¿Fluir o perseverar?...
No hay nada mejor que ser perseverantes a la hora de
perseguir nuestro propósito en la vida.
A más energía que invertimos en ello, más nos ayudará el
universo a conseguirlo. No obstante, también es verdad que dependerán del
sentido que tenga nuestro propósito.
Si es algo motivado por el amor (confianza, bien común,
etc.) será más fácil que llegue a cumplirse. Si en cambio se fundamenta en el
miedo (odios, temores, etc.), menos probabilidades. Pero, como alguien dijo, la
suerte no es más que la conjunción entre la preparación y el momento. La
preparación significa haber invertido energías para conseguir nuestro
propósito. El momento, en este escrito, es que la vida nos ofrezca la
oportunidad... y, evidentemente, que seamos capaces de verla y de aprovecharla.
Sobre el papel, es fácil de entender. Empuja tu vida hacia
tu propósito... y luego dejar que la vida te traiga la oportunidad de
conseguirlo. Pero no siempre es fácil empujar y luego dejar que la vida haga el
resto, acostumbrados como estamos a luchar con ahínco hasta conseguir algo.
Seguramente nos cuesta confiar en los demás, tanto como en la vida. Confiar es
amar, al fin y al cabo. Y no siempre somos capaces de amar y de ser amados,
aunque nos lo creamos...
Las personas, como yo mismo, que fuimos educados para
emprender y hacer cosas, tenemos la mala costumbre de pensar, que sin nosotros
el mundo no gira.
¿Es que no saldrá el sol, si yo no pongo mi despertador cada
día?
Y no, el mundo gira cada día, con o sin nosotros, así como
la vida fluye, nos guste o no. Resistirse a ello es inútil, como lo es intentar
hacer prevalecer nuestros planes y deseos, sobre la realidad de la vida en
constantes cambios. La vida puede tener otros planes para nosotros y para
nuestra vida... y quizás debamos creérnoslo y dejar que ella se manifieste.
Siendo honestos, nosotros mismos.
¿Cuántas veces hicimos planes y nunca se cumplieron?
¿Cuántas veces la vida superó con creces nuestros deseos y
sueños, mientras nos lamentamos de no haber obtenido lo que esperábamos
exactamente de ella?
De ahí tal vez la necesaria atención que debemos tener
siempre a lo nuevo, que está por llegar....
Alguna vez me gusta recrearme en el pasado y reflexionan
sobre mi vida.
La más de las veces, no sólo, no se cumplieron mis
expectativas, sino que lo vivido no tuvo nada que ver con lo deseado, tanto en
el aspecto positivo, como en el negativo.
Deberíamos perder el mal hábito de juzgar las cosas en cuanto
llegan y, simplemente, estar dispuestos a vivirlas, sin ni tan siquiera
buscarles su sentido o significado. Simple y llanamente, confiando en que, si
están aquí, es por algo. Luego, la propia vida nos mostrara su profundo sentido
y entonces seremos verdaderamente capaces de entender el porqué, de todo lo que
ocurre en nuestra vida.
Mirando hacia atrás en nuestra propia historia, todo lo que
ha sucedido en ella tiene su "¿para qué?", Aunque a menudo nuestra mente
nos cuestione su significado. Tal vez lo único que deberíamos extraer como
conclusión es que hay que aprender a confiar en la propia vida.
Hace ya tiempo que no intento buscar el sentido de las
circunstancias cuando llegan, como muchos presuntos "iluminados
hacen". Como tampoco juzgarlas, aunque eso a veces cuesta, pues es humano
tener mis propios planes. Simplemente, cada día más, intento sentirlas en mi
interior, donde todo tiene ya su propio sentido, y vivirlas. Pero he de
reconocer que, día a día, por fin entiendo más y mejor las reglas de la vida,
como se comportan. Antes, durante demasiados años, siempre tuve una idea
concreta de mi vida, incluso en los pequeños detalles.
Hoy, años después y viendo los resultados de mi propia vida
y en la de los demás, sólo sé, que no sé nada, aunque eso es precisamente lo
que ha dejado, por fin, y no debe de asustarme. Las cosas son como son... y yo
lo único que puedo hacer en mi propia vida es enfocarme en lo que quiero o no
en ella... y aceptar sin miedo lo que venga.
Esto último, aunque parezca mentira o una obviedad, es un
gran logro, para mí. Pongo toda mi energía en lo que quiero, y luego dejo que
la vida siga la suya. Cuando empiezas a entender de cómo va la vida, trataras
de sacarle el máximo provecho, a disfrutar en ella cada nuevo instante, como si
siempre fuera el último o el primero. Y eso te invita a ser agradecido con
ella, aunque la razón no siempre lo entienda. Aprendes a no perder un solo
instante, así como a respetar el momento de los que te rodean y su libertad de
aprovecharlo o no. Así, sin darte cuenta, dejas de lamentarte, de dar lecciones
sobre la vida a los demás y aprender a vivir tu vida con responsabilidad, sin
perder un solo momento.
Yo pongo la taza de café vacía y la vida la llena, gota a
gota...
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