Vivir con una mente flexible, no te rompes...
Es probable que a lo largo de tu vida hayas conocido a
personas que buscan un perfeccionismo incalculable, que no aceptan equivocarse,
ni rectificar o tratan de imponer, como sea, su punto de vista. Tal vez hayas
observado esos comportamientos en ti misma/o.
¿Te has sentido alguna vez relajada/o, alegre o feliz en cualquiera
de estas situaciones?
"Nada hay más peligroso que una idea, cuando no se
tiene más que una"; decía un filósofo francés.
El cerebro humano tiende a clasificar y buscar explicaciones, a simplificar y
debatir entre el blanco y negro, lo bueno y lo malo.
Una vez que eres consciente de esto.
¿Deseas una mente de arcilla o una mente de piedra?
¿Una mente que secuestre la verdad o que la ponga en remojo?
La respuesta no es fácil. Puede afectar a tu salud, tus relaciones sociales y
tu éxito profesional y personal.
Las personas rígidas son excesivamente auto exigentes consigo mismas y con los
demás. Una característica propia de los individuos inflexibles, es resistirse a
cambios de comportamiento o creencias, por mucho que la evidencia y los hechos
les demuestren que están equivocados. Son personas que viven en su limbo,
distorsionado de la realidad y rechazando todo aquello que les genera
incertidumbres. No toleran ambigüedades, ni contradicciones y suelen ser
víctimas de sus propios prejuicios.
Este tipo de actitudes genera sentimientos de estrés, angustia y miedo. Pueden
tornarse con agresividad e irracionales, quienes la sufren. La rigidez hace que
una persona se muestre autoritaria, y tienda a perder los estribos o
paralizarse cuando algo rompe sus esquemas.
Quien adopta una postura inflexible, no admite perder el control de las cosas,
tiene miedo a equivocarse y transita por el mundo de los "debería".
Es probable que busque lo inalcanzable, tanto en sus relaciones como en sus
metas personales, y se muestre intransigente. De modo que, si las cosas les
salen mal, les costará generar alternativas o cambiar el camino.
Puede que algunas de estas pautas nos resulten familiares en nuestra conducta.
Tal vez las reproduzcamos de forma aislada, pero cuando son nuestra tónica de
vida.
¿A dónde nos conducen?
Reconocer que podemos equivocarnos y que no sabemos realmente lo que ocurre
dentro de las personas y del mundo que nos rodea, nos brinda la oportunidad de
crecer y aprender.
"Si uno realmente quiere re descubrir las maravillas", afirma la
periodista y conferenciante Katherine Schütz, "tiene que apartarse de la
razón y mirar alrededor... mirar la inmensidad, la complejidad y el ministerio
del universo, y poder decir:. ¡Qué sé yo!; Quizás me equivoque"...
Vivimos tan programados que llegamos a olvidar que la vida no es un
cuadrilátero. No todo cuadra en ella a la medida de nuestros cánones y gustos
personales. Aprender a manejar la incertidumbre, adaptarte a las circunstancias
y al medio y ser capaz de rectificar, resulta básico para la supervivencia y
felicidad personal.
Ser flexible nos permite afrontar el camino y adaptarnos a él, transitar por lo
inesperado, con tolerancia y con una adecuada gestión de nuestras emociones,
aceptar las diferencias, críticas y discrepancias, reconocer y corregir
errores, superar ideas y prejuicios arraigados y abrirnos a nuevas experiencias
y puntos de vista.
Algunos individuos persiguen sus objetivos de forma fija y obsesiva, hasta el
punto de que, en el ínterin, se olvidan de vivir. Nada que no sea lo que ellos
han concedido, y encajen sin fisura con la realidad. O eso o lo nada.
Creer que la vida se adaptará exactamente a nuestros deseos, puede mantenernos
ocupados y esperanzados, pero no deja de ser una utopía. Para encajar la línea
recta y rígida de las ideas personales en el terreno ondulado de la vida hemos
de convertir esas ideas en una línea flexible.
En ocasiones se confunde la flexibilidad con la habilidad de carácter. La
ausencia de fuerza y determinación o la incapacidad de afrontar
responsabilidades no es flexibilidad. Ser flexible no significa ceder ante todo
ni dejarse llevar por todo, sino buscar ese equilibrio justo por el que nos
hacemos compatibles con las circunstancias, eventos y personas que nos rodean
mientras continuamos siendo nosotros mismos.
Cuando escuchamos con pleno silencio interior y somos capaces de creer que lo
que cuentan o sienten el resto de individuos es tan real y verdadero como lo
que contamos y sentimos nosotros, cuando podemos seguir manteniendo una
relación correcta o cordial con las personas, que una vez nos hicieron, o si
nos damos la oportunidad de hacer cada día algo distinto de lo que hasta ahora
hemos hecho, estamos siendo flexibles. Y lo cierto es que una mente flexible
nos permite vivir mejor y transitar por la vida con menos traumas.
Si nada permanece inmóvil en el tiempo, sostener verdades inamovibles, chocaran
de lleno con la realidad. Como consecuencia de ello, acumularemos malestares y
frustraciones.
Revisar nuestras creencias y reconocer las limitaciones que todos tenemos, es
un ejercicio saludable y enriquecedor.
Cuando dudas o te equivocas descubres cosas que antes ignorabas y esto amplía tu
perspectiva de la realidad...
No hay comentarios:
Publicar un comentario