Un mismo amor, diferentes formas de sentirlo...
Cada día me doy cuenta de que existen Universos Paralelos,
aquí mismo, en nuestra vida. Según la Física Cuántica, hay por ahí tantos
Octavio como pueda imaginar, y es mi atención a uno de ellos el que vivo, en
cada momento. Según esto y aunque en distintas dimensiones, hay un Octavio
feliz y otro infeliz, uno con amor y otro tal vez con miedo y así un largo
etcétera, simultáneamente.
No sé si eso es cierto o no, aunque yo día a día elijo de
entre tantos Octavio, el que más en línea esta con los valores de mi alma, a la
que intento obedecer cada día más. Es el que más me beneficia, sin duda. Lo que
también me doy cuenta es de que cada uno de nosotros, vive la vida como la
escoge, a partir de decisiones, actitudes y pequeños gestos, cotidianos.
Algunos convenientemente y otros no tanto, aunque yo cada día más, intentó ser
consciente de mis actos y de sus efectos en mí y en los demás. Eso, si está alineado
contigo mismo, tranquiliza tu conciencia y te otorga firmeza y seguridad. Y
cada paso que das te acercan más a ti mismo, a tu alma, es decir, a lo que
realmente sientes en tu interior y la felicidad que da todo ello.
Pero, incluso en una situación misma, dividida por
diferentes personas, cada una la vive a su manera, según, que le mueve a vivir,
sentir y actuar. Algunos se basan en una experiencia y su actitud en ella, en
sus miedos, ocultos o no, pero que condicionan y lamentablemente desvirtúan su
percepción de cada momento vivido en la realidad. Y ya se sabe que el miedo que
les mueve, no puede generar más que miedo, aunque a veces se disfrace de
aparente comodidad, felicidad o incluso de amor... o de sus sucedáneos. Si en
cambio, lo que le mueve a uno es su amor a sí mismo y a los demás, que es estar
alineado con su alma, vive la misma situación plena y armoniosamente, con lo
que se sentirá feliz. Por eso afirmo siempre, que el amor y el miedo son
opciones de vida, que requieren de libertad.
Cuando uno es esclavo de sus miedos, no puede decidir
libremente. Y, en alguna forma, todos somos víctimas de nuestro pasado o del
miedo al porvenir, temor a estar solos y no ser aceptados ni amados o,
simplemente, al no poder ser felices. Y el primer paso para liberarte es ser
consciente de ello y mirar el miedo de cara, siempre. Aunque sea porque detrás
de él siempre está el amor. Si en verdad vez eso, buscamos razones, argumentos,
culpables y atajos para escaparnos o evitarlo, eso nos hará ser víctimas del
miedo y una vez más, además de alejarnos de nosotros mismos y crearnos un
sentimiento de separación entre el amor a nosotros mismos y a los demás. Y esa
incoherencia no provoca otra cosa que vacío existencial, aparte de la falta de
amor. Y, como colofón, el miedo persiste en nuestro interior, hasta que un día
salga de nuevo y nos visite...
Ni hablar de esto, tiene que el miedo es un atentado contra
nosotros mismos y, como consecuencia, contra los demás, que comparten nuestras
mismas vivencias y/o nuestro entorno más inmediato. Por eso nos duele, en el
interior. Y así, día a día, vamos acumulando víctimas propiciatorias de nuestro
largo e inefectivo aprendizaje de la vida, tan sólo dominada por el miedo y la
culpa, aunque es de humano sentirlo así y nuestra existencia aquí no es más que
un aprendizaje para no permitir que dominen más nuestra vida. Y a la suma de
todo ello no puede ser otro que este mundo nuestro, que no es más que la suma
de muchas personas que ceden su poder al miedo y que, por lo tanto, voluntaria
o involuntariamente, renuncian al amor, a ellos mismos, a los demás y a los que
les rodean. Si miras el mundo loco que vivimos, entenderás que no es fruto de
la malicia humana, sino del miedo de demasiada gente, aunque se exprese en
forma de amor mal entendido y vivido, la violencia gratuita o de simple
indiferencia. Un mundo terriblemente injusto, porque está hecho de la falta de
libertad y de personas injustas consigo mismas, porque no saben o no pueden
amarse ni, por tanto, amar y ser amadas...
Durante muchos años fui, como todos, supongo, víctima del
miedo, que condicionaba sutilmente o sin piedad mi vida. Miedos propios y
ajenos que me privaban de mi libertad y, por lo tanto, de mi capacidad de amar
y de ser amado de verdad, así como de compartir la siempre, anhelada y entonces
imposible o efímera felicidad. Supongo que por esa razón me hace sufrir el
dolor ajeno, porque lo conozco bien y lo reconozco en una simple mirada.
Como he dicho antes, el amor y la felicidad son opciones libres
en nuestra vida, conscientes o no. Pero basta ver su efecto en ella para darnos
cuenta de esa falta de libertad. El amor y la felicidad escasean en nuestra
vida cotidiana, aunque nos da mucho miedo cambiar de verdad, para vivir lo y
compartirlo.
Para cambiar hay que ser valientes y persistentes, aunque
muchas veces debes empezara por tomar la firme decisión de dejar de ser
infelices. Luego habrá que andar un nuevo rumbo hacía nosotros mismos, aunque
nos dé miedo en un principio por lo desconocido que encontraremos en nuestro
interior y en nuestra nueva manera de vivir.
No hay atajo posible. Mirar el miedo de cara y andar hacia
ti, si es posible al principio, en soledad contigo mismo. Y cuando descubres en
tu interior tu verdad, la traición a ti mismo y a los demás, que has estado
viviendo y provocando, en tu historia, aparecerá un profundo sentimiento de
culpa por ti mismo y por todas las personas que has dejado atrás, sin valorar
su afortunada presencia en tu vida.
Pero, si enmiendas el camino y eres capaz de aceptar tu
imperfección y borrar tu pasado mal vivido y aprendido de él, te perdonarás y
empezarás a ver la vida de otra manera, ya con libertad. Y, lo dicho, la
verdadera libertad te traerá el verdadero amor, a ti mismo y hacia los demás, y
este, la verdadera felicidad, que siempre antes habías buscado fuera de ti, sin
siquiera saber que estuvo siempre en tu corazón, esperando que tuvieras el
valor de sentir la, vivir la y compartir la, por amor.
A veces pienso que yo soy un gran espejo para los demás,
supongo que como todos. Pero alguien me dijo que soy capaz de llegar al alma de
las personas que quiero, incluso mucho antes de que ellas lo hagan. Y eso me da
una visión clara y nítida de lo que hay en su interior, por descubrir.
Y me enamoro de esas personas, si, para descubrir lo juntos
en un mismo camino, si así lo desean. Sólo necesito que demuestre su firmeza,
constancia y coherencia en llegar a ser lo que son en su interior y, siendo lo,
ayudándome a mí también a llegar a serlo. Por eso los trato como son en su
corazón y cómo llegarán a ser, si realmente quiere llegar a amarse a ustedes
mismos, alcanzar el amor de verdad y aprender a amar la vida, tal como el alma
lo impone.
Pero, con el tiempo, también he aprendido a respetar su
tiempo vital, pues eso depende de sus capacidades de amarse y de su libertad,
en cada momento. Y, aunque me hace sufrir verles flaquear, como yo mismo, a
veces, me duele aún más sentir que abandona su camino hacia su alma, es decir,
hacia su verdadera felicidad.
Pero supongo que amar entraña, en algunos casos, aceptar y
respetar esa libertad de abandonar el camino que emprendimos hacia ellos
mismos. Así como confiar en su capacidad de rectificar, reconducir de nuevo su
vida hacia su alma de nuevo, donde ya saben que se, re encontrarán si tienen
suficiente valor...
Esta manera de vivir y de amar te hace vivir momentos
siempre mágicos, cada día. Con distintas personas, situaciones y lugares, pero
siempre basados en el amor de verdad. Y aprendes a aceptar que esta vida no es
sólo un devenir, o de puertas que se abren y se cierran, sino que depende de tu
capacidad de compartir tu vida con personas que, como yo mismo, tienen la
firmeza de crecer y aprender a amar de verdad, aunque a veces sea a costa de
equivocaciones, pero aprendiendo de ellas para no repetirlas.
Así, cada persona que se cruza en mi vida, hoy es una
oportunidad para amar y así aprender a vivir mejor cada nuevo día que nos
llega. Antes en mi vida sólo habían personas para sufrir por y con ellas, pero
hoy afortunadamente ya no están. Hoy sólo quiero personas que no se resigne al
miedo, o intenten evitar el dolor, para qué quieran decididamente mejorar su
vida, que sepan amar o que deseen llegar a amar y a ser amadas de verdad. Es un
privilegio de su libertad, que además da sentido pleno a mi vida y mi amor por
ella.
Cuando das amor sin condiciones, recibe siempre amor a
cambio, aunque a veces, cuando abres el corazón de alguien más, haces que se
despierte el miedo y salga, para después dejar paso libre al amor y poder amar
y ser amado, de verdad.
Esa es para mí la gran lección de la vida que por fin estoy
aprendiendo, a pesar o gracias al largo, necesario y a veces tortuoso camino de
sombras que he debido recorrer para llegar hasta aquí y ahora. El gran amor de
verdad es para siempre.... El amor verdadero no daña, es para tonificar el
alma...