Aprender a quererse...
No basta sólo hablar y leer sobre autoestima, es
imprescindible aprender a quererse, lo que implica respeto propio, identidad y
conocimiento de sí mismo.
Aprender, es la clave para que las personas tengan una autoestima adecuada.
Supuestamente dicha tarea se realiza a partir de los primeros años de vida,
cuando los individuos aprenden a reconocer sus características principales y
apreciar lo que son como personas. En ese sentido, la infancia es crucial para
marcar lo que las personas serán el resto de la vida.
Diferentes factores influyen para que los individuos se aprecien adecuadamente
a sí mismos:
Relación con los padres.
Traumas.
Conflictos interpersonales.
Experiencias escolares.
Relación con los hermanos.
Presencia o ausencia de hermanos.
Enfermedades.
Aptitudes excepcionales en alguna área.
Ineptitudes, etc.
No se puede hablar de un solo factor, que influye para que
una persona tenga una buena o mala relación consigo misma.
La tarea más importante de la vida
El psicólogo Walter
Riso señala en su libro Aprendiendo a
quererse a sí mismo (Bogotá: Editorial Norma, 2008): "Quererse a sí mismo
es quizás el hecho más importante que garantiza nuestra supervivencia en un
mundo complejo y cada vez más difícil de sobrellevar".
El problema es que de un modo u otro la sociedad tiende a sancionar, a quien se
quiere a sí mismo. Desde la religión, de una manera contagiosa en la mayoría de
ellas, se llama constantemente a la humildad y a reconocer las faltas
personales, así que una persona que tengan una alta autoestima o se quiera,
sufre de algún modo el estigma religioso y es calificado de orgulloso o
cualquier otro apelativo que lo haga "reflexionar" en su situación o
cambiar de actitud.
Desde la educación los maestros, no suelen llevarse bien con los alumnos que
tienen un buen concepto de sí mismos puesto que les aparecen pagados de sí
mismos y demasiado independientes, por esa razón, los llamados de muchos malos
educadores son a mantener el perfil de un alumno sometido, fácil de manejar y
controlar.
Un dicho popular dice: "Al clavo que sobresale se le martilla", en
alusión al hecho de que a menudo, no es bien visto que una persona sobresalga o
tenga un concepto de sí mismo que lo haga sentirse bien y contento con lo que
es.
La paradoja
Riso señala el hecho de que la sociedad normalmente intenta inculcar en las
personas el respeto a otros, la tolerancia, el altruismo, la aceptación de las
diferencias individuales, una forma adecuada de tratarse, etc., como valores
que promueven el bien común. Sin embargo, no se señalan con la misma fuerza o
al menos con el mismo entusiasmo el auto respeto, el amarse a sí mismo, la
confianza en sí mismo, la valoración de sí mismo, el reconocimiento de las
emociones propias, y la necesidad de ser asertivos.
Al contrario, suele entenderse, como de mal gusto el que alguna persona
reconozca sus propios logros o se auto alabe. Si una persona, nos dice Riso, se
sacrifica por otros y se entrega al servicio en bien de los demás, es admirada
por ser altruista y abnegada. Sin embargo, a esa misma persona no se le permite
una actuación pública si habla de sus logros o los resalta, al contrario, es
denostado por el resto de la sociedad.
En la civilización occidental, señala Riso: "Si alguien disimula sus
virtudes, niega o les resta importancia a sus logros, es decir; miente o se
auto-castiga, ¡es halagado y aceptado!". En ese contexto, nos señala este
especialista, se cae en la negación de las propias virtudes y la anulación de
sí mismo, lo que es visto, paradojalmente, como algo moralmente correcto,
cuando en realidad, no hace más que atentar contra la propia dignidad del
individuo.
Riso señala que "por evitar caer en la pedantería insufrible del
sabelotodo, hemos caído en la modestia auto-destructiva de la negación de
nuestras virtudes. Por no ser derrochadores, somos mezquinos". Esa forma
de actuación termina siendo destructiva y fomenta a la larga la depresión, el
enojo, y la frustración.
La tarea de quererse
Aprender a auto valorarse es algo que se debería fomentar desde la niñez. Los
padres y los maestros, dan mensajes que calan hondo en la actitud que las
personas desarrollan de sí mismos. Un niño que es alentado a dar lo mejor de sí
mismo y a reconocerlo, como algo natural y positivo, tenderá a valorarse de
manera adecuada, por el contrario, un niño cuyos logros son minimizados, o que
se le exige que se desprecie a sí mismo o que no se alague por lo que hace
bien, será enseñado a auto flagelarse y no aceptarse de manera adecuada.
Conclusión
Nunca ha sido, ni será fácil el vivir de manera equilibrada. Sin embargo, es
necesario aprender el arte delicado de quererse a sí mismo, sin caer en la
vanagloria ni en el defecto del auto desprecio. Reconocer quién se es y las
características positivas que se tienen es el primer paso para aprender a vivir
de una manera emocionalmente sana.
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