que es un hecho, lo mide la propia persona que lo vive. ¡Claro que hay datos objetivos que al comparar un hecho con otro podemos encontrar su grado de dureza, su grado de complejidad!, pero también es cierto, que cada persona tenemos un umbral distinto a la hora de valorar los hechos de la vida. Este es un punto que en las sesiones individuales de crecimiento personal que realizo se ve con claridad. Lo importante en todo caso es llegar a verlo, ser consciente de ello, para así poder hablar y exponer el dolor, la rabia, la angustia, la pena, la indiferencia, el miedo, la amargura, la tristeza, la desazón, que te provoca una situación para poder transformar esa mirada e indagar en nosotros mismos, observar qué nos bloquea para que nos quedemos en una emoción que nos intoxica, en lugar de transformarla hacia otra que nos beneficie…
¿Qué sucede en ti para que “tires la toalla”, para que te rindas?
Quizás, tras leer este cuento, “El Helecho y el Bambú” puedas ver que el hecho de hacer crecer tus raíces es una gran fortaleza. Valora esa parte de ti porque es una competencia muy loable y poco reconocida.
EL HELECHO Y EL BAMBU
Un día decidí darme por vencido…renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que decían era muy sabio.


- “¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido?”, le pregunté.
- “Mira a tu alrededor”, me respondió, “¿ves el helecho y el bambú?”
- “Sí”, respondí.



- “Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo, no renuncié al bambú.
En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
En el quinto año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante.
El sexto año, el bambú creció más de 20 pie de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuviera. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir”.

- “¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces?”, le dijo el anciano y continuó…
“El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.

Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida”, le dijo el anciano y continuó…



- “La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante…”

“Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizá sólo estés echando raíces…”




No hay comentarios:

Publicar un comentario