lunes, 12 de septiembre de 2016

Amar es también, agradecer y confiar...

Amar es también, agradecer y confiar...



Creo que la "gratitud" y la "confianza" son dos atributos que deberíamos tener y demostrar mucho más, en nuestra vida...
En algún artículo pude leer algo, que el día de los Reyes Magos es el día del agradecimiento, por excelencia....
Al fin y al cabo, ambos son manifestaciones del amor. Agradecer es valorar lo que tenemos o lo que nos han dado, restando importancia a lo que no tenemos en la vida, a lo que deseamos aún por obtener. Y tener confianza no es más que esperar que la vida nos traiga todo eso, que aún no tenemos y qué es lo mejor para nosotros.
Sólo basta ir por las calles y oír conversaciones de la gente, para uno darse cuenta de que la mayoría de las personas, hablan de lo que no tienen, lo que les hace falta o lo que han perdido. O se demuestran desanimados ante lo que vendrá o piensan que nunca lo obtendrán en sus vidas.
A menudo concentramos nuestras energías en lo que nos falta, más que en lo que tenemos. Y seguramente tenemos tantas cosas para agradecer, en nuestra vida, como razones para quejarnos de lo que nos falta en ella.
¿Por qué, entonces, sólo nos concentramos en lo que nos falta y no en lo que tenemos?
Ejemplos para agradecer son muchos, entre ellos la vida, la salud y ser capaces de sentir lo que vivimos y pasa a nuestro alrededor...
Razones para quejarnos, seguramente tenemos tantas como todo eso que desearíamos y no hemos conseguido aún. Un amor para toda la vida, una familia mejor, un mejor trabajo, mejor estatus económico, mejor salud, más y mejores amistades, una vida fácil y confortable...
Pero, no debemos caer en el error de pensar que tenemos lo que nos merecemos, sino pensar que tenemos lo que hemos deseado de verdad e internamente, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Si aprendemos y nos resignamos a sufrir. Si, en cambio, deseamos honesta y firmemente el amor y lo damos a los demás, la vida nos traerá más amor, en el momento oportuno, aunque casi siempre de forma inesperada...
Y aquí, es donde empieza la confianza. Porque confiar es creer en nosotros mismos y en que la vida nos traerá todo aquello que necesitamos en el momento oportuno, ni antes ni después. Aunque quizás tengamos que pasar antes, por circunstancias que no nos planeábamos y que resultan necesarias para aprender y poder acoger las que deseamos, cuando al fin lleguen a nuestras vidas.
Quizás el paquete sea, que lo deseamos sin poner la suficiente energía para que se haga realidad, que sólo aceptamos todo aquello, que sólo pensamos sin sentirlo o que, incluso, habiéndolo ya obtenido, y no siempre lo podemos, o queremos ver y vivir en el momento en que se presenta a nuestras vidas.
En todo caso, confiar en la propia vida, es creer que todo lo que nos pasa en ella tiene un porqué, pasa en el momento oportuno y tiene su sentido, aunque a veces nos cueste verlo en el mismo momento que sucede. Ocurra lo que ocurra, si nos lo permite sentirlo y resuena en nuestro interior, y condicionándonos, es porque debía ocurrir para despertar o simplemente para aprender algo. Y resistirse a aceptarlo no es más que negarse a aceptarse a uno mismo y/o aceptar la vida tal como es y, su resultado, será el sufrimiento.
Todo, todo lo que ha pasado en mi vida hasta ahora, es precisamente, lo que me ha hecho ser como soy y lo que me ha traído hasta aquí. Quizás muchas de las cosas que he vivido, no las hubiera deseado nunca en mi vida, pero la verdad es que negarse ahora a ellas, no me hace más feliz, ni más dichoso, sino que me invitan a la amargura y reprocharle a la vida por su presunta injusticia cometida conmigo. Y eso precisamente es lo que hice durante demasiados años de mi vida y, claro, la vida me regaló miles de razones más, para odiarla o, como mínimo, estar disgustado conmigo mismo, con ella y con todo lo que me rodea, que forma parte de una supuesta conspiración cósmica en contra de mí y de mi entonces imposible felicidad...
¿Cómo podía ofrecerme la vida argumentos y circunstancias para ser feliz, si yo estaba concentrando toda mi energía en renegar de ella y de lo que había a mi alrededor?
Y claro está, llegó un momento en que hubiera deseado abandonar esa vida triste e infeliz que yo mismo me había creado en mi cabeza y en mi corazón, entonces sólo lleno de dolor. Supongo que, en aquel entonces, tenía más miedo a la vida, que, a la propia muerte, como liberación....
Cuando caminamos entre las personas se pueden oír conversaciones de disgustos en la mayoría de ellas, siempre hablan de lo que no tienen, de lo que les hace falta o lo que han perdido. Se siente el desánimo ante lo que vendrá o piensan que nunca lo podrán tener en sus vidas...
Yo supongo ahora que ese momento de ofuscación, tiene que llegar a sus vidas para despertar las que se den cuenta de que están sintiendo la infelicidad en sus vidas...


Ahora les cuento mi experiencia, sintiendo la infelicidad en mi vida, porque además no tuve siquiera el valor de morir. Aunque ahora pienso que no me atreví a morir porque ya vivía muerto, durante todos esos años que yo me permití sufrir inútilmente por una vida sólo soñada, pero nunca antes lo suficientemente deseada como para vivirla y aspirar a ser realidad todo lo que siempre había soñado... y que hasta entonces no me había dado cuenta de que dependía sólo de mí.
Pienso ahora que mi vida sigue aparentemente igual, aunque algo importante ha pasado en ella, que me permite verla, sentirla de otra manera... ahora ya con ilusión, con gratitud y confianza. Quizás tuve que estar cerca de perder mi vida para darme cuenta de que lo esencial estaba, y estuvo siempre, en mi corazón y que sólo debía estar dispuesto a soñarlo, sentirlo y vivirlo, y dejarlos salir... para qué la vida luego decidiera cuando y como la viviría.

A partir de ese momento, me di cuenta de que el protagonista de mi vida era yo y, que no podía depender sólo de las circunstancias de mi alrededor.


Y entonces descubrí algo siempre soñado y apenas obtenido desde fuera, que es la sensación de libertad, acompañada como siempre de la responsabilidad para conmigo mismo y de los demás, incluyendo, mi propia vida. Ya sé, es algo difícil de explicar, pero lo entenderás mejor, si te explico los efectos, como dejar de huir permanentemente de lo que sentía y vivía, del pasado y dejar de temer por lo que sucedía en mi vida y, a cambio, siempre intentar en encontrar su sentido y la mejor manera de beneficiarme de ello.



Así hoy, cada día más, digo con libertad lo que siento y lo que acepto, sin más. Y eso me permite no sufrir tanto como siempre había sufrido mientras los condicionantes de mi vida, mandaban en ella.
Hoy ya casi puedo sentir lo que siento, sin miedo a herirme o a herir a alguien, porque mis sentimientos son honestos conmigo mismo y con los demás.
Hoy puedo desear felicidad a alguien que quiero, sin necesidad de otorgarme el papel de protagonista, único de la felicidad de los demás.
Hoy puedo dar lo mejor que tengo al mundo que me rodea, sin imponerlo y sin que me sienta héroe, de lo que consigo mejorar en él.
Hoy puedo incluso amar intensamente sin impaciencia y sin esperar recibir nada a cambio y, también, agradecer el sentirme bien amado, aunque no siempre se exprese así, como había pensado.
Hoy soy capaz de comprender que, habiendo dejado brotar mi tristeza, mi sufrimiento y mis reproches hacia mí mismo, y a los demás, y la vida durante tantos años, ahora todo lo que siento y vivo en ella sale de mi corazón y es beneficioso para mí, para los demás y para el mundo en el que habito.
Y hoy, gracias a esa manera de sentir y de vivir libremente y desde mi corazón, estoy llegando a la paradoja de que me da igual morir ahora mismo, que vivir mil años más, para hacer todo lo que me queda, aún por hacer en esta nueva vida. Sé que resulta difícil de creer, quizás pensaras que soy un loco que confía demasiado en sí mismo, y en los demás y en la vida que es capaz de protagonizar o que soy un presunto iluminado que se cree con el privilegio exclusivo de la verdad...
Pero te recuerdo que no, que soy de verdad, un ser humano, universal y singular como tú mismo, con sus luces y sus sombras... aunque ya se sentir, cada día más, la libertad y el amor en mi interior y compartirlo con los que amo...
Quizás la única diferencia que pudiera haber entre tú y yo ahora es que yo quizás empecé antes a amar de verdad, es decir, a confiar en mí mismo, en ti y en la vida y a estar agradecido por lo que soy, siento, amo y hago en mi vida, cada día...
Tal vez hoy estoy solo a un paso más cerca de la vida plena y de la felicidad, aunque pronto llegarás y quizás podremos también compartir la vida juntos, con mucho amor y de sobra...



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