La serenidad, no es
estar libre de la tormenta, sino estar en paz dentro de ella...
La mayoría de las cosas ocurren cíclicamente. Todo es
pendular. Por ello, cada vez más personas intentan boicotear esta era en la que
el “Hacer” ha reemplazado al “Ser”; en la que la acción ha desarticulado todo tipo de contemplación.
Tal es así, que alcanzar estados de “serenidad” es
hoy el objetivo de muchos; aún a pesar de que parte del imaginario colectivo la
sigue asociando a la lentitud. Por supuesto, nada más lejos. De hecho, sería un
planteamiento poco serio promover el letargo en sociedades donde la “ansiedad” se
ha vuelto casi patológica.
La serenidad es un estado interior que hay que conquistar y construir.
Quiero decir, opera desde dentro hacia fuera. El entorno
actúa como estímulo para ponerla a prueba. Responder desde un estado de
serenidad a la vida significa hacerlo con aceptación, lucidez, comprensión y
conciencia.
Dice Robert Gerzon en su libro; Cómo encontrar
la serenidad en la era de la ansiedad, “Como consecuencia de
nuestro pasado condicionante, muchos de nosotros experimentamos la reacción de
la adrenalina (…) docenas de veces al día, aumentando nuestros niveles de
estrés, drenando nuestro sistema inmunológico y alimentando los conflictos
interpersonales”. Y continúa “Imagina lo que sería acoger todas las
circunstancias desde la serenidad, en vez desde la lucha-huida”.
Ahora bien, ¿por qué nos cuesta tanto cambiar esa reacción por la
serenidad?
1.- Un poco porque estamos acostumbrados a cuestionar la realidad, en vez
de aceptarla. Como si estuviera en nuestro poder intervenir para cambiar las
cosas. Por ejemplo, que se eche a llover en medio de una celebración al aire
libre no es algo que ninguno de nosotros pueda cambiar. Podemos quejarnos,
quedarnos en un rincón “protegiéndonos” del agua o podemos aceptarlo y bailar
bajo la lluvia.
2.- Otro tanto porque necesitamos cumplir con la expectativa que
los demás tienen de nosotros. ¿Quién lo dijo? ¿Quién nos convenció de que si
nos convertimos en lo que los otros esperan de nosotros seremos más felices o
estaremos más satisfechos? Cuánto más seguimos en esa dirección, más nos
alejamos de nuestra esencia y, paradójicamente, es sólo ella la que puede
mostrarnos qué hacer para ser felices.
3.- Por último, porque nos cuesta entender que el sufrimiento no
es lo mismo que el dolor.
El dolor es el sentimiento que surge en
el instante en que somos heridos física o emocionalmente. Es una sola emoción y
su duración es proporcional al evento que la produjo. El sufrimiento, en cambio, es un conjunto de emociones y
pensamientos que se entrelazan, cobrando más intensidad y extendiéndose en el
tiempo (incluso indefinidamente), aunque la situación que lo provocó haya
pasado o se haya solucionado.
El dolor
es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Buda.
Alcanzar un estado
de serenidad es posible.
Si aceptamos que no somos perfectos, si podemos vivir en la
incertidumbre con confianza y si naturalizamos los conflictos y el dolor como
parte de la vida. Eso también nos convierte en personas resilientes. Y la resiliencia, es una virtud que también se desarrolla desde la serenidad.
Ser resilientes no significa aguantarnos el dolor
estoicamente, ni volvernos insensibles, impermeables o sentarnos a mirar cómo
pasa la vida. Todo lo contrario. La resiliencia necesita,
sobre todo, de la contemplación, la aceptación y la serenidad para afrontar
situaciones adversas, capitalizar la experiencia y generar en el proceso un
aprendizaje, e incluso de transformación.
Está claro. Todo es pendular y cada vez somos más los que
trabajamos por anteponer el “Ser” antes
que el “Hacer” y por procurar la paz en medio
de las tormentas. Pero ¿cómo empezamos a desandar este camino?
¿Cómo
podemos comenzar poco a poco este proceso de autoconocimiento para empezar a
ver lo que ocurre en nuestro interior?
Todo requiere un proceso. Como habíamos mencionado, si todo
este tiempo nos estuvimos alejando de nuestra esencia, necesitamos revertir esa
situación. Lo primero será crear espacios para conectar con ella.
La
meditación, en ese sentido, es una vía que nos permite relajar la mente hasta
conseguir serenidad, paz interior y conciencia.
¿Sabes cuándo has disfrutado de un día o
de una experiencia placentera y te sugieren repetir ese disfrute más seguido?
Esto es más o menos lo mismo. Una vez que consigues esa paz interior, entiendes
que cultivar la serenidad es algo que deberías hacer más a menudo…
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