¿Qué es la Intimidad Emocional en Pareja?
El término ‘intimidad emocional’ es reciente y ambiguo.
‘Amistad muy estrecha’ es una de sus acepciones y su antónimo sería ‘distancia’.
Suele asociarse a características tales como seguridad, llaneza, franqueza, naturalidad, cariño,
camaradería, afinidad y familiaridad. Apunta entonces a sentirnos profundamente
conectados con un otro.
Alcanzar dicha conexión en
pareja requiere de una atmósfera tal de cariño, confianza, entrega y
comprensión gracias a la cual sentimos que lo que digamos no será usado en nuestra contra en otros momentos. Así osamos
traspasar esas barreras que nos impiden vincularnos mejor pudiendo ir más allá
de una comunicación superficial, atreviéndonos a exponer nuestras partes más
frágiles, vulnerables y carentes, estando dispuestos a mostrarnos mutuamente
nuestros respectivos pensamientos, emociones, anhelos y miedos tanto respecto
de uno mismo como de la relación.
Una auténtica intimidad nos permite conocernos más
profundamente y fortalece el vínculo afectivo, permitiendo que pueda emerger
esa mágica sensación de sentirnos realmente cerca, compenetrados, comprendidos,
apoyados, compartiendo lo luminoso y lo oscuro de la vida. Para ello hay que
generarnos espacios de ocio que nos facilite entrar en ese estado de
complicidad, aunque hay que tener siempre presente que es imposible permanecer
inmersos en esa sintonía tan intensa y además que no todas las parejas están en
condiciones de lograrlo, lo cual no significa que sean inviables.
Desde que empezamos a casarnos por amor a mediados del siglo
XIX, tanto la comunicación como últimamente la intimidad emocional se han ido
tornando cada vez más significativas para quienes queremos vivir en pareja. Las
deficiencias o carencias en estos dos planos pueden hoy originar una sensación
de vacío, una suerte de soledad o aislamiento de a dos, a pesar de que estemos
físicamente cerca. Y aunque las estadísticas muestren a la infidelidad como el
principal motivo de divorcio, al analizar estos casos más a fondo se puede
constatar que el factor común detrás de casi todos es esa distancia insalvable
que se fue instalando progresivamente entre ellos.
En muchas parejas suele ocurrir que uno de sus miembros
quisiera una mayor intimidad emocional mientras que el otro interpone generalmente
inconscientemente una cierta distancia que es la que supuestamente lo va a
precaver de terminar sufriendo. Cada persona necesita subjetivamente una cierta
distancia o proximidad y lucha por conseguirla. Pueden fluctuar a veces
abruptamente entre el anhelo de más cercanía y el miedo a quedar vulnerables,
así es como ambos van conformando una dinámica relacional en la que combinan
pasos de aproximación y de alejamiento como en una especie de trance o danza
hipnótica.
Algunas personas han desarrollado un intenso miedo a la
profunda conexión emocional con otros, por lo que temen: mostrarse
abiertamente; perder el control o su identidad, autonomía y libertad; sentirse
ahogados o fagocitados; depender del otro, ser débil o vulnerable; no poder
satisfacer las necesidades emocionales del otro o que su pareja sea incapaz de
satisfacer las propias. Aunque quisieran relacionarse más profundamente con los
demás, fueron tantas las barreras que construyeron a su alrededor que al final
se volvieron emocionalmente planos e inaccesibles; no sabiendo cómo librarse de
esa armadura que se les ha oxidado.
Entre los indicadores de dicho miedo podemos mencionar:
dificultad de hablar abierta y francamente de sí mismo; evitar estar a solas
consigo mismo; obsesiones o adicciones; incomodidad ante silencios; hablar
mucho pero de temas prácticos o muy generales; desconfianza general; defensivita
y aislamiento; pasividad; temor al compromiso; dar demasiado en vez de
entregarse afectivamente; hipercontrol de sí mismo y de los demás; sentirse
ahogado, absorbido, invadido, presionado o exigido emocionalmente; dificultad
para expresar rabia y/o pena; no solicitar reciprocidad en la relación; manejo voluntario
de la información; olvidos inconscientes de las conversaciones más personales;
minimizar o negar los conflictos; infidelidad; y, disociación amor-sexo (o
demasiada ternura sin pasión o viceversa) ligada a un exceso de vigilancia
consciente que impide abandonarse simultáneamente a la experiencia afectiva, sensorial y sexual.
Cuando se encuentran en una situación de cercana intimidad
con la persona que aman o en grupos muy pequeños se elevan sus niveles de
ansiedad ocasionándoles una molesta incomodidad. Entonces escapan recurriendo a
una serie de maniobras elusivas tales como: eludir estar a
solas con la pareja programando actividades o estando con más gente; acortando
los tiempos de la interacción; boicoteando los momentos de intimidad con peleas
sin importancia; cuando se conversa de forma más personal cambian el tema, hacen chistes, no dan
feed-back, sus respuestas son monosilábicas, pre-fabricadas o formales; se
sienten repentinamente cansados o con sueño; o simplemente se van a otro lugar;
dan una solución concreta y rápida a un conflicto emocional, en vez de
profundizar.
Las posibles causas de este miedo a la intimidad emocional
son variadas: haber sufrido en la infancia una pérdida real o imaginaria, o
haberse sentido descalificado o rechazado; carencia de modelo adecuado; no conocerse o aceptarse a sí mismo;
escasa capacidad de empatía, egocentrismo o narcisismo; temor al rechazo, al
ridículo, a ser criticado, a ser abandonado o a la pérdida de ese ser tan amado
a quien en el fondo saben que necesitan. Sin embargo, hay dos factores que
consideramos especialmente relevantes: el grado de introspección y de apego
afectivo.
En primer lugar, la intimidad con otro está subordinada a la
capacidad de conocerse y aceptarse a sí mismo. Es decir, vivenciar la propia
complejidad y convivencia de todas nuestras partes del self, incluyendo
aquellas que nos parecen más obscuras. Intimar es abandonar la coraza que
protege nuestro núcleo más profundo. Únicamente quien tenga una sana autoestima
vivirá este "desnudarse" como una oportunidad y no como una amenaza.
Por otro lado, las personas con apego inseguro se ubican en dos polos opuestos.
Las de apego ansioso tienden a necesitar más intimidad insaciablemente y las de
apego evitativo se sienten ahogadas o invadidas, incluso en situación de escasa
intimidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario